Las elecciones regionales y parlamentarias del 25 M en Venezuela dieron el resultado ya cantado y prefabricado por el gobierno de Maduro-Militares-PSUV. Pero el verdadero "ganador" fue la abstención, con una oleada represiva como telón de fondo. La represión, con persecuciones, desapariciones y detenciones, no ha parado desde las presidenciales de julio 2024, pero arreció notablemente antes, durante y después de este nuevo ejercicio electoral. La paranoia gubernamental ve o inventa "terroristas" hasta en las organizaciones de Derechos Humanos.
Bajo este juego a capricho del árbitro, el llamado Gran Polo Patriótico, conformado por el partido de gobierno y sus satélites, "arrasó" con todas las gobernaciones menos una de "consolación" para la oposición light. En la Asamblea Nacional el PSUV dejó una décima parte de cargos para los oponentes consentidos o permitidos, que sin embargo tendrán que andarse con mucha cautela. Si no, le aplicarán el "ácido" o la que le hicieron al PCV, a cuyo único diputado le negaban siempre el derecho de palabra o no le tomaban en cuenta el voto.
Según las observaciones y reportes de la gente en la calle, aquí lo predominante fue la abstención; lo que es reflejo del gran malestar y del hartazgo con el gobierno. Los centros de votación se veían vacíos. Pero para el gobierno la abstención fue sólo de un 42 %, mientras que las estimaciones de María Corina Machado, que la promovió, la inflaban al 80 %. Ambos datos difíciles de comprobar, tal y como están las cosas en Venezuela.
El gobierno mantiene cierto caudal cautivo de votantes de la administración pública y de sectores clientelares, engrosado también por el chantaje y el control social, que es el voto del miedo. Por otra parte el grueso de la oposición no intervino en estas elecciones debido al fraude sufrido en las presidenciales.
De todos modos, cuando el gobierno pierde alguna gobernación por alguna falla en las maniobras del PSUV; suele recurrir al nombramiento de un paralelo con la figura del "protector" del Estado hacia el cual derivar los aportes gubernamentales.
Desde hace tiempo, y más aún después de los resultados sin actas de las presidenciales del 28 J, que impusieron la proclamación de Maduro, el gobierno cuenta con una arquitectura electoral a su gusto: con instituciones y funcionarios a su servicio, con recursos públicos para el partido, con casi un monopolio informativo... De paso, mientras ilegaliza a algunos, legaliza franquicias políticas (partiduchos artificiales) a su conveniencia, logrando contar además con un sector de opositores amansados y condicionados, desprendidos de la derecha tradicional o no enrolados con María Corina.
A los demás, como ha sucedido con la izquierda y con agrupaciones de corte progresista opuestas al gobierno, se les confisca su legalidad para dársela a algún grupo de impostores, y a otros, sencillamente, no se les permiten legalizarse, usando para ello cualquier excusa. También inhabilita las candidaturas que más le incomodan o si siente que le fastidian mucho, mete presos a los candidatos (caso Márquez).
Así que solo deja dos opciones: votar por el gobierno o votar por una oposición a su medida, una oposición pactada. Y si algo se le escapa de control, simplemente inventa los resultados, patea el tablero y reprime a diestra y siniestra.
La oposición la extrema derecha pro imperialista e intervencionista, que nunca dejó de ser golpista, esa liderada por María Corina Machado, con el padrinazgo ahora de Trump, de Milei y de Netanyahu, llamó a la abstención en esta oportunidad, después de que le desconocieron los votos logrados con Edmundo González el 28 J 2024, y ahora hace lobby en el entorno de Washington, ofreciéndole a los Estados Unidos que le entregará toda Venezuela y el país le pagará sus oficios si la ayudan a sacar a Maduro.
La izquierda opositora, fundamentalmente la que se agrupa en el Encuentro Nacional en Defensa de los Derechos del Pueblo (espacio en el que participa Marea con el PCV-Dignidad, el PPT-APR, el PSL y Revolución Comunista) se vio forzada a la abstención, tanto por el antecedente del fraude del 28 J 2024 como por el impedimento de presentar candidaturas con tarjetas propias, no habiendo en el panorama ninguna candidatura aceptable para representar los intereses de la clase trabajadora y el pueblo.
