Perú de mis amores

Hace unos días recibí un mensaje de voz de una alumna caraqueña que se fue a Lima como muchos jóvenes venezolanos. Confieso que su tono de angustia, de terror y miedo me crispó los nervios. Ella presenció la paliza que le dieron a un joven por el sólo hecho de ser venezolano, vio consternada como unos policías le quitaban unos chocolates que vendía un muchacho maracucho y pasó cerca de una marcha donde la consigna era "¡Maduro, recoge tu basura!". En un esfuerzo por analizar esta xenofobia, me comentó que en las empresas peruanas prefieren contratar a muchachas venezolanas por razones fenotípicas, "somos bonitas, estamos buenas, siempre sonreímos y somos educadas" y en restaurantes y tascas optan por jóvenes venezolanos por sus características caribes, es decir, "son pilas, atentos, dicharacheros, chéveres y dan los buenos días". Me informó que el mediocampista venezolano Arquímedes Figuera recibió insultos xenófobos tras ser expulsado el sábado 1° de septiembre de 2018 en el partido que su equipo, el Universitario de Deportes, perdió por 2-1 ante el Melgar de Arequipa. Al final de su mensaje me formuló la pregunta de rigor: ¿Qué debemos hacer los inmigrantes, profesor? Mi respuesta se limitó sólo a regresar el golpe con amor. Le expliqué que no sólo se trata de xenofobia sino se aporofobia, es decir, odio a los pobres. "Mi cielo, ya que estás en Perú, es importante que abras la historia", le dije, y la conminé a recordar todos los vínculos que unen a Perú y Venezuela.

¡Abramos la historia!

El 13 de julio de 2006, el escritor y empresario farmacéutico peruano Herbert Morote visita al expresidente Valentín Paniagua en la señorial urbanización Jesús María de Lima para obsequiarle un ejemplar de su libro "Bolívar, libertador y enemigo número 1 del Perú". El abogado ve con alegría el título y comienza la siguiente conversación: "-¿Qué le parece el título del libro, doctor Paniagua? - Muy bueno, ya es tiempo de poner a Bolívar en su sitio. - Cuando usted fue presidente del Perú no lo puso en su sitio, dejó que su monumento siguiera en la Plaza de la Constitución, institución que él aborrecía. El Dr. Paniagua (con un esbozo de maliciosa sonrisa), responde: se equivoca, amigo, Bolívar está donde le corresponde, esa plaza realmente se llama ¡Plaza de la Inquisición!".

El odio hacia Bolívar en la oligarquía limeña tiene sus antecedentes desde el mismo momento en que el Ejército Libertador surca el virreinato del Perú para vencerlo y hacer del Perú una nación libre. Gaspar Rico y Angulo difama al Libertador en 1821 en el periódico El Depositario. Sus súbditos se acostumbraron a obedecer a Fernando VII a través del virrey José de la Serna.

1824 es un año que pasa a la posteridad por el triunfo en la Batalla de Ayacucho el 9 de diciembre. Pero en enero el clima era tenso. Los desencuentros y las traiciones estaban a la orden del día. El marqués de Torre Tagle (1779-1825) estaba resentido con el Libertador porque éste lo había puesto de lado. ¿Por qué? Porque Bolívar sabía que había entablado negociaciones secretas con los realistas para terminar la guerra con la condición de que Bolívar saliera del Perú. En Bogotá, el Vicepresidente Francisco de Paula Santander (1792-1840) está herido en su amor propio por tener que ceder ante las exigencias del Padre de la Patria en relación a la liberación del Perú. Por otra parte, el aristócrata limeño José de la Riva Agüero (1783-1858); quien en 1816 había escrito el libro Manifestación histórica y política de la revolución de América, en la cual expone veintiocho causas que justificaban la insurgencia contra el régimen virreinal; escribe una carta interceptada por el general antioqueño José María Córdova (1799-1829), en la que expresa: "muy pronto lograré convencer a mis hombres que ante la tiranía de Bolívar es mil veces preferible el gobierno de Su Majestad Fernando VII".

