Los primeros 15 días de la presidencia de Trump 2.0 han sido, para muchos, la manifestación más elocuente de demagogia y populismo que algún presidente de EE. UU. haya sido capaz de mostrar en los últimos tiempos; incluso ha logrado hacer palidecer su anterior administración.
En tan solo medio mes, Trump ha firmado decenas de órdenes ejecutivas contra la agenda climática y las políticas identitarias; ha renombrado al golfo de México, ha mostrado intenciones manifiestas de apoderarse del canal de Panamá y de anexarse Canadá y Groenlandia, ha promovido y ordenado redadas masivas de migrantes, ha arremetido contra los trabajadores de las propias agencias del gobierno federal, incluso ha barajeado la idea de exportar criminales a El Salvador y hasta de administrar la Franja de Gaza al acabar con la guerra y dirigir él mismo la expulsión de los palestinos gazatíes.
No cabe duda de que está estremeciendo con mucha mayor fuerza, las propias condiciones y características de la política nacional y exterior de su país. Venezuela, por su parte, al menos de forma particular, no ha sido demasiado impactado por ninguna de las políticas llevadas a cabo en las últimas semanas. Al margen de algunas declaraciones disonantes de Trump y de algunos de sus funcionarios, las licencias petroleras y las compras de petróleo venezolano siguen floreciendo entre ambos países, incluso se reconoce la realización de fuertes lobbies para que el proceso comercial continúe de la misma forma. [1]
Muchos atribuyen esta disposición de Trump a la necesidad de resolver rápidamente el tema migratorio del venezolano en EE. UU.; pocos ven una necesidad real por parte de EE. UU. del petróleo venezolano, argumentando que EE. UU. no necesita del petróleo venezolano para el equilibrio de su mercado. Considero estas apreciaciones en el mejor de los casos arriesgadas y desinformadas de la realidad del escenario global de la energía y de los nuevos desafíos en ella implica, y en el peor de los casos abiertamente erradas y totalmente interesadas.
Antes de hablar sobre las características del problema energético que afronta EE. UU. y el mundo, debemos identificar exactamente lo que representa Trump para EE. UU. y para el mundo. Sobre todo, porque en términos ideológicos y políticos, Trump representa más un síntoma que la causa de una situación.
Trump y Gramsci
El pasado 28 de enero, el samario británico The Economist publicó un estudio donde se mostraba que menos del 50% de los estadounidenses confiaban en sus instituciones [2]. Este estudio pareciera validar las opiniones desarrolladas por el economista Paul Krugman en su última columna publicada en el diario The New York Times, donde afirmaba:
"Tal y como yo lo veo, hemos sufrido un colapso de la confianza en las élites: el público ya no tiene fe en que las personas que dirigen las cosas sepan lo que hacen, o en que podamos suponer que son honestas… No solo los gobiernos han perdido la confianza de los ciudadanos. Es asombroso echar la vista atrás y ver cuánto más favorablemente se veía a los bancos antes de la crisis financiera… Y no hace tanto tiempo que los multimillonarios de la tecnología eran ampliamente admirados en todo el espectro político, al grado de que algunos alcanzaron el estatus de héroes populares. Pero ahora ellos y algunos de sus productos se enfrentan a la desilusión y a cosas peores; Australia incluso ha prohibido el uso de las redes sociales a los menores de 16 años." [3]
Lo descrito por Krugman ha sido validado también por otro economista mucho más liberal, Martin Wolf. Este señala en su muy recomendable libro "La crisis del capitalismo democrático" que la crisis que actualmente afecta a todo el régimen occidental democrático se debe fundamentalmente a:
"El aumento de la desigualdad, la creciente inseguridad personal y la ralentización del crecimiento económico, sobre todo tras la Gran Recesión. Por último, en gran medida como resultado de todas estas calamidades, en parte provocadas por sus propios fallos morales e intelectuales, las élites gobernantes —comerciales, culturales, intelectuales, políticas y administrativas— perdieron credibilidad ante la opinión pública."
Michael Hudson ha ratificado también esta realidad, particularmente en su libro The Destiny of Civilization: Finance Capitalism, Industrial Capitalism or Socialism, donde concluye que el proceso neoliberal desarrollado desde los años 70, ha generado una profunda bancarrota y una total desconfianza en el proyecto liberal de la globalización americana, forjando un profundo desaliento con respecto al modelo político vigente en EEUU, con sus instituciones y sus liderazgos.
La referencia a estos tres economistas no tiene la intención de demostrar ningún tipo de erudición; el fin de este ejercicio es mostrar que tanto un liberal radical (Wolf) como un socialdemócrata (Krugman) y un marxista heterodoxo (Hudson) han sabido verificar un mismo fenómeno, que no es otra cosa que la crisis de hegemonía de la clase dirigente de EE.UU.
Recordemos en este punto a Gramsci, cuando advierte las características de este tipo de crisis en su Cuaderno de la Cancel número 13, específicamente en su párrafo 23: "En cada país el proceso es distinto, si bien el contenido es el mismo. Y el contenido es la crisis de hegemonía de la clase dirigente, que se produce ya sea porque la clase dirigente ha fracasado en alguna gran empresa política para la que ha solicitado o impuesto con la fuerza el consenso de las grandes masas o porque vastas masas han pasado de golpe de la pasividad política a una cierta actividad y plantean reivindicaciones que en su conjunto no orgánico constituyen una revolución".
