Desemprendimientización de la academia

Soy profesor de inglés graduado en el Pedagógico de Caracas y músico de cuerdas venido de por allá frente del Terminal de Pasajeros del Puerto de la Guaira en días de la masacre de Cantaura, Yumare, estudiantes que osaron defender el medio pasaje estudiantil, los comedores; enfrentando la más brutal represión estudiantil, la ley de fuga, la lista de bachilleres sin cupo, la recluta, la desaparición forzosa, el remarcaje de precios y la especulación producto del acaparamiento.

Por aquellos días –al menos en mi familia- habían solo dos opciones: si no estudias, trabajas. Paralelamente mis padres se aseguraban de sembrarnos el terror de lo que nos sucedería al no estudiar. Ella, atornillándonos su tragedia de haber sido llevada como sirvienta de casa en casa de familia arrancada de su hogar desde los 6 años. Él, insistiéndonos en la importancia de ir a la universidad porque no era suficiente con aprender un oficio. Luego de marinero, mandadero en Muchinga, obrero portuario, maestro de escuela, electricista, había terminado exponiendo su vida orgullosamente como Policía Metropolitano. Y fue tan brutal el condicionamiento psicológico pro carrera universitaria recibido por los 6 hermanos que -muy a pesar de que un obrero portuario para la I gran Venezuela de CAP llegó a ganar hasta 12 mil bolívares-, ninguno de nosotros se sintió tentado y todos nos graduamos: TSU Electrónica, Administración de Recursos Humanos, Contaduría, Banca y Finanzas y Administración de Empresas. Pero ni siquiera el índice de Gini mal interpretado pudo retrasar el agotamiento de las estructuras económicas, políticas y sociales propias de la IV que trajeron como consecuencia su declive y desaparición. Asistimos al degüelle de la democracia representativa por parte de sus propios quien en palabras del Profesor Luis Castro Leiva de la USB en su intervención ante un moribundo congreso el 23 de enero de 1998 advirtió lapidariamente: la nación es la de quien pueda tener las ganas de encarnarla…

Con el advenimiento de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en el contexto de una política social ajustada de préstamos con carácter social para adquisición de vivienda debidamente conjugado con el ejercicio de nuestras carreras universitarias, mis hermanos y yo accedimos a cuatro paredes dignas luego de haber perdido los cuchitriles alquilados que nos servían de morada para el momento de la vaguada de 1999. Vi a mis hermanos florecer de manera académica modesta y económicamente proporcional a sus responsabilidades para luego con orgullo llevar en mejores condiciones a nuestros hijos y sobrinos a la universidad y a cambio ni de dinero ni de exclusividades, ser testigos del ascenso de esta nueva camada. Entonces, resulta por demás extremadamente preocupante que nuestros hijos y nietos sigan inspirados en ir a la universidad para luego recibir salarios de hambre sin mayores beneficios contractuales amén de una exigua protección social que en conjunción con una diarrea mediática, los obliga a marcharse por caminos de improvisación allende las fronteras de la patria que los formó. Cómo perpetuamos el estado democrático y social de derecho y de justicia si el torpedo de la corrupción infame junto con las minas del cerco financiero y el secuestro de nuestros fondos golpea la línea de flotación laboral de una nación que en década y media floreció y sigue floreciendo como ninguna otra en América Latina? En esta parte del mundo pueblos enteros luego de ser asesinados por la derecha criminal, estamos convencidos de que ésta y sus acólitos no representan alternativa alguna de mejora a tal punto que hoy vemos cómo más y más pueblos en el mundo insurgen como sea contra el capitalismo voraz y aniquilante. Son nuestros valores como sociedad equitativa -CRBV incluida- el gran objetivo a destruir por parte de nuestros enemigos políticos y de clase. La clase profesional –esa que conforma a nuestros líderes en las riendas del gobierno- para su reproducción necesita inspiración entre otras, económica. Entiéndase por esto, mejores condiciones de vida en lo que a lo laboral se refiere. Tenemos que premiar no solo a los emprendedores, sino también colocar al quehacer universitario –profesionalismo incluido- en su justa dimensión como ente legítimo garante de desarrollo. Si tenemos que redefinir los objetivos de investigación en las universidades del país, hagámoslo. No se trata de orgullo alguno de clase, sino más bien de dinamizar los beneficios que como pueblo socialista habrán de elevar el nivel de vida en el artículo 1 de nuestra constitución a los fines de hacer irreversible nuestro proceso revolucionario. Este proceso expresado en cada línea de nuestra carta magna tiene que ser atractivo desde todo punto de vista para con los hijos del pueblo, combustible que eche a andar el carro del crecimiento y desarrollo de la nación. Ese mismo pueblo venezolano que en su momento se cansó de los desplantes y el abandono étnico IVrepublicano y decidió acompañar a nuestro Comandante Eterno Hugo Chávez en su cruzada a favor de un nuevo estado de derecho por nuevos caminos de conquistas lo exige a viva voz. Ahora es cuando el proceso revolucionario venezolano, lanza de la equidad y la justicia en ristre, tiene muchísimas leguas que cabalgar como ejemplo dignificador de pueblos.

En la víspera del 34o aniversario del asesinato del Bachiller USB Gonzalo Jaurena. https://twitter.com/search?q=gonzalo%20jaurena%20&src=typed_query

Profesor 

Consejero de la Universidad Nacional Experimental

Simón Bolívar.

Coordinador del Programa de Igualdad de Oportunidades "Bachiller Gonzalo Jaurena".

anatera@usb.ve

prog-pio@usb.ve



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