Y pasó los diez mil

—Compita, y pasó los diez mil.

—¿Diez mil qué?

—Los diez mil soberanos.

—¿A qué se refiere usted hombre? ¿De qué me está hablando?

—Del dólar paralelo. Que ya pasó los diez mil soberanos.

—¡Ah bueno! Y qué creía ¿qué iba a bajar?

Eso es parte del plan de la recuperación económica que ha implementado este gobiernucho. Eso está fríamente calculado.

Además, usted sabe que en este estero, desde que llegó el mostachudo al poder, el Banco Central en política cambiaría es un cero a la izquierda.

Aquí quien impone el cambio monetario son las casas paralelas, porque ese hombre pasó años dándole publicidad al dolartoday. Todos los días hablaba de esa casa de cambio o lo que sea, se dedicó a establecer que quien lleva la política cambiaría es esa gente.

—Y echó al Banco Central pa´ un lao. Tal y como usted lo ha dicho.

—La política de destrucción ha sido sistemática. Acabar con todo para que solo sean ellos quienes dan las dádivas. Esa ha sido la política de estos chavistas relamidos.

Y más de uno riéndole la gracia.

—Hay volvió a salir el sapo mayor a decir que las elecciones parlamentarias son pronto.

—¿Cuál parlamento? Si aquí no hay nada de eso.

Aquí lo que hay son cobradores de quince y último que se hacen llamar constituyentes de la nada.

—Yo no creo ya nada, le dijo en verdad.

—Y cómo va a creer, si son solo mentiras.

Leyó la noticia que la "producción criolla comienza a verse en la cajas CLAP". Si es que no se ven las cajas esas ¿cómo va a verse la tal producción criolla?

Y la noticia sale como si fuese la primera vez que en este país hay producción nacional. ¿Antes nunca hubo?

—Todo está hecho para que uno se crea las semerendas embustes. Pero no hay manera, habría que tragar muy grueso y el gañote no da pa´ eso.

—¿A cómo se irán poner los precios con esa depreciación del soberano?

—Lo que tiene que hacer es multiplicar y más nada. Usted debe ganar lo suyo en dólares, imagino.

—Bajú, con qué se sienta la cucaracha.

—No se preocupe entonces, que a lo mejor el próximo bono lo dan en dólares y resuelve la vida, o lo poco que queda de ella.

—Y usted vio la entrevista que le hicieron al fiscalete.

—No la vi. Usted sabe que el televisor hace tiempo atrás que se quemó con unos de esos bajones.

Usted se imagina que con cada bajón que hay cayera fulminado un ministro.

—Tendrían que estar renovando el gabinete ministerial cada día o cada mediodía. Porque no se darían abasto con la cantidad de apagones que hay cada día.

—A los tres días mínimo se acaba este gobierno. Porque quién va a aceptar ocupar un puesto de ministro con esas condiciones.

Porque estos son valientes para meter la mano hasta el codo, pero más allá ¡zape gato!

—En este estero nadie habla bien de nada.

—Es que no hay manera. Esto es un valle de lágrimas, un llantén.

Las desgracias son muchas.

—No solo son muchas, sino que vienen una detrás de otra. Vienen encadenadas.

—Habrá que ponerse a inventar cosas alegres. Para ver como se sale de esta depresión emocional.

—Es que hasta los programas cómicos dan tristeza.

¿Y cómo va el cambur, compita?

—Amarillando, que más le puedo decir.

Por ahí hay unos pájaros que se los quieren comer. Estoy ojo avizor con esos muérganos, porque en cualquier momento le hincan el diente y se lo raspan en un descuido que tenga.

Voy a ver si hay alguno bueno por allá, no se sude mucho que no hay agua.

Y le dijo: Por ahora, apriete.



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Obed Delfín


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