Samán, ya no hay Estado, nos cambiaron por cotufas y no lo percibimos

El Estado madurista es en realidad un antiEstado. La práctica del gobierno madurista va mucho más allá de la acción engañosa de la democracia burguesa, que mantiene las apariencias, y hasta funciona con cierto respeto por la institucionalidad, la división de poderes. El madurismo, marginal como es, no respeta nada, en su camino arrasa la nacionalidad, el permanecer es su medida de todas las cosas, no importa si es sobre las cenizas del Estado, de la república, de la masa maltratada.

Con el madurismo, la credibilidad en las instituciones se evaporó, quién va a creer que los poderes funcionan independientes. El poder judicial actúa a la carta de miraflores, dicta sentencias a su conveniencia, allí están las sentencias contra la asamblea opositora, expeditas y ajustadas al derecho del madurismo. Con la fiscalía, el ministerio público, la situación no es mejor, ayer nada más vimos a miraflores, al ejecutivo, ordenar abrir investigación a un gobernador, se ha perdido hasta el pudor, públicamente el ejecutivo ordena a los otros poderes. La asamblea no se salva de la desvergüenza, las órdenes son cumplidas con celeridad. El cne, un poder que debe cuidar tanto su imparcialidad por lo delicado de su tarea, pilar fundamental de la democracia burguesa, es vapuleado a voluntad de miraflores, lo último es el descaro de no permitir la candidatura de Samán a la alcaldía de Libertador. Con eso no sólo se demuestra el carácter viciado de las elecciones, sino también el desastre del cne. La Constitución de Chávez es tratada como un inexistente, una nada.

El paisaje es muy nítido, el gobierno madurista funciona como un pranato, a la voluntad del ejecutivo, o mejor de la cúpula, de los cinco de miraflores, el ejecutivo funciona de forma muy precaria, los ministros no pueden aparecer, está prohibido brillar, sólo algunos de la alta esfera pueden hablar, y parlotean de todo, desde la vacuna, hasta los intríngulis de la economía. De la noche a la mañana, por obra y gracia, amanecieron preñados de altos conocimientos.

Por supuesto que no hay Estado que resista a un gobierno madurista, tipo marginal, y sucedió lo inevitable: hoy no tenemos Estado, hemos regresado, quizá, a la época del general gómez, a la montonera, en su versión moderna, el pranato. Todo fue destruido, y lo poco que queda en pie, se disuelve de mengua. Si esto continúa, si el corrosivo madurismo sigue gobernando, el país se pierde.

Lo de Samán es una señal definitiva que debe guiar las acciones futuras, ya la gota colmó el vaso, sólo los muy ingenuos, o los cómplices de la restauración del capitalismo, pueden creer en la institucionalidad el madurismo, en sus leyes, en sus poderes, en sus elecciones, todo es terreno para la pillería, para el fraude, el truco barato. Allí está el diputado Figuera, censurado en la asamblea, de nada valió el esfuerzo electoral, sus votantes fueron ignorados. Está claro el carácter dictatorial del pranato. Y no vengan a culpar de este desastre a la guerra económica, al bloqueo, el carácter, el espíritu de gobierno debía acerarse con las dificultades, hacerse más democrático, más respetuoso, más chavista, y al contrario se hace más forajido.

Por supuesto, y corriendo todos los riesgos, hay que decirlo: la solución a esta calamidad del gobierno madurista, está fuera de la legalidad, de la institucionalidad forajida del madurismo, llegó la hora de invocar el artículo 350… (Artículo 350 El pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por la independencia, la paz y la libertad, desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticos o menoscabe los derechos humanos).



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Toby Valderrama Antonio Aponte

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