La oposición rosa

La Belle Epoque enmarcó la vida europea haciendo alusión a una "bella época" que se circunscribió a la vida de ese continente antes de los horrores de la primera guerra mundial, conflicto bélico que agudizó las añoranzas. Sin lugar a dudas, el mundo comenzó ser distinto luego de la primera guerra mundial, el trabajo se hizo necesario aún para las clases pudientes, las armas se especializaron a raíz de esas crueles batallas, las naciones comenzaron a recelarse unas a otras… la guerra pasó ocupar un lugar preponderante en las políticas de Estado, es decir, mucho más.

En Venezuela existe en el seno de la oposición un preocupante cúmulo de líderes que, al parecer, viven en la "Belle Epoque", tras 20 años de chavismo parecen no darse cuenta que a lo que nos enfrentamos los venezolanos es al castrismo puro, sistema dictatorial que no se va por votos aunque los promueva, que no se va con diálogos aunque sea su estandarte, que no se va con sanciones pues controla las riquezas de, probablemente, el país más rico del mundo. Sistema dictatorial que no se va con marchas, contra marchas ni con protestas solas, pues usa las armas y las instituciones públicas como escudo de sus intereses. Esa es una oposición rosa absolutamente equívoca, contraria a los objetivos patrios, lamentablemente con mucha tarima pública.

Todo lo que esta oposición rosa propone ya se ha intentado con anterioridad aquí en Venezuela y en Cuba, con mismos resultados catastróficos para el pueblo. Ahora, sin lugar a dudas, la presión social es indefectiblemente necesaria, pero debe estar acompañada de otras acciones contundentes, como por ejemplo, todo el peso de la diplomacia internacional, donde los socios del chavismo tienen papel preponderante en acción y omisión, China (al parecer) ya dio su brazo a torcer con el chavismo, se percató que sus inversiones no peligrarán, al contrario, estarán mejores resguardadas de la mano de otra dirigencia nacional ajena al chavismo, fanal de corrupción y desidia.

El chavismo sí ha comprendido cabalmente su condición y momentum, sabe depende exclusivamente de la violencia institucionalizada, tanteó a Guaidó y guardó postura hasta conocer, al menos, sus primeros pasos, luego redobló su tradicional manera de tiranizar a todo un pueblo a través de las necesidades que él mismo creó y, circunstancialmente, las sanciones internacionales agravan, lo que le ha servido de excusa para mantener engañada a su remanente de seguidores.

El camino es electoral ¡Claro que sí! pero primero hay que reinstitucionalizar la nación, acudir a nuevos procesos electorales hoy incurriría en los mismos errores en que cayeron Avanzada Progresista, Copei y el Mas, abstenciones históricas promovidas por la carencia absoluta de confianza en las instituciones públicas, lo que ha hecho que el voto pierda sus tres principales características; premiar, castigar y generar cambios, en ese afligido escenario gana quien pueda arrastrar más votantes, es decir, el régimen. Quienes nos oponemos a procesos electorales hoy día somos más demócratas que quienes lo promueven a sabiendas de su farsa.

Se necesita una oposición con los pies en la tierra, no romántica ni soñadora ¡Realista! Que comprenda que así como lo supiera Bolívar, Miranda y demás próceres, esta es una guerra que no podemos librar solos los venezolanos, ameritamos mediación internacional, de lo contrario estamos condenados ser la segunda Cuba de la historia.



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Leandro Rodríguez Linárez

Politólogo / Analista político / Articulista de opinión, con más de 1.200 artículos publicados nacional e internacionalmente.

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