¿Todo pueblo tiene el gobierno que se merece?

El libro el Eclesiástico es el más extenso de los libros deuterocanónicos de la Biblia, que significa "libro de la asamblea" y se hizo tradicional en la iglesia latina quizá por la frecuencia con que se utilizaba en los primeros siglos para la formación moral de los catecúmenos y de los fieles. En el siglo III y II a.C. los dos sabios de Israel: Cohélet y Sirac reaccionaron frente a la civilización que estaba sumergiendo a todo el Próximo Oriente. Ben Sirac fue el autor del libro, emigró desde Israel a Egipto y su nieto tradujo su obra a la lengua griega cuando éste llegó a residir a Egipto hacia el año 190 d.C. Es uno de los siete libros que se encuentran en la Biblia griega, pero no en la hebrea y que acepta la iglesia católica más no las iglesias protestantes. En el prólogo del libro, Sirac señala que está dirigido a los judíos que están deseosos de regir su propia vida de acuerdo con la ley, sin olvidar a los paganos que deseen saber qué les espera al asumir a Yahvé Dios. Una de los capítulos de este libro que más ha sido utilizado desde el punto de vista político por parte de la derecha para vilipendiar o mal poner a los gobiernos progresistas, de izquierda y a sus gobernantes, es el capítulo 10:2-5, cuyo párrafo dice: "Todo pueblo tiene el gobierno que se merece. Cuando el rey es ignorante, el pueblo acaba en la ruina; cuando el rey es sabio, el pueblo prospera. Dios tiene en sus manos el poder de gobernar este mundo y el poder de nombrar gobernantes. Cuando llega el momento, elige al gobernante adecuado y le da su propia autoridad". Creer realmente estos versículos, sin contradecir o dudar esta frase, es considerar varias vertientes descabelladas que solo pudo haberse narrado para imponer una mentira como cierta. Creer que todo pueblo tiene el gobierno que se merece es aceptar que Dios es violento, castigador, ególatra e inhumano. Analicemos un poco más lo contradictorio de la frase: si el rey es ignorante, el pueblo va a la ruina, en este caso es por culpa del pueblo porque éste lo elige; pero si el rey es sabio, el pueblo prospera gracias a dios, porque dios tiene el poder de elegir sus gobernantes. Bien dijo Galeano "ellos trajeron la biblia y nos engañaron". Este libro fue escrito antes de Cristo, si los cristianos consideran que el hijo y el padre son una misma persona ¿cómo pueden aceptarlo como palabra de Dios, cuando Jesús ni siquiera había nacido? Recordemos que en su prólogo el libro fue escrito en un contexto histórico para los judíos, no aplicable a todo el planeta.

No es casual que esta frase se haya puesto en boga especialmente en América Latina por el auge que comenzó a tener la izquierda en la región y que además haya servido para que muchos pastores de las iglesias cristianas hayan incursionado en la política para utilizar sus tácticas a los fines de atrapar seguidores, destronar gobiernos progresistas en alianza con la ultraderecha, no solo con fines religiosos sino con fines económicos como parte del poder oscuro. El neoevangelismo está sustituyendo otras religiones, esto ocurre por la pobreza, por la precariedad económica, por la falta de afecto producto de la crisis depresiva, emocional y de angustia que vive el ser humano. Sus líderes se aprovechan de estas condiciones, hacen crecer sus pagodas y ellos sus cuentas bancarias. En función de esta frase Joseph de Maistre considera que "toda nación tiene el gobierno que merece", aludiendo así a la ignorancia de la sociedad en turno y a su incapacidad por formular un voto consciente. Mientras que André Malraux, decía que "la gente tiene los gobernantes que se le parecen". Yo digo: "todo pueblo tiene el gobierno que le ayudará a evolucionar en función de su historia, con el líder que ese pueblo sabio ha elegido, en el miedo o en la valía, en la oscuridad o en la luz, en la libertad o en la esclavitud, en la justicia o en la inequidad. El pueblo decidirá su riqueza o su pobreza, de acuerdo a lo que ese pueblo ha dado para su beneficio propio y de la humanidad, en hermandad". Los países capitalistas han llevado a su pueblo al miedo, a la inequidad, a la esclavitud y al control, ahora buscan alianzas con este sector. Es curioso que la mayoría de los líderes de estas religiones cristianas (curas y pastores), alimentan de odio a sus seguidores solo contra los gobiernos progresistas. La iglesia católica se ha abierto claramente contra este tipo de gobiernos; mientras que el evangelio ha logrado propagar "su fe", son grandes "influencers" en las redes, compran espacios en los medios. Sus alianzas con la política en América Latina son recientes, pero se conservan más con la ultraderecha porque son fanáticos religiosos, desprecian a los comunistas y socialistas; están en contra del aborto, del homosexualismo, del feminismo, de la igualdad de clase; en contra de sistemas que atenten contra sus intereses económicos y de sus dogmas.