Estas fueron por lo tanto otras elecciones sólo entre la burocracia y sectores del capital (los partidos de los grandes empresarios), sin opciones reales para los explotados y oprimidos. La ilegalización y la fuerte represión fueron impedimento para la participación en las más mínimas condiciones democráticas o de seguridad.
La abstención no es lo que "consolida" al gobierno, sino la debilidad en la lucha obrera y popular
Algunos intelectuales, exministros de Chávez y grupos que rompieron con el gobierno de Maduro, han criticado los llamados a la abstención. Hay quienes plantearon el voto por cualquiera de las opciones electorales contrarias a Maduro, aun siendo de derecha, con tal de que, supuestamente, se pudiera contribuir a provocar un "cambio" o al menos reafirmar el sentir mayoritario frente al gobierno.
Entre los críticos de la abstención -que en realidad no es voluntaria sino forzosa- se atacó la posición que asumimos de no llamar a votar, como si la abstención fuese la causante de una mayor consolidación del gobierno en el poder, al no disputarle los espacios con las elecciones. La pregunta es: ¿Para dárselos a quien sea?
No, la abstención no es la causante de eso, sino que ella misma es la reacción de amplios sectores del pueblo a las políticas autoritarias, represivas y destructoras de derechos, que vienen castigando desde hace tiempo a las y los venezolanos con las peores condiciones de vida que ha conocido en décadas la población.
Otro factor que favorece al gobierno es la gran dificultad que tienen la clase trabajadora y el pueblo para resistir, organizarse, defender sus derechos con la lucha, elevar su nivel de conciencia independiente, y no dejarse imponer las ideas de la burocracia y el capital, ajenas y contrarias a su condición de clase.
La destrucción del tejido social propio, la cooptación y corporativización sindical, la combinación entre la represión y el soborno de la corrupción, han destruido casi todas las herramientas de la lucha obrera, popular, comunitaria. Por tanto, la política no es ir a votar por la derecha; la política tiene que ser reconstruir todo eso, recuperar la capacidad de movilización, reavivar el activismo, ir poniendo freno al arrebato de derechos y lograr alcanzar de nuevo conquistas para fortalecernos en la lucha. Es algo a lo que hay que abocarse para recomponer las fuerzas del pueblo.
La alternativa no es "votar por quien sea" contra Maduro, es la resistencia unitaria como clase
No es votando "por quien sea, para salir de Maduro" que vamos a poder avanzar. Lo que hay que hacer es activar en las luchas, desarrollar la solidaridad y la unidad, y abrir paso a la construcción de una fuerza política propia. Tanto frente al gobierno burocrático-autoritario de la casta corrupta como a esa derecha vendida a los Estados Unidos, que aunque disputa con Maduro, se beneficia de la superexplotación de la clase trabajadora agudizada por el gobierno.
La alternativa no es votar "por quien sea", sin más. No es votar por la derecha empresarial para salir de la derecha burocrática del madurismo, disfrazada de izquierda y absolutamente contrarrevolucionaria. La salida pasa por estar en el esfuerzo cotidiano de reorganización y en el día a día de la lucha obrera y popular. Pasa por la resistencia a la represión y la defensa intransigente de los derechos. Pasa por la formación política como parte de la reconstrucción de la conciencia de clase. Debe forjarse en la práctica de la democracia de base, en la coordinación, la unidad y solidaridad con las luchas. Y, de esta manera, tomar impulso hacia la confluencia en un instrumento político de los trabajadores y el pueblo, para dar todas estas batallas y conducir la rabia cuando el pueblo resuelva no aguantar más.
Para Marea Socialista, es esto lo que podría permitir alcanzar un estado de correlación de fuerzas que se traduzca en la capacidad de postular a un nuevo sujeto político que está ausente, y que posibilite a la izquierda opositora y a los movimientos que luchan presentar una alternativa política con vocación de poder.
En estas tareas de trabajo y lucha, encontrémonos todas y todos.