La historia política venezolana de estos comienzos del siglo XXI, presenta algunas particularidades políticas que se ha mantenido en el tiempo, como una constante que tiene una contundente comprobación con la realidad real y concreta y que supera, cualquier asomo de manipulación mediática y ha sido la conducta política insurreccional y antipatriótica de una oposición radicalmente antichavista, que mantiene un perverso y enfermizo objetivo: desalojar al chavismo del poder político en Venezuela, por los caminos más violentos, sin importarles las consecuencias políticas y económicas, con la intención de fomentar un ambiente en el país de inestabilidad institucional.
Ya son varios los episodios políticos, originados y promovidos por una extrema derecha que es radicalmente intolerante, comenzando por el brevísimo golpe de Estado de abril del 2002, los paros económicos y petroleros, las sangrientas guarimbas, los intentos de magnicidios y los antipatrióticos apoyos al imperialismo estadounidense, para que aíslen y arrinconen a Venezuela, con sus criminales bloqueos y las innumerables e ilegales medidas coercitivas unilaterales.
Todo ese catálogo insurreccional elaborado y practicado por una perversa oposición terrorista y macabra, que no descansa en ningún momento para intentar que sus planes violentos, lleguen a feliz término, Sin embargo, hasta ahora la unión popular – militar y policial, ha logrado contener y desbaratar toda esa estrategia de generar el caos social y hasta una guerra civil.
Llama poderosamente la atención, las ruedas de prensa que desde el mes de diciembre del 2024, realiza el Ministro de Relaciones Interiores, Justicia y Paz, Diosdado Cabello, en donde muestra lotes de armas y explosivos incautados, coloca fotos de mercenarios detenidos y hasta videos de las confesiones dadas por las personas apresadas, convictas y confesas, en donde señalan que quieren bañar de sangre al territorio nacional.
La otra cara de la moneda de ésta ultraderecha terrorista, son los altísimos niveles de corrupción, que convirtieron a un grupo de extremistas, en unos supermegamillonarios, cuando La Agencia de los Estados Unidos para el desarrollo Internacional (USAID) les entregó miles de millones de dólares, como ayuda humanitaria.