A estos efectos, para los cristianos, la lucha del pueblo de Palestina se debe a que sus gobernantes no se han arrodillado ante Israel para entregarle sus tierras, por ello su territorio se mantiene bajo ocupación israelí; por lo tanto Palestina se merece la ocupación de los colonos judíos israelíes, la confiscación de tierras, los asentamientos ilegales y desposesión, sumadas a la discriminación generalizada, despojándola de sus derechos fundamentales. En realidad los palestinos son rehenes en sus propios territorios de los israelíes. Los cristianos consideran que Israel es el pueblo elegido de Dios, por esto no protestan al primer ministro B. Netanyahu. Considerar que Israel es el pueblo bendito elegido de dios es aceptar que los demás pueblos no lo son, por ende lo que le ocurra a los demás pueblos del mundo es por obra y gracia de dios; es aceptar también como merecedoras las alianzas que hace con el imperio para invadir países y generar guerras. Si retrocedemos 500 años atrás, el imperio español cometió las barbaries más horrorosas para conquistar tierras e imponer su religión, para su fin esclavizaron a nuestros indígenas, a millones los desaparecieron; a las mujeres las violaron e impusieron la biblia; fue el genocidio más atroz cometido contra la humanidad peor que las dos guerras mundiales. ¿Se merecían estos castigos nuestros hermanos originarios? En este presente, nuestra hermana Colombia es el país con mayor índice de producción de droga, con el más alto número de asesinatos de líderes sociales, el de mayor desplazamiento en la región a causa de la guerra. Si miramos su pasado, Colombia fue y ha sido el país contrario a la región que, desde la lucha independentista, jugó a la traición contra el proyecto de Bolívar, quien más adoptó las costumbres españolas y católicas. Desde la muerte de Gaitán los grupos poderosos se niegan a dar paso a su pueblo hacia otro sistema más humano. Ha instalado bases militares gringas en su territorio para tratar de neutralizar a Venezuela. Es la misma historia que se repite, traición tras traición, producto de que el sistema salvaje así lo impuso. Sin embargo, mientras que Colombia esté en desarmonía con la unión y la hermandad entre los pueblos, vivirá a expensas de lo que sus guías oscuros le dicten. Mientras que EE.UU. aparenta ser un país libre y democrático; pero en realidad sus gobernantes son los más ilegítimos del mundo; sus ciudadanos no eligen a sus gobernantes, sino una minoría —caso curioso aquí no aplicaría lo que dice el Eclesiástico, porque son parte del juego oscuro—. Han querido imponer su doctrina Monroe para dominarnos, pero hoy vive una gran catástrofe producto del virus que su sistema creó. El daño que ha hecho a la humanidad sus líderes se le está revirtiendo a su pueblo. Es anticristiano pensar que estos pueblos merecen estos sufrimientos.

En Brasil uno de cada tres ciudadanos son evangélicos; en EE.UU., esta religión ha crecido gracias a la comunidad hispana; en Colombia ha crecido más de un 10%; en Venezuela el gobierno de Maduro le prometió una universidad, a pesar de las posturas adversas de estos grupos contra el gobierno. Todo el mundo fija su atención en Venezuela. El imperio no dejará que el país prospere porque choca con sus intereses. Venezuela tiene una gran historia de bondad, de solidaridad y de libertad con su pueblo y con la humanidad. Otra vez el poder oscuro pretende impedir como otrora la conquista de su soberanía y de su libertad plena, sería otra derrota sin igual de otro Goliat. Su doble moral les desmiente: es contradictorio que un pastor nunca proteste contra las políticas suicidas, injerencistas, intervencionistas y por los bloqueos económicos que ha impuesto el imperio contra otros países; ningún grupo evangélico ha repudiado la invasión de Israel contra Palestina; no están de acuerdo con los países progresistas, pero apoyan tácitamente a países violentos como Brasil y a EE.UU.; son expertos cuestionadores de la conducta moral de los hombres, pero son "tan pecadores" como cualquier mortal. El tsunami evangélico recorre este continente captando un mayor número de adeptos y los gobiernos, progresistas o no, tratarán de establecer alianzas con ellos para ganar votos. Lo que debe quedar claro es que lo que sufre la humanidad, como el COVID19, no es por un castigo de dios. Nuestro Padre jamás haría eso contra sus hijos, porque un Padre que ama a sus hijos no los sometería a la muerte. Así dibujaron a ese dios asesino para falsear que éste le pidió a Abraham que matara a su hijo Isaac. Fueron escenarios tan irreales que solo un loco pudo haber escrito semejante locura y una multitud dormida creerlo. Esto es parte del sistema salvaje, creado por el poder oscuro, apoyado por los psicópatas que imponen el Nuevo Orden Mundial para llevarnos a un desorden humano para automatizarnos como robots. Se debe reflexionar ante la trascendencia de la evolución de los pueblos, el manejo de las religiones y su dominio ante las masas. Los gobiernos progresistas que hacen lobby a estos movimientos juegan con candela, especialmente el de Nicolás Maduro. Su apoyo a ciegas puede ser cuchillo para su garganta y para el proyecto socialista. Utilizar a Dios para estos fines es ser tan falsos como la mayoría de los pastores que mienten a sus fieles, son un engaño. El socialismo debe encaminarse de manera radical, creer que las religiones van a acompañar estos derroteros, es como seguir creyendo que lo que vivimos es culpa de Dios. Llegó la hora de despertar.



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Esmeralda García Ramírez

Licenciada en Administración Articulista

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