El diario de Oscar Heck – el 15 de septiembre del 2024

Les voy a contar una historia (corta).

Un día en el 2014 en el pequeño pueblito fronterizo donde yo vivía, me fui con la moto al centro a comprar unas cosas en la farmacia que se encontraba en una esquina de la plaza, donde en esa misma esquina también se encontraba la estación de policía.

En ese pueblito, todos se conocen, entonces lo que les voy a contar no me tomó por sorpresa, pero sí de impresionó de ver de primera mano la profundidad de la corrupción interna estatal que existe aquí en Venezuela, particularmente a partir del 2013 cuando murió Chávez y se soltó la piñata y Venezuela cayó en manos de la anarquía, del vacío de ley y justicia, y en la masiva desigualdad social, todos elementos que propician la corrupción.

Llegando a esa esquina de la plaza y antes de poder estacionar la moto (yo andaba muy lento), sale un policía de la estación y me hace señal para que me pare, entonces me paro, y él me dice, "Necesitamos tu moto cinco minutos, para tomarle unas fotos, pero adentro [del edificio]," entonces, ya que todos nos conocemos, le dije, OK, y metimos la moto adentro.

Allí había un grupo de cuatros motos, al cual le agregaron la mía, la quinta, y empezaron a tomarles fotos desde diferentes ángulos durante unos cinco a diez minutos, pero asegurándose que no se vieran los números de placas. Mientras ellos hacían eso, escuché las conversaciones entre los cuatro policías que estaban allí y el jefe de policía, y fue algo así:

"No, no, tómele la foto para que no se vean las placas, recuerde que esa es su moto y no queremos que ellos lo sepan, y usted también, mire, póngala más cerca de la otra allí, la del señor."

(Yo no tenía placa.)

Y el jefe seguía dando ordenes hasta que terminara la sesión fotográfica, y entonces cada quien agarró su moto; las otras cuatro eran las moto personales de los cuatro policías que estaban allí. Mientras hacíamos eso, le pregunté a uno de los policías, ¿de qué se trataba todo eso?, y él me respondió:

"Es que el jefe tiene que mandar un reporte a Caracas de las motos robadas que hemos incautado recientemente --- porque así lo pidieron los nuevos jefes en Caracas con este nuevo gobierno ---, pero no hemos incautado ninguna, porque usted sabe que por estos lados nadie roba motos porque todos nos conocemos."

Lo miré y le di las gracias y me fui, consternado.

No lo podía creer, pero aunque no me sorprendía, eso se me quedó grabado en la cabeza por siempre. Yo jamás había visto ese tipo de cosa en mi vida, y menos todavía que venga de funcionarios públicos de seguridad quienes deberían ser ejemplos de rectitud.

Y eso, que yo trabajé en guerras al lado de soldados y agentes de la CIA, de la Mossad, y MI5, francotiradores, marines, boinas verdes (fuerzas especiales), y trabajé con las mafias sicilianes y judías, y compartí 11 años con los Hell’s Angels, pero nunca había visto ese tipo de cosa, es que, en mi mundo, en ese mundo donde yo trabajaba, si alguien mentía, lo mataban, si alguien robaba, lo mataban, y si alguien cometía algún tipo de corrupción, bueno, no solo lo mataban a él, sino a todos sus familiares y socios cercanos también. En mi mundo, en eso mundo, no se tolera ningún tipo de mentiras, robo (entre sí) o corrupción. Pero, Venezuela es otro mundo, donde la mentira, el robo y la corrupción parecieran formar parte integral de la sociedad.

No estoy juzgando, estoy simplemente resaltando una realidad. Si yo estuviera juzgando, no viviría aquí en Venezuela, mi país preferido, es que me gusta mucho el caos, el desorden y la anarquía que existe en este país, y el clima por supuesto, y buena parte de la población, especialmente entre los pobres.

Bueno, les cuento todo eso porque cada vez que veo aquí en Aporrea una foto publicada por los medios de comunicación del Estado donde por ejemplo muestran 1190 panelas de cocaína incautadas, muy bien organizadas en el piso para la foto, armas incautadas, bien ordenaditas y limpiecitas para la foto, municiones, uniformes falsos supuestamente utilizados por "terroristas," granadas ordenaditas sobre una mesa cubierta de un mantel blanco con el logo de la fuerza de seguridad por detrás, o cualquier otra cosa, ah sí, aun cuando muestran a cuatro supuestos traficantes de droga capturados mirando hacia atrás con las esposas puestas, todo bien ordenadito para la foto, bueno, pienso en lo que vi ese día en ese pueblito fronterizo.

