La política del odio

No cabe duda que durante todos los siglos y en toda la geografía del planeta el odio siempre ha estado presente entre los pueblos. Tal animadversión no es algo natural, por lo general ha sido forjado o inoculado por alguien o por instituciones que les interesa mantener dividido a las personas. Quizás por ese viejo aforismo "divide y vencerás" o "divide para reinar", según consejos del emperador romano César. Tal máxima es un concepto político para triunfar en una guerra o en una gesta electoral, ya que el odio inspira el ánimo y el fanatismo de muchos en una contienda.

Hay diversas nociones que evidentemente han logrado mantener la separación entre los pueblos, las más notorias son la "religión" y la "nacionalidad". Ambas crean diferencias y para los empecinados tal discrepancia conlleva a pensar y a convencerse, según el fanatismo, en que uno es mejor que otro. Tal comportamiento fue aprovechado por el cristianismo, el fascismo y el nazismo.

Si revisamos los libros sagrados, una muestra de mitología, nos refiere un acontecimiento que no fue histórico, ya que no hay prueba de este suceso. Se trata de la crucifixión de Cristo consecuencia de la sentencia del sanedrín que condenó al hijo de María a morir en la cruz, según el método de ajusticiamiento del Imperio Romano. Este relato no está sustentado en ningún documento en ningún tribunal de la época. Tal leyenda dio origen a lo que hoy se conoce con el nombre de "antisemitismo", dado que a ese dictamen se le atribuye a los judíos. A partir de ese momento se desataron los demonios, hasta el día de hoy. Es sorprendente, que una mentira (el mito no es una verdad) dio origen a una vorágine que fue aprovechada durante muchos siglos por sacerdotes católicos y pastores evangélicos, quienes incentivaron en sus arengas y escritos el odio hacia los judíos. Veamos dos testimonios que evidencian la forma de los altos prelados de la iglesia de forjar odios hacia los feligreses que practican otra fe. Examinemos el caso del papa Pablo IV quien emitió una bula en el año 1559:

La bula papal les recordaba a los cristianos que desde que los judíos mataron a Cristo solo estaban en condiciones de ser esclavos. Les fue ordenado quedar confinados en un área restringida, el gueto y usar el peculiar sombrero amarillo. Fueron obligados a vender sus propiedades a cristianos a precio regalado (por ejemplo una casa a cambio de un burro o un viñedo por una prenda).

Pero no solo los jerarcas de la iglesia católica forjaron el odio hacia los judíos, también Martín Lutero el reformador religioso de la iglesia del siglo XVI donde en su libro (Sobre judíos y sus mentiras) evidencia su antisemitismo medieval, que todavía perdura:

"Había decidido no escribir ni sobre los judíos ni contra ellos. Pero como supe que ese pueblo miserable y maldito no deja de atraernos a nosotros, es decir a los cristianos, he publicado este librito, para que me encuentren entre los que se oponen a las actividades venenosas de los judíos y quien advirtió que los cristianos que estuvieran en guardia contra ellos."

Lamentablemente esta animadversión hacia los judíos no se quedó en la época medieval, fue aprovechado, cinco siglos después, por los líderes del partido nazi alemán y la SS (Schutzstaffel; escuadrones de protección), originalmente una organización paramilitar que brindaba seguridad al Partido Nazi. Esto ocurrió en el siglo XX y sirvió para hacer de la política del odio una cultura de odio, es decir, un comportamiento generalizado de una gran parte del pueblo germano que se suponía culto y educado. Para corroborarlo veamos el texto de un funcionario de la SS alemana en respuesta a un funcionario de un gobierno local que se negó a ahorcar a "cinco delincuentes" judíos:

"…Todos los judíos son delincuentes, sin excepción, la escoria de la humanidad. Todos merecen desaparecer de la faz de la tierra".

Pero el odio de los nazis no fue solo contra los judíos, también contra los bolcheviques, eslavos, gitanos, polacos y contra todo aquellos "no arios" que vivían en Europa a quienes consideraban de "raza inferior". Fue una política de odio transformada, aceptada y practicada por millones de germanos y por otros habitantes de la Europa central, occidental y oriental.

Hoy en siglo XXI ya no se habla solo de antisemitismo, es palpable la islamofobia en las redes sociales, en la prensa escrita, en libros y en las películas. Una forma de rechazo, aversión y hostilidad hacia los practicantes del islam y todo los relacionado con este, es decir, una manera aciaga de denigrar y satanizar a los musulmanes. Aquellas víctimas del antisemitismo, hoy en el poder en Israel se convirtieron en victimarios del pueblo palestino y muchos de los funcionarios sionistas tratan a los palestinos de animales. Son frecuentes los mensajes y discursos políticos que propagan ideas basadas en la superioridad u odios raciales, o que incitan al racismo, discriminación racial, xenofobia, e intolerancia relacionada con los musulmanes.

