Mientras hablan de coloniaje... estudiar y trabajar en Venezuela, por qué y para qué?

La situación por la cual cientos de familias en Venezuela se han visto afectadas producto de la guerra de precios y la espiral inflacionaria nos invita a detenernos por instante en tratar de hallar ciertas explicaciones sobre esos valores por el cual desde pequeño siempre se nos inculcó y que, desde entonces, se trataron de enseñanzas que debían de asumirse como modelos de conducta en sociedad.

Es así como, de acuerdo a la transmisión de valores y principios fundamentales de numerosos padres y madres prehispánicos, quienes formaron parte de aquellas familias del pasado indígena cuando se dedicaban a trabajar la tierra o servirse de la naturaleza sin afectarla o manejándose en equilibrio con el medio ambiente nos hace ahora reflexionar abiertamente sobre esos arquetipos educativos con que se nos ha venido colonizando, cuyas amarras, parecieran apretar cada vez más.

Pues, bien, en casa se nos hablaba con carácter sobre alcanzar elevadas notas en los estudios. Sin embargo, para qué servía tal logro no nos era develado. La tarea era aprenderse un concepto o una fórmula matemática y repetirla; guardarla en la mayoría de los casos. En tal sentido se adquiría el motus propio de ir levantando tienda a fin de almacenar especie de pequeños éxitos numéricos que era ser medido por una calificación aprobatoria. No conforme con lo anterior, si se estaba entre los 18 a 20 puntos automáticamente se subía a cierta élite. No obstante, lo recordamos claramente, las alabanzas y mayores condecoraciones venían de parte de tíos, padrinos y pare usted de contar si en la boleta se reflejaban las máximas notas que señalaban al estudiante como "el mejor" por sobre otros y que sin duda ya se le veía a aquel o aquella joven transitar libremente por el camino del éxito. Nótese de tal práctica aplicada ayer, hoy y siempre?

Por consiguiente, es muy común ver a los chamos y chamas ser premiados con lujos y demás sin que exista la preparación adecuada sobre responsabilidades, respeto, valores y demás formas de asumir actitudes armónicas ante otros.

Es decir, cuando la sociedad marca con un número y dice que eres "bueno", "inteligente", "educado" no realmente está hablándole a un ser de humanismo, generosidad, amor, comprensión, tolerancia, ni nada de eso. Se está preparando a esa personita para que se maneje con cifras, números, registros, con el fin de tomar en cuenta un prototipo de habilidades necesarias para defenderse en la vida y de esta forma conseguir el sustento alimenticio e ir tomando de la naturaleza esos bienes que más que ropa, calzado y techo lo convierten en un ser con cierto dominio y poder frente a otros que solo han tratado de vivir dignamente a través del quehacer diario y que es producido en grupo.

Nuestros antepasados vivían para ellos y obedecían a la naturaleza. Hasta ahora es la referencia que tenemos de aquellas culturas originarias de nuestro legado aborígen.

De modo que, estamos hablando de la preparación intelectual y de las habilidades motoras que definen un arte u oficio, visto de otro modo, del estudio y el trabajo como esos valores que nos hacen distinguir entre las especies que forman parte de las cientos que hacen vida sobre la faz de la tierra, pero no como ésa que repta y por medio de sus acciones devastadoras se autoproclama dueña o suprema del mundo. El hombre viene siendo la más cara de las equivocaciones que ha tenido la naturaleza.

Ahora bien, con todo lo que se afronta actualmente en el país, y que añadimos, existen otros actores que en la semiótica ideológica insisten en taladrar el pensamiento con tal el morbo no sea excusa, véase se ponen de acuerdo para mantener disputas económicas en vez de hallar medidas frenen a la trituradora de asalariados, pequeños productores, clase obrera y peor todavía, a la juventud estudiantil que no tiene al frente sino a una mole que tarde o temprano dejará de contener a la multitud que está represada por culpa de fieros capitalistas y por una tanda de socialistas disfrazados, reconocidos como vaciladores económicos. Entonces, mientras seguimos escuchando y leyendo por las redes sociales el cuento de nunca acabar con el tema diario de la subida de precios, aumento de salarios, dólar paralelo en ascenso, bonos de la patria, mercados especulativos, ofertas con productos Clap, nos preguntamos: ¿realmente vale la pena seguir esta angustiante marcha, que para el venezolano de a pie, es mantenerse por caminos inciertos y doloroso que mantenerse guindado en una cruz? ¿O tal vez se trate de una nueva modalidad de andar en medio del desierto?

El proceso revolucionario venezolano es un gran promotor de la inclusión social. Eso no se discute. Al respecto, se contabilizan casi 40 nuevas universidades abiertas desde la llegada al poder de Hugo Chávez y la continuidad del presidente obrero Nicolás Maduro. Desde que se diera inicio con el proyecto de la municipalización de la educación superior con la Misión Sucre al frente, son muchos los residentes en Venezuela han obtenido títulos profesionales. Otras casas de estudios que han impactado en la región y aperturaron para redimensionar el campo laboral dentro de la dinámica por impulsar un nuevo modelo de sociedad, ubicamos universidades como la del Deporte, de los Trabajadores, de Tecnología, de Agroalimentación, de las Artes, de Política; además de politécnicos y universidades experimentales los comentarios a favor y en contra son bien cargados y numerosos. Por supuesto, el valor con que se desarrolla esta voluntad política de capacitar a la población es con la intención haya un mayor flujo de participación de sus egresados en pos de una sociedad más justa y protectora de los derechos del hombre y la protección del planeta.

Muy claros hay que estar sobre los episteme de un hombre nuevo, las nuevas alianzas intergubernamentales, la solidaridad de los pueblos. ¿A qué tipo de éxito me refiero cuando vivo en sociedad? ¿Cuál es el trabajo en equipo a que me debo si estoy en comunidad? ¿Por qué le debo respeto a un árbol o pajarito y más aún al planeta entero y a todos sus elementos naturales y fenómenos físicos y químicos? ¿Para qué el uso y aprovechamiento de la tecnología de masa? En fin, son muchos los debates que deben gestarse en las aulas de clases de nuestras universidades nacidas en revolución. Cierto, existen mañas y vicios producto del coloniaje y esas doctrinas de mirar con ojos calculadores y fríos a todo aquel estudiante que ha sido objeto para la repetición de los éxitos de imperios como los de Roma, España, Francia y el anglosajón, hoy más ambicioso y peligroso que nunca y que Bolívar nos lo predijo sería así: Los Estados Unidos de Norteamérica. Por eso nuestras universidades deben ser anticolonialistas y muy consagradas al hecho de proteger la vida en el planeta, salvaguardar todos esos principios de humanismo por el cual se debate seguir en esta soterrada lucha argumentándose por qué y para qué?

(*)bridator2@gmail.com



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Brígido Daniel Torrealba


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