Una mujer me espera

Recitábanos, Walt Whitman: “Una mujer me espera, contiene todo y no falta nada,/ Pero todo faltaría si faltara el sexo, o si faltara la simiente del hombre suyo./ El sexo todo lo contiene: cuerpos, almas,/ Significaciones, pruebas, purezas, delicadezas, resultados y anunciaciones,/ Cantos, órdenes, salud, soberbia, el misterio de la maternidad, la leche seminal,/ Todas las esperanzas, favores, dones, todas las pasiones, amores, belleza, delicias de la tierra,/ Todos los gobiernos, jueces, dioses, jefes de la tierra,/ A todos los contiene el sexo, como partes suyas y justificaciones suyas.” El sexo, continente de continentes, tanto como el ser y el noser, y, por la calle de en medio, sí, el medio, ha de estar siempre entre el exceso y el defecto. O sea, entre el ser y noser, la indeterminación védica profunda, entre la determinación y la indeterminación, entre la certidumbre y la incertidumbre, ahí, sí, ahí, está el sexo, en la indeterminación védica profunda, entre el ser y noser, de la modernidad ilustrada originaria de la nueva orientación conceptual einsteiniana revolucionaria, entre algo nuevo ante el sol ludovicosilvaiano y nada nuevo bajo el sol eclesiástico, y, de la sombría penumbra whitmaniana, han de surgir iguales elementos contrarios, la mujer y el hombre, el gallo y la gallina, la vaca y el toro. Una mujer me espera, que no la vaca mariposa la del tierno terné, como cantárala Simón Díaz.

Una mujer whitmaniana me espera sobre hojas de hierba, cantaba aquel veracruzano charro mexicano, que agarró el poema whitmaniano por el gaznate, que no de otra suerte que como cuando el dios Zeus, deidad principal y padre de los dioses del Olimpo, movido por el deseo, tomaba a cualquiera que le apeteciera; para ello tuvo mucho ingenio, pues ocupaba las formas más diversas con tal de lograr su cometido. La mayoría de las formas usadas por Zeus en sus raptos eran zoomorfas. En el rapto de Europa, Zeus se convierte en un toro blanco y se mezcla entre el ganado del padre de la bella mujer. Mientras ella pasea por la playa, queda fascinada por el precioso animal y al ver que es manso, decide montarlo. Inmediatamente, el dios aprovecha esto y se la lleva sobre su lomo nadando hasta la isla de Creta. Al llegar a la isla revela su identidad y toma a Europa en una forma humana. Asina asín así, dijo el charro veracruzano, y chupóse la viagra para toros blancos tanto como el vagabundo vagamundo Zeus metamorfoseado, tomándose aquel afrodisíaco de Afrodita la bella, aurea manzana heraiana, de Paris, de la envidia de Hera, la mujer de Zeus, que sabía de Whitman, en que el sexo todo lo contiene. Y vean la información que embute, que no embuste, la página web de la Iguana Tv: https://www.laiguana.tv/articulos/640218-hombre-ereccion-estimulante-toros/: “Tenía una cita, tomó estimulante sexual para toros y terminó en el hospital con erección de 3 días. Un hombre tuvo que ser hospitalizado e intervenido de urgencia tras sufrir una erección que se prolongó durante tres días después de que consumió un estimulante sexual destinado para la inseminación de vacas. Los hechos tuvieron lugar en la ciudad de Veracruz, Mexico, después de que el hombre comprara ‘viagra para toros’ antes de mantener un encuentro con una joven de 30 años, informa ‘La república’. “Fue Ingresado en el hospital de Especialidades 270 del IMSS de esta ciudad (Reynosa), un hombre que habría ingerido un estimulante sexual que trajo de Veracruz, utilizado por los ganaderos de aquella región, para estimular a los toros para inseminación”, señalaron los médicos que atendieron la urgencia. El paciente, cuya identidad no ha trascendido, tuvo que ser operado de urgencia para rebajar la erección de su miembro viril.”

¡Jodióse!, dijo a voz en cuello, el Pollo Ronco Roque, el jocoso jodedor filósofo cojedeño, el que mató dos piedras con un solo pájaro y sólo pájaro, cuando Hermes Escalona, leía la oportuna y de fortuna página web, lo del palo parao, tanto como el milagroso palo seco parao cojedeño de Mapuey, que cayérale del empíreo agua abundante nublada como copiosa septembrina, y acto seguido brioso rempuje, paróse enseguida en la vera del camino de su larga estación caída, venciendo la teoría de la gravedad newtoniana, del insólito universo cojedeño, por los lejanos días de la democracia representativa adeca-copeyana. Página web de la iguana tv, del 13/01/2020, que eufórico, Hermes recitaba en alta voce sonreído, en tanto que el alegre compare de José Miguel Pandares, don Cele Ávila, expresaba ruborizado de contento: ¡Ah, Vida!, aquella lectura fue un jolgorio revoltoso, en el botiquín y patio de bolas, de Jenove en San Carlos, a las cinco en punto de la tarde garcialorcaiana de San Hilario, cumpleaños del catire ojos azules, el chiquitico atlético cochinero de La Morena, en alpargatas y sobrerito de paja, de camisa arrollada y enroscada a la pretina y calzones enrollados a la rodilla, que de haberlo conocido Zeus, hubiérase metamorfeado en una hermosa marrana blanca de ojos azules, en la empeñada empreñada zoofilia olímpica del endemoniado esposo de Hera, porque el sexo todo lo contiene, a según el experimentado veracruzano, el de la viagra contra natura, para toros blancos , que no para humanos, y a la prueba, el falo botón del charro gozón, que duróle parado y erecto por mas y más de tres días, que para el veracruzano serían décadas, y, ¡cómo estaríanle lloviendo las redes, a reventar por tan fortuito hallazgo!, y, estaría respondiendo: El sexo todo lo contiene, cuando una mujer treintañera me espera.

Si una mujer me espera, ella es continente que contiene todos los contenidos y no falta nada. Entonces sea dicho que todo faltaría si faltara el sexo, o si faltara la simiente del hombre suyo. Ergo vergo sea dicho que el charro veracruzano mexicano el del palo parao, tanto como el milagroso palo seco parao cojedeño de Mapuey, que cayérale del empíreo agua abundante nublada como copiosa septembrina, y acto seguido brioso rempuje, paróse enseguida en la vera del camino de su larga estación caída, venciendo la teoría de la gravedad newtoniana, del insólito universo cojedeño. Ergo vergo sea dicho que el charro veracruzano mexicano, venció la gravedad por tres días, como milagroso palo parao cojedeño. Ergo vergo sea dicho que el estimulante sexual destinado para la inseminación de vacas, ‘viagra para toros’, a buen seguro, ha de sustituir al sildenafilo, fármaco utilizado para tratar la disfunción eréctil, a fin de vencer la teoría de la gravedad newtoniana en encuentros con treintañeras mexicanas. Ergo vergo sea dicho que al charro veracruzano mexicano, en una mujer me espera, no faltóle sexo. Ergo vergo sea dicho que el hospital de Especialidades 270 del IMSS, de la ciudad de Veracruz, no hablara de la simiente y leche seminal del soberbio intrépido atrevido charro, de la envidia de Hera, como reto a las infidelidades de Zeus. Ergo vergo sea dicho que en una mujer me espera, el sexo es continente que contiene todos los contenidos sexuales de todos los gobiernos, jueces, dioses, aun y aún, a Zeus, el de la zoomorfas metamorfosis sexuales.






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Miguel Homero Balza Lima


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