El resultado del proceso neoliberal y globalizante estadounidense está a la vista: 10% de su población (cerca de 34 millones de personas) acumulan más del 50% de las rentas e ingresos nacionales en un país de 340 millones de personas y esto, como ha mostrado Thomas Piketty, es lo común en la totalidad de los países del mundo. [4]
Como lo han sabido expresar claramente Emmanuel Saez y Gabriel Zucman en su libro "El triunfo de la injusticia":
"La admisión del candidato Trump fue sólo una prueba anecdótica de una nueva injusticia en Estados Unidos. Mientras sus ingresos crecían, mientras ellos (los más ricos) cosechaban los frutos de la globalización y su riqueza se disparaba a cotas nunca vistas, los estadounidenses más afortunados vieron caer sus tasas impositivas. Mientras tanto, para la clase trabajadora, los salarios se estancaron, las condiciones laborales se deterioraron, las deudas se dispararon y los impuestos aumentaron. Desde 1980, el sistema impositivo ha enriquecido a los ganadores de la economía de mercado y empobrecido a quienes obtuvieron pocos frutos del crecimiento económico."
De forma contradictoria, Trump se presenta como un síntoma de la actual crisis de hegemonía de la clase dirigente; incluso al interior de su propio partido ha dicho: "El viejo Partido Republicano de neoconservadores y globalistas ha desaparecido y nunca volverá" [5]. Esto lo coloca como una figura que se muestra en contra de los intereses del poder financiero, especulativo y globalizador y a favor de la tradicional base industrial estadounidense.
De igual forma, se presenta como protector de una cierta tradición, blanca y cristiana, instintivamente dominante y providencial, resumida en la frase "Estados Unidos primero". Curiosamente, si se analiza de cerca a sus más cercanos acólitos, todos están vinculados directamente con el capitalismo financiero y las aspiraciones de la globalización, empezando por Elon Musk.
Volviendo a Gramsci, debemos admitir, al menos de forma inmediata y provisional, que Trump posee una celeridad mayor que la poseen las clases subalternas estadounidenses, esto hará que EE.UU. y el mundo se expongan a un futuro oscuro de promesas demagógicas; esto hará que la crisis hegemónica no logre encausarse en una dirección revolucionaria en el corto plazo , pero en el largo plazo es necesario afirmar que tendencialmente e inevitable la permanecerá en un situación permanente de crisis hasta la consolidación de una nueva hegemonía. lo que quiere decir como diría Shakespeare, que algo hay de podrido en Dinamarca y será de esa forma hasta la derrota de su falso rey.
Evidentemente, este diagnóstico se puede ampliar a la totalidad del planeta. Hoy vivimos la crisis en la hegemonía de las viejas clases dominantes y de la globalización estadounidense occidental. En medio de este mundo que muere y de los dolores de parto de nuevo mundo que no ha nacido, surgen las quimeras, una de esas quimeras es la actual ofensiva de la ideología neopropitarista u ofensiva del capital empresarial contra el trabajo.
Esta ideología neopropitarista hace que los políticos de todo tipo se vuelvan muy religiosos y conservadores, haciendo que categorías como libertad económica, nueva democracia, modernización del estado, mejores condiciones de inversión y reducción de impuestos, redefinan el lenguaje político e inclinando la lógica política hacia el dominio de las políticas de mercado. Solo hay que prestar atención y veremos que desde los presidentes autodenominados como populares y los denominados libertarios confluyen en las políticas de mercado como base de sus agendas económicas. [6]
De modo que, de una forma u otra, a todos nos tocará enfrentar a nuestro Trump, con otros matices y otros fenotipos en nuestras distintas latitudes en este tiempo. En tal sentido, la tarea fundamental en este tiempo es saber identificar los partos verdaderos que empujen auténticas alternativas a la bancarrota de la hegemonía estadounidense, de las quimeras que se vendan como revolucionarias y en realidad sean reaccionarias.
El problema de la hegemonía global
En sintonía con la crisis interna, se desarrolla otra crisis externa para EE.UU. que tiene que ver precisamente con las condiciones de la crisis de su modelo de globalización; esto incluye el problema ambiental, el problema de movilidad de capital y particularmente el problema de China.
Del billón de dólares correspondiente al déficit comercial de EE.UU., un tercio del mismo es con China; de igual forma, China es el segundo mayor tenedor de deuda pública estadounidense por un monto superior a los 760 mil millones de dólares, lo cual representa casi 3% del PIB de EE.UU. En parte, por esta razón, China mira la desdolarización con cautela; le conviene que esta deuda siga con una cotización equilibrada porque parte de la amortización del sistema financiero chino se basa en esta deuda.
Hace casi 40 años, el historiador Paul Kennedy sostenía cómo las potencias en disputa por el dominio global tendieron a imbricarse cada vez más. Al mismo tiempo, argumentaba que China debía pacientemente concentrarse en su economía para lograr desatar todas sus dinámicas y solo posteriormente dedicarse a una competencia de fuerza militar, en parte para poder ser consecuente con las condiciones observadas por Kennedy para el desplazamiento de una potencia por otra. En aquella época, Kennedy sostenía que China se presentaba como el equilibrio necesario entre las dos potencias en competencia armamentista (EE.UU. y URSS) [7], llamada a fortalecerse económicamente en detrimento de las anteriores. Podemos decir que a la larga tuvo razón; el paso sigiloso de China ha terminado sorprendiendo a muchos. Es recién con la profundización de la modernización del ejército hace poco más de 1 década que China salió de ese sitial de equilibrio que le otorgaba Kennedy.
