Permítanme, camaradas lectores, camaradas lectoras, comenzar citando este extracto de una intervención del presidente de la paz, Nicolás Maduro Moros, que me llena de mucha satisfacción, no tiene desperdicio, da en el blanco en uno de los males que más daño ha causado a la revolución como los infiltrados en cargos de gobierno; funcionarios que no son chavistas ocupando puestos dentro de las instituciones, y que solo tienen como objetivo conspirar e intentar acabar con el proceso mediante hechos de corrupción, torpedeando y obstruyendo las medidas y las decisiones de nuestro conductor de victorias y hasta maltratando al pueblo en cualquier oficina de atención al público.
Dijo Maduro: "¿Se acuerdan del chavismo sin Chávez? ¿Cuántas puñaladas traperas le metieron a Chávez? Y a mí me ha tocado lo mismo. ‘No Maduro te queremos mucho, yo te defiendo mucho’, pero ¡ahhh…! Puñaladas por la espalda… no me quieras tanto compadre. Si me vas a querer así, mejor vete para el enemigo, le digo yo a esos que viven de la lisonja, de la mentira, no me importa lo que puedan mostrar en sus currículos…o se es revolucionario o se es leal absolutamente al mando de Nicolás Maduro, o sencillamente coge tu camino, compadre. Bastantes puñaladas he recibido de traidores que saben alabarlo a uno, mentirle a uno, ¡cobardes y traidores! Se los digo en su cara y con nombre y apellido si tengo que decírselos. Ya basta de cobardía, ya basta de traiciones... Bastante coraje, bastante valentía ha demostrado este pueblo para que vengan a traicionarlo y a apuñalarme a mí…"
El Presidente habla de la lisonja, de la adulancia, de funcionarios que cara a cara le dicen "Maduro te queremos mucho", pero que en el fondo realizan un trabajo rastrero, en algunos casos de hormiguita, que con el tiempo hace estragos; lo podemos observar en aquellos que sorprenden arrodillados al imperio gringo despotricando de él y de sus más cercanos colaboradores.
Ahora, hay otro aspecto que veo utilizar subrepticiamente y no me cabe duda que, en su mayoría, es llevado a cabo por esos infiltrados, para seguir camuflados conspirando. Me refiero a los que están en contra de la crítica y la autocrítica.
Hugo Chávez, Nicolás Maduro, Diosdado Cabello, siempre dicen que la crítica es necesaria, e incluso, invitan a efectuarla de manera constructiva, porque lo que no debemos es destruirnos, es decir, hacer críticas que sirvan de punta de lanza a la oposición, para que nos ataque y nos destruya a nosotros mismos.
Pero eso es una cosa y otra satanizarla. No sé si ustedes recuerdan, amigos lectores, amigas lectoras, que en este proceso llegó el momento en que una persona hacía una crítica y enseguida era calificada de salta talanquera. No tengo la menor duda de que, en muchos casos, se trataba de infiltrados con miedo a que los pusieran en evidencia pretendiendo esconder sus fechorías. Más cuando sabemos que es deber de todo revolucionario hacer las advertencias, las recomendaciones pertinentes, frente a cualquier hecho irregular o de corrupción.
Igual hay que estar alerta a las redes sociales, la penetración de estos medios de comunicación social los hizo indispensables, forman parte de la vida, de la cotidianidad del ser humano, pero son armas de doble filo. Así como construyen, destruyen, porque en ellas o en las mentes de quienes las usan, lamentablemente prevalecen las mentiras.
Todo funcionario en algún cargo público debe utilizar las redes sociales, para mostrar su trabajo revolucionario al servicio del pueblo que, al fin y al cabo, es el objetivo de este proceso. No tengo objeciones al respecto, además, ante la arremetida de la canalla mediática nacional e internacional silenciando, ocultando y distorsionando, es casi una obligación hacerlo.
Lo que me preocupa es que se muestre una labor por las redes sociales que en realidad no se hace, y que estamos en presencia de funcionarios de esos que dicen: "Maduro te queremos mucho" y lo que le están es clavándole una puñalada por la espalda.
De allí pienso que satanizar las críticas, armar teatros por las redes sociales sobre una falsa labor, es un ardid de los infiltrados abonando el terreno, para seguir conspirando desde el mismo Gobierno.
Llamo entonces, ante la delicada situación, a estar alerta a las denuncias del pueblo que si dice la verdad y ha demostrado de miles maneras que es fiel al liderazgo del Presidente de la paz. ¡Leales sí, traidores nunca!