Santo, por la gracia del pueblo venezolano

El doctor José Gregorio Hernández Cisneros, fue conocido en vida por su bondad, rectitud y fervorosa dedicación a aliviar el sufrimiento humano. En los 56 años que vivió el Dr. José Gregorio Hernández, por su trayectoria como médico, académico, religioso, cristiano y la insólita circunstancia de su muerte, ha legado a los venezolanos una devoción que rebasa los rechazos que su canonización merece. Después de su muerte en 1919, el Dr. José Gregorio Hernández ha realizado numerosos milagros de curación de enfermedades, algunos de ellos difundidos, se tiene conocimiento de que otros tanto no lo han sido, pero ya la fama de los favores no sólo se limita a Venezuela sino que extiende a numerosos países latinoamericanos. José Gregorio Hernández nació en Isnotú, Estado Trujillo, Venezuela, el 26 de octubre de 1864. José Gregorio se graduó de médico en la Universidad Central de Venezuela, después emprendió viaje al París para seguir cursos de posgrado. Durante su trayectoria profesional el doctor Hernández fue reconocido como el Pasteur venezolano. Él fue el primer venezolano en realizar investigaciones microscópicas y cultivos bacterianos. Gracias a sus trabajos la ciencia médica venezolana entró de lleno en una etapa de verdadero renacimiento. José Gregorio Hernández era conocido por sus contemporáneos por su singular talante científico, de gran maestro y de médico especialmente sagaz en el diagnóstico, pero más de todo a su fina sensibilidad y praticante del ejemplo Cristiano. Se ha dicho que asistía a enfermos sin importarle hora o distancia, y que cumplía por igual con quienes tenían dinero para pagar sus servicios y con quienes no podían pagarle. El galeno era profundamente creyente en Cristo y tenía marcada vocación sacerdotal y una vez decidió ingresar a una orden religiosa, para ello viajó a Europa y logró entrar en la congregación de los cartujos, pero estuvo poco tiempo; su delicada salud no le permitía practicar las severas disciplinas que impone este tipo de organización religiosa.

En la Pastora, esquina de Amadores, en Caracas, el 29 de junio de 1919 el doctor Hernández regresaba de una farmacia en donde compró una medicina para donarla a una enferma, y en el momento de cruzar la calle por delante de un tranvía que se encontraba detenido, no se percató que un automóvil se acercaba. El automóvil se desplazaba a baja velocidad y rozó al doctor Hernández, éste trastabilla y cae impactando su cráneo fuertemente con el borde de la acera, convirtiéndose así en la primera persona arrollada por un automóvil en la ciudad de Caracas. La noticia de su muerte fue trasmitida por toda Caracas en cuestión de minutos y el número de personas que se presentó a ofrecer sus últimos respetos al doctor Hernández fue muy grande. Los restos del José Gregorio fueron trasladados en hombros desde el paraninfo universitario hasta el templo catedralicio y de allí al cementerio General del Sur. La población gritaba: "El doctor Hernández es nuestro", "Ha muerto un santo" A partir de entonces, la veneración surgió espontáneamente en el pueblo, quien tomó como su imagen tutelar y protectora la del Médico de los Pobres. En toda Venezuela y en gran parte de Latinoamérica se le dedican rezos y se le hacen solicitudes. Miles de personas le dan las gracias por favores recibidos.

En 1949 se inició Proceso de Beatificación y Canonización del Doctor José Gregorio Hernández. Habiendo ya pasado 70 años y algunos personeros católicos interesados en no reconocerlo como santo, le niegan méritos y se oponen muy tercamente, aunque el pueblo lo ha reconocido y tomado como santo. Pareciera que algunas personas que se consideran los supervisores de la fe cristiana, lo impiden. sigue a la espera de un milagro del Todopoderoso. El 23 de octubre de 1975, los restos de José Gregorio Hernández fueron trasladados a la Iglesia de la Candelaria. Para que el Dr. José Gregorio Hernández sea declarado Santo se necesita primero milagro que sea declarado Beato. Para muchos venezolanos, la última década de la vida de José Gregorio Hernández fue fundamental para consolidar su fama como santo. Particularmente, cita el episodio de la gripe española que llegó al país en octubre de 1918 y él iba a las casas de los enfermos sin temor, Todas las tardes, en la iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria puede escucharse la misma oración: "Pedimos por la pronta beatificación del doctor José Gregorio Hernández"



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José M. Ameliach N.


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