Relaciones: Brasil-Venezuela, peores que en tiempos de Bolsonaro

La llegada de Jair Bolsonaro a la presidencia de Brasil, representó un brutal cambio de sus relaciones diplomáticas con el resto del mundo. Las mismas fueron ideologizadas y se impuso como orden la alineación con la política exterior de EEUU y la oposición severa al multilateralismo. La cancillería brasileña, se convirtió en un apéndice del Departamento de Estado de EEUU y «el América primero» de Donald Trump, se transformó en el «Brasil primero» y con él, los mandos de la diplomacia de Brasilia se subordinaron a Washington procurando un mayor aislamiento para Cuba y Venezuela. La amistad entre los pueblos, que es uno de los fines de la diplomacia, se transformó en la diplomacia de la guerra y la enemistad entre los pueblos. En el caso venezolano, los locales diplomáticos fueron entregados a la banda de delincuencia organizada de Juan Guaidó, quien los convirtió en locales para negocios y venta de pasaportes, además de todo tipo de negociados que tengan que ver, con tráfico la identidad de las personas.

En contraparte, la República Bolivariana de Venezuela, se mantuvo apegada a los Principios de la Diplomacia Bolivariana de Paz. Cuyos Principios obligan a la nación Bolivariana a mantenerse apegada a la unión entre los pueblos latinoamericanos y caribeños, teniendo como norte las palabras rectoras del Comandante Chávez, quien ordenaba: «Solo unidos seremos libres y podremos enfrentarnos a los gigantes del mundo; esta es una región del mundo que nació para ser grande y para ser libre», y la Unión como Principio Rector de nuestra política exterior y en procura y construcción de la Patria Grande, compromiso ético del sueño de nuestro Gran Líder: Simón Bolívar. Es por ello, que en tiempos de pandemia cuando el pueblo de Brasil se quedó sin aire, Venezuela no dudó un solo instante y de inmediato camiones con bombonas de oxígeno partieron al Estado de Roraima para socorrer al vecino hermano falto de aire y esto, pese a no tener relaciones diplomáticas, como no las tuvo, durante los cuatro años de gobierno de Jair Bolsonaro. Con la llegada de Lula da Silva a la presidencia del Brasil, el proceso de restablecimiento de relaciones avanzó muy lentamente, parecía como si no quisieran reencontrarse de nuevo viejos amigos, viejas amigas. Distinto ocurrió con Colombia. Aunque Venezuela, recuperó sus sedes diplomáticas, todas desvalijadas por esa banda de delincuencia organizada que expresó Juan Guaidó. Las relaciones diplomáticas se reencauzaron sobre los nuevos principios de hermandad que suponían los BRICS, de mayor estrechamiento entre los pueblos, pero en el caso concreto Brasil-Venezuela parecía no ser así las cosas, algo había cambiado, el otrora líder suramericano se encontraba como aislado, sin la Argentina y sin Mercosur, lula estaba como desnudo, líder de qué, líder de nada.

Así tenemos que el otrora líder suramericano en esta nueva etapa de su nuevo gobierno, formando parte de los BRICS, el Nuevo Mundo, se alineó estrechamente con Washington, el declinante Viejo Mundo. Llegaron las elecciones a Venezuela, tenemos entonces a un Lula promoviendo el golpismo típico de Washington contra Nicolás Maduro. Lula, supuesto de izquierda respaldando a la ultraderechista María Corina Machado, muy similar al fascista Javier Milei. Tenemos a un nuevo Lula como antípoda de lo que encarnó toda su vida, pareciera como un proceso de reeducación llevado a cabo por la CIA contra un preso rebelde que disciplinado en nuevos valores, ahora los encarna en especia de nueva derecha occidental pro Washington. Es así, que después de ser derrotado por el pueblo venezolano, sus instituciones democráticas y constitucionales en su fracasado intento golpista, ahora se entromete en las elecciones estadounidenses apoyando –abiertamente- a la candidata del partido Demócrata, Kamala Harris. Y si ocurre, como todo prevén que ocurra en estas elecciones, un fraude que lleve al candidato Donald Trump a cuestionar dicho proceso electoral, calificado de viciado, obviamente el supuesto líder suramericano privado de opinar pues ya opinó a favor de una de las partes, ya hasta campaña electoral hizo a favor de Harris o de la CIA y su candidata. Lula queda invalidado, tal cual quedó en Venezuela y ahora lo queda en EEUU, con su diplomacia injerencista o de derecha, bolsonarista…



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Henry Escalante


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