La caoscracia nos conduce a una terrible guerra civil

A veces la efervescencia social ignorada desborda al estamento político de un país, y ese descontrol que ya aparecía en la gestión de gobierno domina a toda la sociedad produciendo la fragmentación social. En ese momento, la caoscracia ha cumplido su destino: crear el caos social, disolver la sociedad.

En Venezuela, con el madurismo pragmático, padecemos una caoscracia que ha conseguido disolver cualquier cemento social. Material y espiritualmente, destruye la nacionalidad: la economía es un desastre, innecesario describirlo, todos los padecemos; el planeta se asombra de la eficacia destructiva de este pentaedro de gobierno. En lo espiritual, el desastre es más dramático, parece que nos cobraran el haber alcanzado elevadas alturas de conciencia social con el gobierno de Chávez, es como si tuvieran instrucciones de arrasar con el avance espiritual, llevar a la gente a niveles de desesperación, de canibalismo.

El estamento político, el pentrarcado de gobierno (gobierno de cinco) y la falsa oposición gringa, se han disociado de la realidad nacional. El país se caotiza velozmente, no hay gobernabilidad, el madurismo (los cinco pentrarcas) no consiguen controlar el país. Cada quién anda de su cuenta, las instituciones y los individuos. Desde la policía en las alcabalas matraqueras, hasta el poder judicial. En los barrios la situación es terminal, en cada barrio un reyezuelo, cada barrio un paisito aparte, con su propia legislación, su propia fuerza de coacción. En la frontera, ya lo vimos: hay una fuerza de ocupación capaz de capturar soldados de la FANB en combate y luego negociar el rescate.

Ya las mentiras, el espectáculo barato, los operativos de ocasión no son creíbles, no funcionan, el gobierno está desnudo, no tiene base, se mantiene por inercia; mientras, el país, la sociedad, va por otro lado. Ahora asistimos a una señal que presagia días duros. El gobierno acusa a la oposición que cogobierna, al guaidosismo, de financiar los podercitos paralelos en los barrios, de “estar metiendo mucho billete en esto”. Y la respuesta del gobierno es oponerle a esto las fracasadas zonas de paz, siendo más claro, se trata de los colectivos.

No pueden controlar la cota 905 y justifican, distraen, con mentiras, es su costumbre. Simultáneamente, amenazan con los cuerpos paramilitares afines al gobierno. El gobierno, evadiendo su responsabilidad, crea una situación de preguerra civil. Si la acusación de financiar los paramilitares en los barrios es cierta, la situación es grave, y si la acusación es falsa, es más grave todavía. Reconoce en cualquiera de las dos posibilidades que existe una fuerza paramilitar en los barrios, que el pentrarcado no puede controlar y apela a una dudosa fuerza, a los colectivos para controlarla.

Esta situación de inestabilidad, de dilución del Estado, necesariamente escalará, los bandos en disputas crecerán, tendrán vida propia, disputarán territorios, adquirirán superestructuras. Se conformará una verdadera guerra civil. Ya presenciamos las primeras señales en el corazón mismo de la ciudad capital.

El país se disuelve frente a nuestras narices, al madurismo sólo le queda la represión tan brutal cuanto inútil. Es urgente deponer a este gobierno, a esta oposición igualmente zángana, ya no es un asunto meramente político que pueda ser resuelto en un show electoral, simulando un cne independiente, una oposición tolerable. El problema de este país nuestro exige una conmoción política, un rompimiento drástico con el estamento político podrido que haga posible la reconexión espiritual de gobernados y gobernantes. De no hacerlo, tal como nos alertó el Libertador, el caos nos devorará…

¡CON CHÁVEZ SIEMPRE, CON EL CAPITALISMO NUNCA!


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Toby Valderrama Antonio Aponte

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