La gastada política yanqui contra Caracas

"Para quienes han seguido de cerca a Venezuela en los últimos años,
existe una inevitable sensación de algo déjá vu en la política
exterior de Estados Unidos hacia la nación sudamericana, porque la
estrategia de cambio de régimen que utiliza Washington allí es casi
idéntica a la que ha adoptado en América Latina en numerosas ocasiones
desde la Segunda Guerra Mundial. Es una estrategia que incluye la
aplicación de sanciones económicas, amplio apoyo a la oposición y
medidas desestabilizadoras para crear un grado tal de consternación
humana y caos que justifique un golpe militar o una intervención
militar directa de Estados Unidos.

Esa es la introducción que el escritor e investigador canadiense Gary
Leech formula a los lectores de su mas reciente ensayo titulado
"Business as Usual: Washington’s Regime Change Strategy in Venezuela"
(GreanvillePost, 23/ 11/ 2018).

"Debido a lo bien que la estrategia ha funcionado para Estados Unidos
durante más de medio siglo, nuestros líderes electos no ven ninguna
razón para no usarla con respecto a Venezuela. En otras palabras,
desde la perspectiva de Washington, sus políticas de cambio de régimen
hacia Venezuela constituyen la coda de un negocio que ya es la
acostumbrada en América Latina", dice Leech.

Esta estrategia de cambio de régimen no tiene en cuenta si se trata de
un gobierno electo democráticamente ni las consecuencias para los
derechos humanos de tales intervenciones. Prácticamente todos los
gobiernos latinoamericanos que Estados Unidos ha derrocado
exitosamente en los últimos 65 años habían sido elegidos
democráticamente.

Jacobo Arbenz en Guatemala (1954), Salvador Allende en Chile (1973),
Jean Bertrand Aristide en Haití (2004) y Manuel Zelaya en Honduras
(2009) han sido líderes democráticamente elegidos que han sido
derrocados por golpes de Estado con tales métodos. Washington presionó
a todos estos líderes con sanciones económicas y campañas de
desestabilización que crearon el caos económico y las crisis
humanitarias necesarias para justificar una solución militar en sus
naciones.

El denominador común en todos estos casos no tiene nada que ver con
democracia ni derechos humanos, sino con el hecho de que los gobiernos
escarmentados priorizaron los intereses de su propio pueblo por encima
de las disposiciones de Estados Unidos.

Así lo demostró la actitud del director de la CIA, George Tenet,
durante una audiencia del Comité de Inteligencia del Senado en febrero
de 2002, cuando declaró que el presidente de Venezuela, Hugo Chávez,
"probablemente no tiene en mente los intereses de Estados Unidos" y
dos meses después, Washington promovió un golpe militar que intentaba
derrocar al líder venezolano.

Aquel fue el primero de muchos intentos fallidos de EEUU para derrocar
a Chávez tras su victoria electoral en 1998. Tras ese fracaso,
Washington multiplicó esfuerzos por instalar en Caracas un gobierno
con el corazón puesto en los intereses de Estados Unidos.

Aumentó el apoyo a los grupos de la oposición mediante el incremento
de fondos para los programas de USAID dedicados al objetivo de alinear
a la población contra el gobierno. Wikileaks publicó un cable
clasificado enviado desde la embajada de Estados Unidos en Venezuela a
Washington en 2006 que decía claramente que el financiamiento de USAID
para programas locales buscaba influenciar a los líderes comunitarios
alejándolos lentamente del chavismo" y declaraba que el objetivo más
amplio de la embajada debía ser "aislar a Chávez internacionalmente".

En 2015, el presidente Obama firmó una orden presidencial que
decretaba a Venezuela como una "amenaza extraordinaria para la
seguridad nacional" y explicó que las leyes de Estados Unidos exigen
que su Administración imponga sanciones a detractores de su país.
Sobre esa base, dos años después, Trump declaró que no descartaría una
"opción militar" contra Venezuela.

Los principales medios de comunicación estadounidenses han desempeñado
su papel propagandístico con una narrativa dirigida a demonizar al
gobierno venezolano y calificar a Chávez y Maduro de autoritarios,
antidemocráticos e incluso de dictadores. También han centrado su
atención en la escasez de alimentos y en una supuesta crisis
humanitaria que conduzca a que los venezolanos e ignoren los
extraordinarios avances sociales logrados en la educación, la
vivienda, la reducción de la pobreza, la democracia participativa y
pretendan abandonar su patria.

En política exterior reproduce medidas implementadas con éxito en
décadas pasadas que derrocaron gobiernos que no tenían "los intereses
de Estados Unidos en el corazón". .

La estrategia de socavar la democracia e imponer dificultades
económicas para lograr un cambio de régimen funcionó en varios países
latinoamericanos, pero esta vez, con el pueblo venezolano, Washington
pudiera haber topado con la horma de sus zapatos.



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Manuel Yepe

Abogado, economista y politólogo. Profesor del Instituto Superior de Relaciones Internacionales de La Habana, Cuba.

 manuelyepe@gmail.com

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