No puede haber paz sin justicia social

La paz sin justicia social es una paz de tontos. Tontos son los líderes que creen que hay paz porque sostienen en la calle un virtual estado de sitio, con policías en cada esquina de la ciudad, pero lo hacen en una sociedad dividida, con un grupo de políticos y empresarios encubridores de sus trampas, con privilegios y dólares, ostentosos y descarados, y una mayoría de pobres pasando trabajo, enfermedades y hambre. Y en el medio, la sempiterna clase media, aterrada, llevada de las narices a su antojo por los políticos rastreros, representantes de la derecha, de la burguesa colonial criolla y de su autoridad gringa…

También son tontos los que se sostienen inertes embrujados con las promesas de maduro, y aterrados con las amenazas de Trump, incapaces de pensar, inclusive de trabajar, de caminar o comer de manera normal. O los que depositan su fe en Guaidó, quien nos asegura que sin maduro, él y sus aliados, van a salvar a los más necesitados del infierno de sus males y liberar a la medrosa y profundamente ignorante clase media, de los comunistas. Nuestra clase media sigue siendo bastante en este país, pero más conservadora que revolucionaria.

Maduro es el representante del arribismo social, indiferente al destino del resto de la sociedad, aunque diga lo contrario, aunque hable en nombre del socialismo, así se emocione como los actores de telenovelas frente a un público mixto, de empresarios y trabajadores, escogido con cuidado por sus productores. Maduro es un Lacava; son lo mismo, uno quizás más descarado que el otro en eso de mentir y disimular, en disfrazarse de socialistas y chavistas.

En la otra cara de la moneda Guaidó es el representante de la derecha financiada por EEUU, un vulgar ladrón con cara santo inocente, como son todos los ladrones con flux, escaladores de la clase media criolla, que pasa por juventud decente, por salvador del pueblo, sólo por obra y gracia del Departamento de Estado…, Guaidó representa a una clase social de propietarios criollos los cuales consideran que la sociedad venezolana llega hasta el límite que marca la clase media aspirante, el resto no es gente, cuando mucho son sus esclavos. Entre los dos, entre los maduros y los guadoses, como dicen por ahí, pactarán por la paz (o lucharán por ella) y así sostener un verdadero régimen de esclavitud y pobreza bajo el velo de la peste de la democracia capitalista…, por ahora.

En las elecciones entre capitalistas es donde se refrenda la paz de los tontos, donde Guaidó (o el borrego de turno) y maduro se dan la mano y se saludan con un guiño de ojo.

Mientras tanto la revolución es la lucha social necesaria. Se da en las ideas, con la palabra y en última instancia con las armas. Es sobre todo una guerra larga de justicia social, ideológica, espiritual, una lucha contra un pensamiento dominante, que muestra a las elecciones y a la democracia capitalistas como verdades asépticas, libres de toda infección ideológica. Frente a la ideología que oculta está la ideología que nace de la revolución, del espíritu revolucionario, que sabe que esa democracia es un engendro ideológico del dominio capitalista, una forma barata de conservar su hegemonía a través de la mentira, de apropiarse la verdad, además de la renta del país. Quien ahora ostenta del poder y tiene privilegios en la sociedad no se va dejar despojar de ellos sin resistencia y sin generar mucha violencia. La violencia siempre vendrá primero de parte de ellos. Pero más barata es la infección ideológica que los campos de concentración; más barato es mentir, enseñorearse de los conceptos y las palabras…. Los capitalistas son quienes asesinan "preventivamente", los que envenenan presidentes y arrasan países completos, quienes ideologizan su violencia al llamarla paz y al condenar la resistencia del contrario de terrorismo, y así por el estilo convierten lo blanco en negro y lo bueno en malo. Por eso, esa paz, de la que tanto habla maduro, además de precaria es solo violencia contenida dentro de otra violencia ejercida, es una calma tensa y peligrosa…, sin justicia social, es una bomba de tiempo.

Ya comenzó Maduro a convocar Ubchs, a jefes de calle y demás aparatos electorales para prolongar el poder de los "clientes" del gobierno, en nombre de la revolución y en nombre del poder popular, embaucando a muchos con eso de buscar votos para ellos mismos, los representantes del privilegio clientelar, en nombre del socialismo y la lucha revolucionaria. Ya arrancó, con maduro, la lucha pacífica dentro de las elecciones burguesas, entre actores, antagonistas políticos e ideológicos de mentira, al centro de la gran farsa electoral; en esa comedia, a los pela bolas nos toca ser público de galería.

¿Por qué la paz boba de los pendejos? Cuando se tienen dólares y ventajas es natural que se desee la paz, pero cuando se pasa hambre y trabajo todos los días, cuando se teme caminar por los túneles del metro, cuando se tiene que hacer largas colas para comprar comida o tener efectivo, cuando morimos de mengua sin las medicinas que se necesitamos para operarnos o curarnos de una enfermedad, cuando no podemos comprar zapatos ni vestidos…, difícil que uno piense en la paz, o que crea en la paz, o que nuestra vida no termine en una violenta tragedia.

La paciencia tiene límites, la esperanza cristiana tiene límites, inclusive la resignación se puede trocar en locura y violencia; se sabe de algunos soldados rasos matan a sus sargentos. El abuso es abuso porque traspasa los límites, y eso es lo que hace maduro con su discurso de la paz, al exigirle paz y sacrificio a un pueblo aplastado desde hace tiempo ya. Sin embargo lo suficientemente vivo como para darse cuenta de que nuestro presidente y su entorno viven con privilegios de ricos y que sus asuntos no son los suyos, de pueblo pobre, que sus peleas por el poder no son sus luchas diarias por sobrevivir ni aquellas que nos presentó, Chávez el mártir de esta "paz capitalista". Para que haya paz debe haber justicia social, para que haya paz de haber una revolución social primero, hay que luchar por ella; sin lucha por la paz no hay paz, sino la paz de los muertos en los cementerios.



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Marcos Luna

Dibujante, ex militante de izquierda, ahora chavista

 marcosluna1818@gmail.com

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