La traición naranja

Diluidos entre el olvido y el repudio del pueblo la extrema derecha venezolana sigue dando vergonzosos tumbos en su ruta de fracaso. Su destino final está cantado. Les espera el ostracismo, pues el rechazo de la población es de tal magnitud que más nunca podrán acceder al poder por la vía democrática y electoral. Solo el Tío Sam sigue levantándoles la mano, en modo desengaño, pues claros están de que el mantra del "cese de la usurpación" inventado por Leopoldo López es la estafa del siglo. Hay que darle méritos a este nefasto personaje, embaucar al mismo tiempo a la Casa Blanca, a la Comunidad Europea y a la extrema derecha planetaria no tiene precedentes en el escenario político mundial.

No cuajaron ninguno de sus sediciosos planes. Son más de 20 años acumulando fracasos entre golpes de Estado, intentos fallidos de magnicidios e invasiones mercenarias, así como la promoción del dañino bloqueo comercial y económico en contra de su propio país, afectando principalmente a la población más vulnerable que ha presentado serias dificultades en el acceso a alimentos y medicamentos básicos, aún en momentos tan críticos como los vividos durante la pandemia del COVID-19. Estos apátridas no tienen conciencia del impacto de sus acciones. No tienen ni un mínimo de misericordia en contra del pueblo. Su afán de poder y de lucro, metiéndole el diente rapazmente a las denominadas "ayudas económicas", está bien alejada del referente moral y ético que debe poseer un liderazgo político para someterse al escrutinio del pueblo.

En el caso específico del partido de extrema derecha Voluntad Popular, hace rato que sus dirigentes perdieron la brújula. La naranja está podrida. Y de su seno solo florecen desavenencias y conflictos propios de la puja por imponer intereses sectarios y grupales alejados de las opiniones de sus propias bases y de los dirigentes regionales, que han tenido que enfrentar la sempiterna "dictadura" interna impuesta por el supuesto demócrata Leopoldo López y su insulso y desmañado pupilo Juan Guaidó.

Una de las caras más visibles en la ruptura naranja lo representa el exalcalde neofascista de San Cristóbal Daniel Ceballos. Este célebre guarimbero (hasta a la cárcel fue a parar por sus delitos promoviendo el odio durante el plan de "La Salida" violenta del año 2.014), al parecer encontró su camino a la redención y se ha distanciado amargamente de sus excolegas de la cúpula de Voluntad Popular, siendo parte de las facciones en pugna por quedarse con la tarjeta electoral de este proscrito partido golpista.

Ceballos ha soltado en las últimas semanas, un conjunto de perlas que marcan el quiebre definitivo con sus anteriores compañeritos de guarimba. Destaca su postura en contra del llamado "gobierno de transición" pues considera que "Guaidó ya no representa a Venezuela, el voto y la participación en Venezuela ganó"; y también declaró, en clara referencia a Leopoldo López, que "He dejado de apegarme a un solo camino o hacer las cosas como otros las han hecho sin éxito y a un alto costo para Vzla, para crear mi propio camino incluso cuando algunos todavía no lo entienden". Mensajes directos que retan las líneas golpistas impuestas por López. Tienen bien claro en la facción que simpatiza con Ceballos, su objetivo de activar el partido con miras a participar y copar espacios políticos en las venideras elecciones del año 2.024.

En la acera de enfrente todo es consternación. En la facción dirigida por Leopoldo López sienten el amargo aliento de la traición. No están acostumbrados a la democracia interna, a la confrontación de ideas. La sublevación de sus cuadros más relevantes es una afrenta moral, imposible de superar para una cúpula cómodamente "exiliada" en Europa, cegada en su entendimiento por los buenos vinos, las tapas y la alta alcurnia europea. Sus exiguas apariciones perdieron el tino político y están alejadas de la realidad que viven sobre el terreno (donde dejan la piel) los líderes locales que dejaron abandonados a su suerte.

El vocero de la facción López, Juan Guaidó, recogió el guante. Mascullando rabia y frustración respondió con soberbia y repugnancia en contra de su excompañero de farras. Escurriendo el debate y toda posibilidad de conciliación, acusó que mediante la "propaganda de división" se "han sobornado dirigentes" y se ha creado el escenario para "robar partidos políticos y crear una falsa división para confundir a los venezolanos". Para que no queden dudas de la colisión en curso, desde las redes sociales de Voluntad Popular afilaron la acusación y señalaron que "De víctima de la dictadura… a cómplice de los criminales de lesa humanidad: hoy Daniel Ceballos ha oficializado su papel como traidor y alacrán". Alta conjura en las filas de la cúpula naranja.

Cabe destacar que bajo el funesto "liderazgo" del espurio usurpador Juan Guaidó la división en las filas opositoras es de magnitudes colosales, fracturando hasta las raíces mismas de su propio partido naranja. En apenas dos años perdió todo el capital político que se le otorgó desde las huestes opositoras. Su facción política, la corporación empresarial llamada Voluntad Popular, lleva bajo el ala el plomo de infinidad de casos de corrupción, usurpación de funciones, apropiación indebida y enriquecimiento ilícito, entre muchos otros crímenes que lo harán presentarse, tarde o temprano, frente a la justicia.



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Richard Canán

Sociólogo.

 @richardcanan

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