China, a diferencia de EE. UU., se ha posicionado como la gran exportadora del mundo, siendo literalmente el motor manufacturero del planeta e incluso en los últimos días se ha perfilado de manera muy agresiva como corredora en la competencia ante el umbral de la inteligencia artificial, como quedó verificado con la llegada al mercado global de DeepSeek. [8]
Aunque existe un debate largo y tendido sobre si China representa una alternativa a la hegemonía estadounidense o no, o incluso si realmente se puede reconocer como una alternativa poscapitalista, no es el espacio para discutir estos puntos de forma extensa, cosa que, por otro lado, he intentado hacer en otro lugar [9], pero sí podemos colocar algunas ideas importantes sobre la mesa.
Según Xi Jinping -ajustándose a la historia oficial del Partido Comunista Chino— el gran experimento del "socialismo con peculiaridades chinas" puede dividirse en tres generaciones. La primera empezaría con Mao Zedong, que "proporcionó valiosas experiencias, sentó los preparativos teóricos y materiales para iniciar en el nuevo periodo del socialismo con peculiaridades chinas"[10]. Una segunda generación, que iniciaría con la reforma y la apertura a finales de los años 70 del siglo pasado, centrada en la figura de Deng Xiaoping, quien iniciaría el socialismo con peculiaridades chinas. Y, por último, una tercera generación de políticos del partido que miraban la apertura y la globalización como eje elemental para el desarrollo, bajo el eslogan "Go Global". Esta tercera generación habría tenido a Jiang Zemin a la cabeza, quien "impulsó con éxito el socialismo con peculiaridades chinas y su realización gracias al principio de un partido con triple representatividad" [11] y, en el caso de Hu Jintao, este sentó las bases para formalizar la discusión de lo que sería la China del venidero siglo XXI, una potencia de equilibrio y bondad.
Podemos afirmar en tal sentido que China es hija del modelo de globalización estadounidense occidental y es por eso que ahora, ante la antiglobalización que China se coloca como referente de defensa de la globalización, solo que ahora China ha decidido construir algo que podríamos llamar la "globalización con particularidades chinas", elaborando la iniciativa de "Comunidad de Futuro Compartido de la Humanidad" [12], la Ruta y Franja de la Seda y la Ruta Polar de la Seda. [13]
Este nuevo modelo de globalización buscaría reemplazar al desgastado modelo estadounidense occidental; esto último explicaría también las ambiciones de Trump en torno a Groenlandia y al canal de Panamá, ambos puntos claves tanto de la Ruta y franja de la seda como de la Ruta Polar de la Seda. Por eso la lectura que debemos hacerle a la crítica e intención proteccionista de Trump es más dirigida a romper estas iniciativas de China. Con el objetivo de seguir manteniendo cierta hegemonía precaria.
En este punto sería necesario valorar desde el campo de las izquierdas ¿qué hacer? con la globalización, aceptar las posturas de los antiglobalistas o enfocarse en un análisis distinto y ser capaz de ver este fenómeno con mayores rasgos dialécticos; esto no será resuelto acá, pero creo necesario dejar el precedente como idea.
En adelante veremos que tiene que ver la energía en todo esto y que le toca a Venezuela en este escenario en disputa.
El nuevo marco energético y las nuevas líneas estratégicas
Hablar de energía en la actualidad es sinónimo de hablar de hidrocarburos, específicamente petróleo y gas que representan más del 60% del suministro de energía global y generan más de 5 billones de dólares anuales en beneficios e inversiones. De igual forma, es hablar de una industria que necesita encontrar y explotar de 3.000 a 5.000 millones de barriles de petróleos nuevos al año, solo para compensar la declinación natural de los yacimientos petrolíferos, que se produce en la actualidad.
Muchos dirán que estoy exagerando, que estamos al borde de una transición radical del patrón energético, que ya vemos carros eléctricos por todas partes y enormes campos eólicos y solares, etc. Para estos incautos es menester trascribir acá unas declaraciones del propio Fatih Birol, director ejecutivo de la Agencia Internacional de la Energía, dichas en 2019 al Comité de Energía del Senado de E.E.U.U.