William Tudor Jr. (1779-1830) fue el primer cónsul de Estados Unidos en Perú. Allí estuvo entre 1824 y 1828. Fue enviado a Lima para conspirar contra Bolívar y evitar que Perú se uniera a la República de Colombia. Comenzó su rastrero objetivo difamando al Libertador llamándolo: "el loco de Colombia" y diciendo que era un "conspirador y usurpador atroz". El 17 de mayo de 1826 le escribe a Henry Clay que Bolívar "puede ser derrocado como uno de los más rastreros usurpadores militares, lleno de toda la execración de sus contemporáneos por las calamidades que su conducta les acarrea". Un año más tarde, el 7 de noviembre, retoma la idea "Mientras él viva sólo habrá guerras. (…) Hay muchos motivos evidentes por los cuales Estados Unidos e Inglaterra deberían ser adversos al éxito de su usurpación".

La pasión por el fútbol

Uno de los narradores deportivos más destacados de Venezuela es el peruano César "Nanú Díaz". En 1972, el defensor Freddy Elie vistió la camiseta del club José Gálvez de Chimbote convirtiéndose en el primer futbolista venezolano que juega en Perú. En el año 2008, al Alianza Lima llegaron el director técnico Richard Páez y su hijo Ricardo Páez. Este volante después jugaría en el club César Vallejo.

El 28 de octubre de 1975 fue la última vez que la selección peruana disputó una final de la Copa América y en esta logró su segundo y hasta el momento último título continental al ganarle a Colombia en el estadio Olímpico de Caracas en Venezuela con un solitario tanto de Hugo Sotil.

El futbolista Carlos Ascues, de padres peruanos, nació en Caracas donde vivió sus diez primeros años. Jugó en las categorías inferiores del Caracas FC. Luego se trasladó a Lima junto a su familia. En la capital peruana, integró las divisiones menores del Alianza Lima. Hoy juega en el Orlando City de la Major League Soccer de los Estados Unidos. El mediocampista venezolano Arquímedes Figuera juega en el Universitario de Deportes. El club venezolano Atlético Zamora fichó el 6 de octubre de 2019 al habilidoso jugador peruano Reimond Manco.

La pasión por el cine y el teatro

En 1977 se estrenó el film Muerte al Amanecer de Francisco Lombardi. Esta ópera prima del director peruano, basada sobre el sonado caso del "Monstruo de Armendáriz", fue realizada hermanadamente entre las empresas productoras Cine Films 71 de Venezuela y Producciones Inca Films de Perú. Allí actuaron los actores venezolanos Gustavo Rodríguez y William Moreno.

Roberto Moll es uno de los actores peruanos que más aportes significativos y de trascendencia ha legado a Venezuela. Se casó con la actriz venezolana Carmencita Padrón. Se nacionalizó venezolano en la década de los ochenta. Con el grupo teatral "Rajatabla" actuó en roles emblemáticos como Bolívar y La muerte de García Lorca, ambas de José Antonio Rial, y Señor Presidente de Miguel Ángel Asturias. En el año 2017, Román Chalbaud lo escoge para el papel de Cipriano Castro en el film La planta insolente.

¿Cómo no amar a Perú?

¿Cómo no amar a Perú si fue en Arequipa donde Simón Rodríguez publicó en 1828 el pródromo de Sociedades Americanas y en 1830, la Defensa de Bolívar, y en Lima, en 1842, Sociedades Americanas en la Imprenta del Comercio por J. M. Monterola?

¿Cómo no amar a Perú si fue en Pativilca donde el 19 de enero de 1824, Simón Bolívar le escribe a Simón Rodríguez: "usted formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso"?

¿Cómo no amar a Perú si por la sangre peruana de Flora Tristán corría el fervor de la clase proletaria?

¿Cómo no amar a Perú si en 1982 la Universidad Central de Venezuela publicó el libro Sobre literatura y crítica latinoamericanas del peruano Antonio Cornejo Polar, fundador y editor de la Revista de Crítica Literaria Latinoamericana y uno de los mayores referentes del concepto de heterogeneidad?

¿Cómo no amar a Perú si muchos venezolanos aún vibran recordando el 3 de febrero de 2009 en el que el tenor peruano Juan Diego Flórez entregó su arte lírico en la sala Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño donde una buena parte se conformó con verlo en vivo a través de una pantalla gigante que fue colocada en la entrada de la sala?

¿Cómo no querer a Perú si aprendimos a amarlo con La Flor de la Canela y la Fina Estampa de Chabuca Grande?

¿Cómo no querer a Perú si escuchamos el vals de la compositora peruana Alicia Maguiña Málaga "Viva el Perú y sereno"?

