Sobre "invasiones" militares a Venezuela antes y ahora

Debe estar muy claro que siempre he condenado y rechazado las decisiones gubernamentales de dejar en manos de funcionarios extranjeros, sean éstos civiles o militares, funciones y actividades que deben ser reservadas para los venezolanos, por cuestiones de seguridad nacional y de supervivencia. He rechazado categóricamente esta práctica desde el siglo pasado, durante los gobiernos de AD y COPEI, y lógicamente he extendido mi desacuerdo a toda actividad similar en el siglo XXI, durante los gobiernos de Hugo Chávez y de Nicolás Maduro.

En ésta y muchas otras materias no se pueden tener posiciones duales o múltiples, ni ambiguas, dependiendo de si las conductas al respecto son de quienes consideremos amigos o aliados o de si tenemos como adversarios o enemigos a quienes las despliegan. No puede ser que, si lo hace uno de los míos o alguno que esté de mi lado, está bien hecho y hay que permitirlo y celebrarlo, pero si lo hace quien no está conmigo o de mi lado, hay que condenarlo y enfrentarlo. Ese tipo de posiciones acomodaticias son realmente deleznables y no favorecen los intereses de la nación venezolana.

Ahora, vamos a describir claramente las distintas situaciones, que pudieran llevar a confusiones verdaderas y no interesadas, para poder diferenciar las cosas muy bien, de manera de no caer en errores conceptuales productos de posiciones subjetivas, emocionales o interesadas. Afirmo que no existe hoy en Venezuela ninguna invasión militar de otros países, como algunos han insistido en el caso de las relaciones con Cuba o con Rusia, y a veces incluso extendida a los casos de China, Irán, Turquía y El Líbano, o a la presencia de grupos irregulares militares de carácter político o simplemente delincuenciales.

Y no existe invasión ninguna como tampoco existía en el pasado adeco-copeyano ninguna invasión del ejército estadounidense, independientemente de existir una misión militar permanente en Venezuela y de llegar incluso a manejar y administrar material militar de carácter estratégico, como fue el caso muy conocido de los radares del estado Falcón. Había asesores militares en los cuarteles, hubo ejercicios militares conjuntos entre nuestro ejército y el ejército gringo, como ocurrió en Guayana con el Batallón de Selva a finales de los ochenta.

Hay varios artículos y declaraciones públicas mías de la época de estos ejercicios, que se hicieron sin autorización obligatoria del Congreso de la República, pero que en todo caso fueron autorizados por el Ejecutivo Nacional del momento y no contrariaban su voluntad. Se puede criticar agriamente la realización de ese tipo de actividades e incluso calificarlas de ilegales e inconstitucionales, como lo hice entonces, pero no se puede hablar de que se trataba de una invasión militar, pues los destacamentos militares extranjeros no vinieron a conquistar territorio ni a enfrentar a las FFAA venezolanas.

Hoy ocurre prácticamente lo mismo con efectivos militares de Rusia y de Cuba. Pero estos efectivos están en el país con el consentimiento del gobierno e incluso en labores de entrenamiento y trabajo conjunto, algunas respaldadas por convenios, con los que podemos o no estar de acuerdo, pero nunca calificarlas como una invasión militar. Estos actores militares pueden tener capacidad de tomar decisiones, como la tuvieron en su momento quienes operaban los radares de Paraguaná, pero tenemos que entender que las decisiones finales las toma la FANB, como en el pasado las tomaban las FFAA del país.

Sobre la existencia de grupos armados irregulares en Venezuela de carácter político de cualquier signo, escribiré en el futuro si la vorágine que sufrimos me lo permite. Sólo diré por ahora que tampoco es un problema exclusivo de los gobiernos de este siglo, aunque éstos pueden haberlo potenciado, y que tienen como causa el conflicto violento de décadas existente en la vecina Colombia y su política de querer transformar a Venezuela en el yunque, que permita aplastar con un martillo a los irregulares colombianos que escapan en un momento dado de su territorio. Algo siempre rechazado nuestros gobiernos pasados y actuales.

Continuidad y Cambio, año 10, N° 141, pp 2-3, abril 2021,

https://issuu.com/luisfuenmayortoro/docs/a._cyc__a_o_10__n__141__abril_2021



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Luis Fuenmayor Toro

Médico-Cirujano, Ph. D., Ex-rector y Profesor Titular de la UCV, Investigador en Neuroquímica, Neurofisiología, Educación Universitaria, Ciencia y Tecnología. Luchador político.

 lft3003@yahoo.com      @LFuenmayorToro

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