"Incluso si todos los demás coches que se vendan en el mundo a partir de ahora fueran eléctricos, la demanda de petróleo seguiría creciendo. Los coches y los camiones ligeros (todoterrenos y camionetas), como se ha señalado antes, constituyen el 35% de la demanda mundial de petróleo; los coches solos, alrededor del 20%. El resto del consumo de transporte se destina a camiones pesados, barcos, trenes y aviones. Se esperaba que la flota mundial de aviones civiles, aunque más eficiente, se duplicara en 2040. Ahora, esa cifra puede retrasarse unos años debido al menor crecimiento de los viajes de pasajeros. No obstante, la demanda volverá: más del 80% de la población mundial nunca ha viajado en avión. La "vergüenza por volar" puede ser una moda social en Suecia, con una población de 10 millones de habitantes, pero China, con una población de 1.400 millones de habitantes, construye ocho aeropuertos nuevos al año. Uno de los problemas más difíciles es encontrar alternativas al combustible para aviones, aparte de los biocombustibles, cuyas cantidades son pequeñas. E incluso si hubiera una solución obvia o en el horizonte, tardaría mucho tiempo en tener un impacto, debido a la vida útil de la flota actual y al tiempo que lleva diseñar nuevos aviones, certificarlos y luego incorporarlos a las flotas de las aerolíneas. Los camiones pesados, debido a su peso, requieren la densidad energética del petróleo para propulsar sus cargas por las carreteras, aunque en China también se utiliza GNL".
Con esto no estoy diciendo que los esfuerzos, por demás necesarios, de la transición energética no se estén llevando a cabo; solo estoy señalando que dicha transición no será ni tan rápida ni tan radical, sobre todo por las mismas características de nuestros consumos de energía que no se centran únicamente en la movilidad. Aun y cuando el petróleo ralentice su demanda a partir del 2040, como muchos consideran, la demanda de gas natural, mayormente asociado a petróleo, aumentará en un 60% con respecto a la demanda actual en el mismo periodo.
Como ha reconocido el propio Daniel Yergin, uno de los mayores expertos en energía en el mundo, en su último libro, The New Map: Energy, Climate, and the Clash of Nations:
"En este sistema, el petróleo mantendrá una posición preeminente como materia prima global, siendo el combustible principal que hace girar al mundo. Algunos simplemente no querrán oír eso, pero se basa en la realidad de toda la inversión ya realizada, los plazos de entrega de nuevas inversiones e innovaciones, las cadenas de suministro, su papel central en el transporte, la necesidad de plásticos desde los componentes básicos del mundo moderno hasta los quirófanos de los hospitales y la forma en que está organizado el mundo físico. Como resultado, el petróleo —junto con el gas natural, que ahora también es una materia prima global— no sólo seguirá desempeñando un papel importante en la economía mundial, sino que también será central en los debates sobre el medio ambiente y el clima, y ciertamente en las estrategias de las naciones y en las disputas entre ellas."
Un elemento que poco se menciona en los análisis económicos sobre la seguridad energética es lo concerniente al cambio climático, los análisis sobre el futuro de los hidrocarburos suelen simplemente circunscribirse a la relación existente entre los nuevos yacimientos encontrados y su relación con el mercado futuro de los hidrocarburos, suponiendo un futuro estable y de tendencias estables bajo un paradigma que podríamos definir de "mercados saturado y sin declinación" , la sensación mayoritaria en tal sentido es que el petróleo ha perdido su carácter estratégico, después de todo si hay sobre abundancia de yacimientos y reservas no hay que preocuparse por los precios a futuro , hay que concentrase en mejorar las condiciones de inversión para lograr aprovechar lo más rápido posible las reservas que se tiene en un mundo de abundante petróleo. Nada más errado y apartado de la realidad.
El análisis sustentado en la idea de los "mercados saturados y no declinantes" se ha convertido incluso para Venezuela en un lugar común; sobre este paradigma, por ejemplo, se sostienen los que hablan de nuestra importancia secundaria para el mercado mundial de hidrocarburos. Quienes afirman esta posición no dejan de demostrar su ignorancia sobre el negocio del petróleo. En primer lugar, existe una enorme diferencia entre un yacimiento con reservas verificadas y extraíbles y un campo desarrollado con retorno de capital; la diferencia es, claro está, millones de dólares en inversión y un tiempo más o menos definido invertido en la construcción de infraestructura y en el desarrollo de rutas de logística.
Nótese acá un elemento sensible, el paradigma de "saturación y no declinación" induce a reducir las inversiones en yacimiento y exploraciones nueva, lo cual hace que la inversión se concentre en los yacimientos ya desarrollados, y no solo eso; como mostro Mazhar Al-Shereidah hace algunos años, en un entorno de estas características el mayor flujo de recursos se ven destinados a la financiarizacion y la trasformación de los hidrocarburos en commodities , sustentando un modelo de acumulación en el cual la realización de beneficios tienen lugar fundamentalmente a través de los canales financieros, en lugar de a través del comercio y la producción de las mercancías [14], por eso la mayor cantidad de inversión actual se focaliza en adquisición de concesiones y acciones bursátiles de yacimientos y no tanto en su desarrollo y producción de los mismos, si bien hay mucho más petróleo ese petróleo tiene un carácter especulativo y no productivo , eso es lo que hace que la carrera para el posicionamiento en los mercados siga abierto para los campos que si están desarrollados.
A lo anterior hay que agregar otro comentario que tiene que ver con las propias dinámicas globales de suministro y mercadeo, que no solo son afectadas por los conflictos geopolíticos, como es el caso de las rutas sensibles del Estrecho Bab al-Mandab Strait y el Estrecho de Hormuz en el Medio Oriente, sino también , por la intensificación de fenómenos climáticos como tifones y fenómenos climáticos extremos en el caso del Estrecho de Malaca y el Estrecho de Macasar, que comunican el Océano Índico con el Mar de China y por donde ya transita gran parte de los volúmenes de hidrocarburos globales. Basta recordar que, en un día promedio, más de 78 millones de barriles de petróleo crudo y combustibles refinados (aproximadamente el 75% de la producción mundial diaria) se enviaban de un país a otro; en el caso del gas natural, la proporción de la producción mundial en tránsito es de alrededor del 27%, gran parte a través de las mencionadas rutas.