¿Cómo no querer a Perú si Emilio Barrantes Revoredo le legó a Nuestra América 104 años de pedagogía para la liberación?

¿Cómo no amar a Perú si tantos venezolanos nos deleitamos con la soprano peruana Yma Súmac, cuya voz abarcaba cinco octavas y media, toda una ñusta (princesa de la realeza inca) descendiente de Atahualpa?

¿Cómo no amar a Perú si muchos venezolanos crecimos leyendo el grito universal del poeta peruano César Vallejo dirigido a hermanarse con el sufrimiento de todos los pobres desde una comprensión honda y experimentada en carne propia?

¿Cómo no amar a Perú si el indígena y líder campesino peruano Hugo Blanco suele decirnos: "Nosotros, los indios, llevamos practicando el ecosocialismo desde hace cinco siglos"?

¿Cómo no amar a Perú si el teórico peruano José Carlos Mariátegui nos develó la resistencia de los pueblos indígenas contra la destrucción capitalista de la naturaleza y puso sobre el tapete que quienes luchan contra la cruel devastación ecológica perpetrada por las transnacionales del petróleo y la minería, quienes defienden los ríos, los árboles, los animales y la tierra, quienes mantienen un conflicto entre su espiritualidad y el insaciabilidad del capitalismo, son los pueblos ancestrales?

¿Cómo no amar a Perú si para Aníbal Quijano no es posible comprender la coyuntura latinoamericana sin tener en cuenta el desarrollo del capitalismo mundial, el mismo que empezó con la constitución de América y la de la sed insaciable de riqueza colonial/moderna/ eurocentrada como un nuevo patrón de poder mundial?

¿Cómo no amar a Perú si muchas niñas y niños le deben su identidad a la activista peruana Adela Montesinos, la primera mujer que luchó para que los hijos de las madres solteras también fuesen hijos legítimos?

¿Cómo no amar a Perú si en nuestros barrios nacimos, jugamos y crecimos con nuestros hermanos peruanos que venían a esta tierra huyendo de la pobreza?

¿Cómo no amar a Perú si a los venezolanos nos gusta deleitar el paladar con el chupe, el ceviche y la chicha morada?

No al odio, sí al amor

Hay dos Perú, uno de los súbditos que ansían el virreinato y ven a Estados Unidos desde la genuflexión: Torre Tagle, José de la Riva Agüero, Víctor Raúl Haya de la Torre, Herbert Morote, Mario Vargas Llosa, Aldo Mariátegui, Jaime Bayly, Francisco Morales Bermúdez Cerrutti, Fernando Belaúnde Terry, Valentín Paniagua, Alejandro Toledo, Alan García, Ollanta Humala, Pedro Pablo Kuczynski, Martín Vizcarra, etc. Y está el Perú grande, bolivariano, el Perú de Adela Montesinos, César Vallejo, José Carlos Mariátegui, Juan Velasco Alvarado, María Emma Mannarelli, Pedro Huilca, Fermin Azparrent, Crista Rubila, José María Arguedas, Aníbal Quijano, etc.

En estos momentos en que pareciera que enemigos de la humanidad desean inocular odio en las venas del pueblo, traigo a colación para terminar, dos citas, la primera de mi amigo Gonzalo Fragui del grupo Comarca sobre el literato indigenista y antropólogo José María Arguedas y la última de Simón Rodríguez:

"Nunca he visto mayor dolor que el del escritor peruano José María Arguedas. Todos sabían que se iba a suicidar, pero no podían evitarlo. Un día unos amigos cercanos se atrevieron a conversar sobre el tema.

-¿Arguedas, qué hacemos para que no te mates?- preguntaron los amigos.

Y Arguedas respondió con -posiblemente- la más triste de las frases en lengua castellana:

-Eviten la llegada de los españoles".

Mi estimada alumna, amigas peruanos y amigos peruanos, no olvidemos el consejo que nos da el hombre más extraordinario del mundo, como llamó a su maestro el Libertador Simón Bolívar: "Vinimos al mundo a entreayudarnos, no a entredestruirnos". ¡Viva la paz! ¡Viva Perú! ¡Viva Venezuela! ¡Bolívar vive!

 



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Alí Ramón Rojas Olaya

Músico. Promotor cultural. Docente.

 elrectordelpueblo@gmail.com      @rojasolaya

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