Es notorio cómo las redes digitales, mal llamadas sociales y otras formas de comunicación son explotadas para difundir la intolerancia y el fanatismo. Sorprende cómo los movimientos neonazis y supremacistas rubios-cristianos y sionistas están en auge. En todo esto es evidente el uso del discurso público para obtener dividendos políticos, para lograr este objetivo utilizan una retórica incendiaria que estigmatiza y deshumaniza a las minorías, a los migrantes, a los refugiados, a las mujeres y al prójimo diferente.

Ya no sorprenden las arengas del recién reelegido presidente Donald Trump cuando denigra de los latinos, sobre todo los mexicanos, así mismo de los venezolanos a quienes considera unos delincuentes, de los rusos, árabes, norcoreanos, chinos y todo aquel que le viene a la memoria como si estuviera evocando las vetustas y alocuciones racista de algún rubio siniestro, miembro del Ku kux clan.

Los discursos de odio como arma política han invadido toda la geografía del planeta y se escuchan, sobre todo en Europa occidental y en EEUU, incluye la rusofobia y la chinofobia, contra los migrantes africanos, una manera de conseguir prosélitos en sus campañas electoreras. Mediante estos subterfugios la derecha fascista trata de responsabilizar a los migrantes latinos y a los refugiados africanos (producto de las guerras propiciados por UE, la OTAN y EEUU) de los pésimos gobiernos neoliberales, así mismo, en sus infamantes arengas los inculpa de narcotraficantes y de forajidos.

La política del odio también se incrustó en el verbo de los líderes fascista de centro y Sudamérica, ya es causa común escuchar alguno de ellos injuriar a los venezolanos, tratándolos de ladrones, miserables, a las venezolanas la tildan de prostitutas, hasta muchos de los habitantes de Perú, Ecuador, Chile, Argentina… realizan manifestaciones para exigir la expulsión de su país a nuestros compatriotas. Los mismos que salieron de Venezuela para trabajar en otros lugares consecuencia de las medidas coercitivas unilaterales, aplicadas por EEUU y la UE. Tales medidas los obligaron a abandonar su patria para buscar otras tierras para así poder vivir de su trabajo y no del robo. Esta política de odio dio resultado y vemos cómo algunos candidatos de la derecha fascista recalcitrante llegaron al poder para continuar denigrando de los venezolanos. Todo esto, lamentablemente, contribuye a forjar la cultura del odio entre los pueblos.

La política del odio divide a los pueblos y cuando esto ocurre es fácil propiciar guerras futuras que fortalecen la venta de armas y de esta manera enriquecer a la industria vendedora de los artilugios de la muerte, que no por casualidad están en EEUU y la UE. En la política nada es casualidad, se forja odio para dividir y así poner a pelear a los demás para beneficio de terceros.

En Venezuela tenemos una forjadora de la política del odio, se trata de la goda María Corina Machado, quien en sus agresivos discursos se suele escuchar funestos insultos hacia a los chavista y en reiteradas ocasiones, por las redes digitales, los amenaza con exterminarlos, tal como hizo Hitler con los judíos, tal como lo están haciendo los sionistas con los palestinos. La derecha fascista de venezolana, comandada por la goda MCM no disimula su interés de institucionalizar la cultura del odio para sacar provecho electoral, algo que por fortuna no cala entre los electores venezolanos. A su lado están otros bandidos como Borges, Capriles, Leopoldo López, Ledezma, entre tantos vende patria, responsables del maltrato que sufren los migrantes venezolanos en otras latitudes, al acusar de plaga a nuestros compatriotas migrantes y también, de llevar todo tipo corrupción a los sitios donde llegan. El aciago objetivo de estos ominosos delincuentes políticos es una pelea entre hermanos en una sombría guerra civil, o en una invasión de tropas extranjeras, que por fortuna nunca se producirá.

Hitler fue un buen representante de la política del odio que implantó la cultura del odio en toda Europa, lo cual trajo como consecuencia la imposición del terror durante la Segunda Guerra mundial, con las lúgubres consecuencias que todo el mundo conoce. Bien lo expresó la poetisa y escritora afroamericana Maya Angelou: "El odio ha causado muchos problemas en el mundo y no ha ayudado a solucionar ninguno". Lee que algo queda.



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Enoc Sánchez


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