En 2019, Michael T. Klare advertía de esta nueva realidad en su libro All Hell Breaking Loose: The Pentagon's Perspective on Climate Change, donde analizaba una serie de informes del Pentágono, referidos a los nuevos peligros del cambio climático para la seguridad nacional y global de EE.UU.
"Una gran parte de la energía del mundo se transporta a través de oleoductos, rutas marítimas y líneas de transmisión que naturalmente están expuestas a peligros relacionados con el clima, como inundaciones graves, mares turbulentos e incendios forestales de gran magnitud. Este peligro se ve agravado por el hecho de que, en busca de un acceso fácil a los canales de transporte marítimo, una proporción muy sustancial de la infraestructura mundial de petróleo y gas natural se encuentra en peligro. Situados en zonas costeras, que en muchos casos son muy vulnerables a huracanes y mareas de tempestad, a medida que avance el calentamiento global, el comercio internacional de energía será cada vez más susceptible a graves perturbaciones climáticas."
En apoyo de esta preocupación, Klare señala cómo los poderosos huracanes Katrina y Rita en 2005 y Gustav e Ike en 2008 dañaron o destruyeron muchas plataformas marinas e interrumpieron las operaciones en refinerías e instalaciones de distribución en el Golfo de México, reduciendo drásticamente la producción de petróleo y gas de Estados Unidos y causando un aumento en los precios globales. De hecho, parte de la disminución de la Reserva Estratégica de Petróleo de EE.UU. en los últimos años ha tenido que ver con estos fenómenos. Solo para citar dos eventos, recordemos la liberación de más de 20 millones de barriles de crudo por los daños de Katrina y el préstamo de más de 5 millones de barriles a las refinerías del Golfo tras el paso del huracán Harvey en 2017 para poder continuar con sus operaciones.
En esta misma línea, Thane Gustafson, experto en política energética rusa, ha formulado similares preocupaciones en su libro Klimat: Russia in the Age of Climate Change, al igual que Klare, Gustafson realiza un análisis sobre el impacto climático en el futuro de Rusia como proveedor energético. Para Gustafson, el cambio climático alterará el paisaje ruso de una manera dramática, derritiendo grandes áreas de permafrost ártico y poniendo en peligro la infraestructura local: cientos de kilómetros de oleoductos, puertos de embarque e incluso refinerías y destiladoras de gas, lo cual podría generar serios problemas en las líneas de suministro de crudo y gas tanto para Occidente como para China y la India. Por otra parte, el derretimiento círculo ártico aumentará la disputa por los recursos dispuestos en ese territorio, poniendo en riesgo incluso la lejana posibilidad de desarrollarlos. De igual forma, la explotación del mar del Norte en las costas de Noruega se verá afectada por tormentas cada vez más poderosas y destructivas, generando probablemente problemas en la estabilidad de uno de los principales mercados de referencia para el crudo y gas mundial. [15]
Tanto Daniel Yergin como Thane Gustafson y Michael T. Klare consideran que el principal desafío que afrontarán los mercados globales de energía en los próximos años será la adaptación a esta realidad, es decir, la proliferación de fenómenos climáticos intensos sumado a la inestabilidad en las líneas de suministro cada vez más comunes.
Los 3 coinciden que esto forzará en los próximos años una regionalización de los mercados de energía. Esto parece algo radical, pero ya había sido advertido por grandes estudiosos de la seguridad estadounidense como Andrew Price-Smith en el pasado, y lo argumentaba en parte por la necesidad del país de las barras y las estrellas de reducir su gasto del mantenimiento de seguridad en el Medio Oriente para poder sostener su gasto militar en ingeniería y desarrollo [16] frente a China y Rusia. Recordemos que el mayor porcentaje de gasto militar de EE. UU. se lo lleva desde los años 90 el mantenimiento de sus flotas y bases más que el desarrollo de armamento, lo que históricamente ha molestado a sus asesores de seguridad.
Procesos como el friendshoring y el nearshoring parecen estar respondiendo a esta ambición, al igual que la disposición proteccionista y autárquica de Trump. Tanto el friendshoring (reestructuración de las cadenas de suministro, trasladando la producción de los rivales geopolíticos potenciales a los países aliados o amigos) como el nearshoring (traslado de la producción y las fábricas lo más cerca del país posible) [17] son aplicables al reciente alejamiento de EE.UU. del Medio Oriente como proveedor energético. Hoy por hoy, sus mayores proveedores son países del continente americano (Canadá, México y Venezuela) o, como se dijo en cierta época, hemisféricos.
Muchos promotores del petróleo de esquisto dirán que EE.UU. podría incluso alcanzar el abastecimiento pleno de su demanda de más de 20 millones diarios de crudo por sí solo, pero esta afinación no pasa de ser una alucinación de Trump, Scott Bessent (Secretario del Tesoro) y Chris Wright (Secretario de Energía). Al margen de su Declaración de Emergencia Energética Nacional firmada el mismo 20 de enero, de todas las derogaciones ambientales que este género, de los recortes en impuestos que se preparan y de la apertura a nuevos campos de exploración [18] , el petróleo de esquisto ha alcanzado ya su punto de declinación; esto lo afirma Daniel Yergin, quizá el mayor promotor de petróleo de esquisto que existe después de los 3 hombres señalados.
