Revisando "verdades"…
¿Qué razón tiene darles al conocimiento y a los saberes la categoría de "científico" y de "popular"? ¿Qué intereses se han movido a lo largo de la historia por dar al conocimiento tales categorías? ¿Quién se ha beneficiado y quién se ha perjudicado con tal clasificación? ¿Tenemos alguna idea clara cuando nos referimos y calificamos a algo como "científico" o como "popular"? ¿Deben complementarse o negarse una y otra categoría del conocimiento? Podríamos seguir enumerando cualquier cantidad de interrogantes que giran en torno a algo que constituye elemento fundamental de la cultura y la educación de todo pueblo. Se trata de adentrarnos en la revisión de una serie de normas, de verdades, doctrinas, códigos, paradigmas, modelos y lógicas que durante mucho tiempo las hemos tenido como absolutas, eternas e invariables, porque así las aprendimos de nuestros antepasados y éstos a su vez de sus antepasados. Y el asunto se hace como que tradicional y, por tanto, debemos aceptarlo por los siglos de los siglos amen…
Venezuela es un país que no ha escapado de la dinámica colonialista que en su tiempo impuso el imperio español desde el siglo XV hasta el siglo XIX, y que en el siglo XX y en lo que va del presente siglo XXI impone el imperio norteamericano. Más allá de considerar la explotación de los recursos naturales que posee el país y la explotación de la mano de obra indígena, esclava, campesina y obrera, se nos impusieron patrones de vida y categorías educativas y culturales ajenas a nuestras realidades culturales. Hoy padecemos las consecuencias (¿víctimas?) de todo ese acumulado de imposiciones de categorías filosóficas, de concepciones, de espiritualidades, de maneras de pensar y de ser. Es decir, perdimos nuestra esencia. Y perder la esencia significa perder la memoria y, por tanto, expuestos al olvido.
Los patrones culturales que conocemos son aquellos con los que se nos ha formado desde la familia, desde la educación, en la comunidad, a través de los medios de comunicación y hoy se hace por las llamadas redes sociales. La defensa de nuestra historia, de nuestra identidad, por ejemplo, es a su vez la lucha por la construcción y la difusión de esa otra historia poco conocida e interesadamente ocultada. El carácter que ha tenido esa historia, enseñada desde el momento mismo en que el continente es sometido al dominio del colonizador europeo, debe revisarse porque a través de ella se impuso un dominio. Tal dominio supuso la imposición de las "normas" y las "lógicas" de aquel sobre los diversos colectivos humanos que habitaban este territorio. Por tanto, la educación como vehículo político e ideológico del Estado va a estar en función de una enseñanza que responderá a los intereses de una determinada clase social. El profesor Pedro Pablo Linárez lo plantea en estos términos: "En el caso concreto de nuestro continente lo que se conoce como historia es la concepción que occidente tenía y sigue teniendo de la racionalidad de su pasado, de manera tal que bajo esa perspectiva la historia de América y Venezuela comienza con la invasión europea… nuestros historiadores única y exclusivamente se han dedicado a escrudiñar la historia de la dominación para justificar la razón de ser de ésta, e imponerla como ‘única y obligatoria’ al mismo tiempo que la historia de los otros, la de nosotros, ha quedado guardada en nuestra memoria colectiva (…)Porque es un hecho ciertamente comprobado que desde sus orígenes en la antigüedad, pasando por los anales medievales, las crónicas coloniales y las academias oficiales, hasta las universidades contemporáneas, la historia escrita a tendido a identificarse o ha sido cómplice con el proyecto histórico de la clase en el poder".
Culturalmente hablando, todo aquello que no se ajuste a lo impuesto desde las grandes metrópolis colonialistas, tanto en el pasado como en el presente, tiende a ser descalificado, subvalorado, denigrado, estigmatizado y enseñado a los habitantes de los países dominados como algo inferior, indigno y vergonzoso. Por eso da más "cache" ser rubio y de ojos azules que ser negro y con el cabello rizado. Por eso es más creíble lo que dicen los científicos norteamericanos o europeos, que lo que dicen nuestros investigadores e inventores. Por eso el conocimiento de ellos es "científico", mientras que el nuestro es "popular". Por eso nuestra música es popular mientras la de ellos es "clásica". Por eso yo prefiero llamarme Johnny, Peter, Frederick o Mervin que llamarme Juan, Ramón, Nazario, Antonio, María, Petra, Anselmo, etc., aunque estos nombres responden a la cultura judeo-cristiana que también nos impusieron. Por eso se nos educó con aquello que "el hombre es de la calle y la mujer es de a casa"; que si nace una niña debe vestirse de rozado y si es un niño este debe ser vestido de azul. Por eso seguimos creyendo en patrones culturales y machistas. Y así por el estilo un sinfín de "verdades", de lógicas, códigos y adoctrinamientos con las que nos han mantenido dominados haciéndonos creer que todo eso es único, absoluto y eterno. Lo lamentable es cuando nos encontramos con hermanos nacidos y crecidos en esta Patria, asumiendo la defensa de quienes históricamente sembraron la discordia y el genocidio en estas tierras, idolatrando así a sus verdugos.
¿Cuál es la tarea planteada ante esta realidad? ¿De qué identidad hablar? ¿Que patrones culturales defender o erigir? ¿Debemos seguir rigiéndonos por los esquemas y las categorías que hasta ahora se nos ha impuesto desde la familia, desde la educación y desde los medios de comunicación? ¿Cual es la valoración que debemos hacer de nuestra cultura y de sus principales representantes? ¿La cultura está exenta de las influencias de otras culturas? ¿Hay una cultura químicamente pura?
Problematizarnos con estas y otras interrogantes constituyen parte del trabajo de quienes apuestan en la creación de una conciencia crítica ante el hecho cultural. Ello marca una notable diferencia entre ser un simple repetidor de "verdades" y un analista constante de la realidad política, social y económica que se vive. Realidad de la que no está excluido quien se asuma como militante del arte y de la cultura.