Sí señor.

No lo olvidaré, jamás.

Desde entonces, siempre me pregunto hasta qué punto esas fotos serían reales, o si sería verdad lo que muestran, y me vienen a la cabeza cosas cómo:

Si fuera vedad que incautaron 1190 panelas de droga, ¿qué hacen con todas esa droga después? ¿Van a quemar $5.950.000 de droga (precio al mayor de la cocaína), o la van a lanzar al mar, o van a destruirla con químicos y así hacer desparecer $5.950.000?

¿Así puf, chao, chao?

Es igual con las armas, es igual con las municiones.

Una pequeña arma aquí en Venezuela en el mercado negro cuesta hoy fácilmente $1500 (lo sé de un exfuncionario de seguridad del Estado que conozco personalmente), entonces, digamos que incautarían 400 armas, así como en una reciente noticia donde el ministro de interior se jacta de la incautación, bueno, 400 x $1500 = $600.000 mínimo, ya que entre esas armas supuestamente habían (hay) muchas armas largas.

Ver la foto: https://www.aporrea.org/actualidad/n396627.html


Si cada arma supuestamente incautada (no les creo nada de todas maneras) valdría en el mercado negro digamos $3000, lo cual sería un precio relativamente bajo para ese tipo de armas, eso resultaría en un valor total de $1.200.000.

Entonces, pregunto otra vez:

¿Creen ustedes que ellos van a destruir esas armas?

Es que, si las destruyen, eso sería como agarrar $1.200.000 en efectivo y quemarlos.

¿Verdad?

Bueno, en estos tiempos de hambre y miseria, cuando los funcionarios de seguridad tienen salarios de esclavo que no les alcanzan para nada, y jubilaciones de $5 o $10 al mes, ¿creen ustedes que los funcionarios de seguridad quemarán los dólares que se les atravesaran por el camino?

Eso me hace pensar en cuando fui muy violentamente secuestrado y torturado y casi matado en Güiria en el 2015. Quienes mandaron a secuestrarme, les pagaron a sus subordinados con los bienes que ellos me podían robarme, y me robaron todo, porque así les pagaban, me robaron 3 camas nuevas con los colchones nuevos, una cocina nueva, un freezer grande nuevo, una mesa con 5 sillas nuevas, la poceta nueva, todas mis tuberías de agua, 5 toallas de playa nuevas, y los $200 (en bolívares) que tenía en el banco. Me dejaron limpio y sin camisa y sin zapatos cuando me escapé.

Repito, así les pagaron por su trabajo de incautarme a mí.

¿Ven a qué me refiero?

Para finalizar …

Yo personalmente no les creo ni una sola palabra al actual presidente de Venezuela, ni a su vicepresidenta, ni a ninguno de sus ministros, ni a ningún director de ninguna de las instituciones del Estado venezolano (que son todos aliados del actual presidente de Venezuela), ni a ningún gobernador o alcalde aliado al actual presidente de Venezuela, ni a nadie de la actual asamblea nacional, y menos todavía al presidente de esa asamblea nacional, y mucho menos todavía a cualquiera que sería responsable de las fuerzas de seguridad de nuestro país, ¿por qué?, bueno, porque ellos mienten regularmente, y porque muchos son corruptos, y porque yo he visto personalmente como hacen para crear sus montajes.

Entonces, cada vez que ustedes vean una foto publicada por los medios de comunicación del Estado donde se jactan de haber incautado droga, armas, y delincuentes, espero que tomarán en cuneta la tremenda profundidad de la corrupción que existe hoy dentro del aparato Estatal venezolano, y piensen:

¿Será esa foto un montaje?



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Oscar Heck

De padre canadiense francés y madre indígena, llegó por primera vez a Venezuela en los años 1970, donde trabajó como misionero en algunos barrios de Caracas y Barlovento. Fue colaborador y corresponsal en inglés de Vheadline.com del 2002 al 2011, y ha sido colaborador regular de Aporrea desde el 2011. Se dedica principalmente a investigar y exponer verdades, o lo que sea lo más cercano posible a la verdad, cumpliendo así su deber Revolucionario ya que está convencido que toda Revolución humanista debe siempre basarse en verdades, y no en mentiras.

 oscar@oscarheck.com

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