"Los días de crecimiento frenético del petróleo de esquisto parecen haber terminado. Estados Unidos seguirá siendo un productor importante y probablemente recuperará parte del nivel de producción perdido por la crisis del coronavirus; pero no superará ese punto máximo de trece millones de barriles por día alcanzado en febrero de 2020, a menos que las circunstancias cambien significativamente".
Esta circunstancia de las que habla Yergin tiene dos vectores: la inversión y los precios [19]. Sabemos que el secretario de Tesoro, Scott Bessent, ha elaborado un plan para aumentar la producción petrolera de EE. UU. en 3 millones b/d para superar la barrera de los 16 millones para 2028 [20]; sin embargo, esto demandaría un aumento en el precio del crudo en 2025 para justificar las nuevas inversiones que los propios agentes petroleros de EE. UU. no quieren hacer [21]. En esta línea, algunos analistas argumentan la posibilidad de reducir el volumen de petróleo iraní y venezolano en el mercado, mediante sanciones, como mecanismo para alcanzar los precios deseados y así lograr la materialización del plan [22].
Volvemos a Venezuela.
Después de este largo periplo hemos llegado a Venezuela, tras elevarnos a lo universal para volver a lo particular. Recordemos que tras las Órdenes Ejecutivas 13808, 13835, 13850 y 13884 establecidas entre 2017 y 2019 (bajo la táctica de máxima presión del primer gobierno de Trump) la industria y el país sufrieron grandes pérdidas. si bien el país arrastraba problemas económicos desde el 2014, las sanciones aceleraron la caída en su PIB hasta un 25% de lo que era en 2013. De hecho, según el economista venezolano Francisco Rodríguez, hasta un 52% de esta caída estaría directamente vinculado a estas medidas [23].
En el periodo señalado, PDVSA redujo su producción de poco más de 2 millones de b/d en enero del 2017 a 339 mil b/d en su punto más bajo en julio del 2020, presentándose una contracción de casi el 85% de la producción en 3 años [24]. Con la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca y el desarrollo de la guerra de Ucrania y el conflicto en el Medio Oriente, se desarrolló el mecanismo de las licencias.
Sobre todo, la famosa Licencia General N.° 41 y, más ampliamente, la Licencia General N.° 44A, otorgadas por la Oficina de Control de Bienes Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés), la primera a finales de 2022 y la segunda en abril del 2024.
La primera produjo el llamado "modelo Chevron" para los convenios de producción en tiempos de bloqueo y la segunda fomentó el "modelo Venezuela" para el control del acceso a nuestro petróleo y el permiso de su comercio mediante licencias otorgadas a particulares por parte de la OFAC. En el medio de ambas licencias estaría la bisagra de la Ley Constitucional Antibloqueo para el Desarrollo Nacional y la Garantía de los Derechos Humanos, aprobada en 2020. De modo que en realidad asistimos al intento de crear una nueva arquitectura para el comercio de energía, tanto de Venezuela con el mercado mundial de energía como de los capitales de este sector con Venezuela. [25]
Se debe señalar que la discusión sobre el reingreso de Venezuela al mercado global de los hidrocarburos no ha sido tan unilateral como solemos pensar. Recordemos que tan solo 3 días después de haber sido renovado el decreto 13692, también llamado decreto Obama, que considera a Venezuela una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad de los EE.UU. por parte de Joe Biden.
El 5 de marzo del 2022 se realizó un encuentro diplomático de alto nivel entre Venezuela y EE.UU. (esto al margen del rechazo y el fervor patriótico que los funcionarios venezolanos ventilaban horas antes ante la renovación del decreto 13692). Sobre esta visita, la entonces secretaria de prensa de Joe Biden, Jen Psaki, declararía días después que en la reunión se discutieron diferentes temas, entre ellos la seguridad energética.
Seguido de esta reunión se otorgan licencias a Chevron el 27 de mayo para retomar sus operaciones en Venezuela. En esta misma dirección, en junio de 2022 se autorizó a Eni y Repsol el envío de petróleo a Europa. La situación en 2022 también cambió cualitativamente gracias a la promulgación de la Licencia General N.° 8k, que autorizaba a empresas de servicios petroleros americanos; Halliburton, Schlumberger, Baker Hughes y Weatherford International a mantener activos en Venezuela. Esto permitió renovar y reparar instalaciones importantes que ameritaban mantenimiento y corrección, permitiendo con esto aumentar el flujo de crudo.
Desde noviembre de 2022, cuando se otorgó la Licencia General N.° 41, hasta diciembre del 2025, la producción petrolera ha aumentado en un 44%, pasando de 693.000 b/d a 998.000 b/d; en mucha medida, el incremento de la producción se debe a las inversiones de Chevron en sus respectivas instalaciones y pozos.
Al margen de lo anterior, se desconoce hasta la fecha las características del convenio establecido entre PDVSA y Chevron. Al respecto, las autoridades insisten en que el convenio se rige por lo establecido en la Ley Orgánica de Hidrocarburos. Sin embargo, recientemente el diputado William Rodríguez ha advertido sobre el nuevo modelo de negocios de las empresas mixtas, refiriendo que "Los contratos de servicios que están caracterizando la producción se están manejando en una figura de 50/50 en la producción, no en la sociedad; esto se hace gracias a la Ley Antibloqueo, que es la única forma de hacerlo" [26]
De ser ciertos los comentarios sobre el control operativo y productivo, hechos por Rodríguez, en las empresas mixtas por parte de otras empresas distintas a PDVSA, se marcaría una violación del artículo 22 de la Ley de Hidrocarburos, que establece que el control operativo lo debe siempre mantener el Estado venezolano a través de PDVSA por su participación mayoritaria en las empresas mixtas.
De modo que parte del desafío que hoy acosan al campo de los hidrocarburos en Venezuela no pasa únicamente por el fortalecimiento del comercio y la atracción y fomento de nuevas inversiones, sino también, y de forma más apremiante en mi opinión, por el desarrollo de mecanismos más transparentes en la administración de la información que la empresa PDVSA maneja en materia de producción, comercialización y financiamiento.
EE. UU. y el futuro de nuestros hidrocarburos
Antes de regresar al tema interno de Venezuela, sugerimos como Venezuela e Irán se entendían como proveedores potencialmente sacrificables dentro de las estrategias propuestas para alcanzar los objetivos del plan de Scott Bessent para reordenamiento económico global, en los últimos días hemos visto una táctica distinta que podría consistir en imponer aranceles al crudo canadiense combinado con máxima presión contra el petróleo iraní [27].
En cualquiera de los dos casos hay un desafío que se presenta a la economía estadounidense, según lo establecido en la Declaración de Emergencia Energética Nacional: "La capacidad de los Estados Unidos de permanecer a la vanguardia de la innovación tecnológica depende de un suministro confiable de energía y de la integridad de la red eléctrica de nuestra nación".
En esta misma línea, Doug Burgum, secretario del Interior de Trump y miembro del futuro Consejo Nacional de Energía, dijo en su pasada audiencia de confirmación ante el Congreso que "partes de la red (eléctrica) podrían enfrentar graves interrupciones si no se toman medidas de emergencia ante la ola de centros de datos hambrientos de energía para la IA que impulsa la presión sobre la red. Sin nuevos suministros de energía, vamos a perder la carrera de la IA ante China" [28]; no cabe duda de que la producción de energía es parte de las líneas estratégicas de EE.UU. frente a la competencia de China.
El problema no resulta nada menor; se estima que en los próximos 5 años se requerirán al menos 63 gigavatios de generación extra de energía para sostener los nuevos centros de datos que se están contrayendo [29] y probablemente al menos la mitad de esta demanda se debe desarrollar en EE.UU. Para tener una idea, 32 gigavatios es más de la mitad de la generación de energía de los Países Bajos, y esto es solo parte del problema; si Trump también ejecuta su promesa de combinar el ecosistema cripto con el sistema financiero tradicional estadounidense veríamos un repunte muy significativo en la demanda de energía eléctrica dedicada a minería y movilidad de criptoactivos. [30]
Como se comentó más arriba, si Trump pretende anexar Groenlandia para usufructuar sus riquezas minerales y sus hidrocarburos, necesitará muchas inversiones y mucha energía para poner a funcionar toda la infraestructura de extracción, contando que no se desarrolle antes un conflicto en el círculo ártico.
De igual forma, la extracción a cielo abierto de las arenas bituminosas de Canadá será severamente afectada por el cambio climático cercano; tormentas boreales más intensas y largas afectarán las vías de transporte y los incendios forestales de seguro afectarán con mucha severidad la ruta de los oleoductos. Esto, como ya sabemos, es plenamente conocido por el Pentágono.
De modo que las reservas de Venezuela resultan privilegiadas ante la demanda futura de EE.UU., en primer lugar, porque, a diferencia de los campos de Guayana que se encuentran cercanos a las líneas ciclónicas, la mayoría de nuestros campos se encuentran en tierra y protegidos contra inundaciones y climas extremos. De igual forma, nuestros puntos de embarque y puertos de almacenamiento se encuentran protegidos por las Antillas del Caribe ante los grandes huracanes, a diferencia de las refinerías y bloques de almacenamiento del Golfo de México. Contrario a los que solo ven lo inmediato y cotidiano, hay toda una serie de dinámicas que nos benefician más allá de nuestro peso inmediato en la producción global.
Otro elemento adicional para tomar en cuenta son los costos de desarrollo de los hidrocarburos venezolanos frente a yacimientos más nuevos. En el caso de Venezuela, existen muchos yacimientos ya explorados e incluso con considerables porcentajes de desarrollo, campos de fácil y barata recuperación que sostendrían tasas de retorno importantes.
Sobre esto, el propio Ministerio de Petróleo, Héctor Obregón, ha sugerido que, en términos de infraestructura, para alcanzar la «recuperación óptima», PDVSA requiere de 1.133 equipos, de los cuales 93 son taladros de perforación o exploración. Aunque desafiante, resulta gastos menores frente al desafío de desarrollar yacimientos desde cero.
Los elementos descritos hasta ahora deberían servir para redefinir nuestra visión del negocio petróleo y romper el paradigma vigente del "mercado saturado sin declinación". Es necesario recordar que, aunque existan abundantes reservas descubiertas, esas reservas necesitan desarrollarse a costos enormes si no existe infraestructura previa (el caso de Guayana, por ejemplo), y que, si bien las nuevas tecnologías abren ventanas para la explotación de yacimientos, en el pasado "no explotables", otra frontera por superar sigue siendo el manejo de su tope de declinación (como ocurre con el petróleo de esquisto). En ambos casos, tanto nuestra infraestructura como la naturaleza de nuestras reservas guardan aún ventajas comparativas en el mercado energético. El problema fundamental es ¿qué hacer? y cómo aprovechar al máximo esas ventajas comparativas.
Si seguimos sosteniendo que nuestra industria está condenada a la rapiña extranjera, le estaremos haciendo un gran favor a las fuerzas que representa Trump. No cabe duda de que nuestros hidrocarburos jugarán un papel fundamental en el proceso de transición energética; debemos ser conscientes de que este proceso de transición energética y la crisis de hegemonía de la clase dirigente tradicional están relacionadas, como bien nos advierte Yanis Varoufakis.
"(La nueva energía verde dependiente de la nube) no necesita concesiones que contraen rentas del suelo, su productividad depende de una infraestructura digital basada en un sofisticado software que utiliza inteligencia artificial… La necesidad de pasar de los combustibles fósiles a la energía verde no podría ser más urgente… La energía verde basada en la nube está creciendo y, con ella, también el poder relativo de los nubelistas".
De forma irónica, Trump está sirviendo como puente entre un proyecto decadente de globalización y una nueva forma de dominio aún más elitista: el Tecnofeudalismo. Sin embargo, nada está garantizado en la historia, podemos luchar por un nuevo mundo real y no por una quimera. Para esa lucha, el uso consciente y realmente antiimperialista de nuestros recursos y nuestra fuerza de trabajo será fundamental. Hoy nos toca, parrafear a Germán Márquez Gil, no solo afirmar que nacimos con petróleo, nos toca decidir ser petróleo para, al dominarlo, lograr la superación de su dependencia y de sus estragos ambientales.
Referencias:
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2https://www.economist.com/graphic-detail/2025/01/28/how-covid-contributed-to-a-crisis-of-trust-in-america
3https://www.nytimes.com/es/2024/12/10/espanol/opinion/elites-multimillonarios-tecnologia-gobierno.html
4 Thomas Piketty. Capital and Ideology, Editorial digital: Titivilus (2019). Pag 33
6https://www.economist.com/leaders/2025/01/30/milei-modi-trump-an-anti-red-tape-revolution-is-under-way
7 Paul Kennedy, Auge y Caída de las grandes potencias. Editorial DEBOLSILLO, España (2006). Pag 696-713.
8https://www.economist.com/briefing/2025/01/23/chinas-ai-industry-has-almost-caught-up-with-americas
9 https://www.alai.info/y-el-partido-comunista-chino/
10 JINPING XI, 2014, La Gobernación y Administración de China Tomo II, Beijing, China, Edición en Lengua Extranjera, 8 pág.
11 Ibid
12https://politica-china.org/secciones/por-que-china-propone-la-comunidad-de-futuro-compartido-de-la-humanidad
14 Mazhar Al-Shereidah, La financiarizacion y convencionalizarían en el precio del petróleo, Universidad del Zulia Venezuela (2013). Pág. 101-124
15 Thane Gustafson, Klimat: Russia in the Age of Climate Change, Harvard University Press , England (2021). Pag 61-115.
16 Andrew T. Price-Smith. Oil, Illiberalism, and War. An Analysis of Energy and US Foreign Policy, The MIT Press Cambridge, Massachusetts London, England (2015). Pag 121-169
17 https://www.economist.com/the-economist-explains/2023/08/30/what-is-friendshoring
18https://www.whitehouse.gov/presidential-actions/2025/01/declaring-a-national-energy-emergency/
19https://www.wsj.com/articles/shale-boom-is-slowing-just-when-the-world-needs-oil-most-11569795047
20 https://www.wsj.com/business/energy-oil/trump-oil-gas-policy-drilling-donors-3438e99e
21https://www.wsj.com/business/energy-oil/trump-scott-bessent-oil-production-e004de84?mod=Searchresults_pos6&page=1
22https://www.aol.com/news/opinion-sanctions-venezuela-fueled-migrant-163000905.html?soc_src=social-sh&soc_trk=tw&tsrc=twtr
23 https://observatorio.gob.ve/sistema-estadistico-antibloqueo/
24https://www.economist.com/the-americas/2023/11/09/oil-traders-are-flocking-to-sanctions-free-venezuela
25 https://www.wsj.com/politics/policy/scott-bessent-sees-a-coming-global-economic-reordering-he-wants-to-be-part-of-it-533d6e71
26 https://www.youtube.com/watch?v=qWCzIujFoj0
27https://www.economist.com/the-americas/2025/02/02/canada-china-mexico-and-the-art-of-retaliation
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30https://www.economist.com/finance-and-economics/2025/01/26/will-americas-crypto-frenzy-end-in-disaster