Cualquiera que analice los políticos tradicionales de Latinoamérica puede ver que no hay diferencia entre socialcristianos y socialdemócratas y que todos se disputan el espacio conservador con el mismo metamensaje del siglo XX de Giuseppe Tomas Lampedusa en su novela el gatopardo, de cambiar algo para que todo siga igual.
La mayoría de los países en Latinoamérica hemos pasados por ese periodo de la astucia de los conservadores que apoyan el sistema capitalista donde unos pocos se privilegian sobre la gran mayoría y cambian de ropajes de izquierdistas y de centro para evitar su caída y que triunfe una revolución que reivindique a los pueblos.
En el fondo, lo que buscan los políticos neoliberales, es llegar al poder para mitigar el hambre, suavizar la injusticia social, y seguir borroneando para que los pobres sigan mareado y jugando al pendejo, mientras los ricos y funcionarios siguen disfrutando de esta democracia corrompida y evitando un verdadero cambio social.
Esa ha sido la falsa por más de 50 años con las que nos han dominado, vilipendiado y oprimido estos gobiernos y sus fuerzas represivas en América latina con la ayuda de los medios de comunicación, la iglesia, los gringos y la oligarquía criolla.
Otras instituciones como los organismos internacionales el FMI, el BM y las grandes corporaciones bancarias controladas por los países desarrollados y ricos han jugado un papel macabro contra los pueblos a quienes les manejan sus riquezas, le prestan, le ayudan, los humillan, le cobran intereses y los someten a sus caprichos.
En otro papel pero en igual dirección de favorecer el sistema están la CIDH, la corte penal internacional, la OEA y la ONU financiada por los países ricos y como tal se han convertidos en instrumentos del imperio y el gran capital. Por eso la lucha contra las violaciones de los derechos humanos así como también los crímenes contra la humanidad, el genocidio y el crimen de guerra si bien se aplican y condenan a los países pobres son burladas por los países ricos.
Aunque la revolución cubana jugo un papel vital en la concientización de los pueblos de américa e impacto en su momento, sus efectos fueron frustrados mediante dictaduras y gobiernos autoritarios que no respetaban la integridad física en ninguna parte del mundo.
Sin embargo es Chávez con la revolución de 1992 y 1998 en Venezuela que hace surgir una nueva generación de políticos en muchos países de AL que miran el sur como su norte para la unidad, se oponen a la doctrina Monroe de américa para los americanos y proponen los cambios para un nuevo modelo político vía la constituyente por la cual estamos dejando de ser un continente subordinado y sumiso para ser democracias rebeldes y contestarias.
La derrota electoral del imperio, de sus lacayos políticos y de la oligarquía no se hizo esperar. Sobrevienen triunfos y más triunfos del movimiento de países progresistas, que aunque ha tenido sus dificultades siguen firme en la meta de reivindicar a los pobres.
Los esbirros no han descartado ningún método para mantener el sistema de injusticia social. Volvieron a los golpes de estado de los años 70, persiguen a los líderes progresistas, encarcelan y sabotean su gobiernos aplicando el método no violento de Gene Sharp.
EU ha llamado a sus países títeres a no colaborar con los gobiernos progresistas. Ha impuesto bloqueo a más de 20 países por razones políticas, y aplica su política guerrerista y terrorista contra los árabes, de desabastecimiento e inflación en Latinoamérica, y la guerra comercial con China la cual podría aumentar la crisis financiera.
La crisis económica del neoliberalismo, agudiza la crisis social y ello ha generado un debilitamiento de la democracia representativa burguesa, el surgimiento de la democracia progresista y protagónica y la amenaza del imperio de imponer su voluntad como de lugar.
La lucha contra el imperio no es romancista ni idealista. Hoy Latinoamérica está dividida entre los gobiernos que están sometidos y defienden los intereses imperiales y gobiernos que se oponen al neoliberalismo y a los gringos. Para EU la dictadura sumisa y leal es una democracia y la democracia rebelde es una dictadura. Aunque también tienen a sus rebeldes favoritos y sus dictaduras buenas.
Lo que le paso a Fernando Lugo en Guatemala y a Manuel Zelaya en Honduras que fueron destituidos mediante un golpe de estado y Lo que le está pasando a Cristina Fernández en Argentina, a Luis Ignacio Lula da Silva en Brasil, a Rafael Correa en Ecuador, a Nicolás Maduro en Venezuela y a Daniel Ortega en Nicaragua que están siendo perseguidos, apresados y saboteados no está cimentada en ningún delito de derechos humanos ni de corrupción sino por no aceptar la política imperial de ser marioneta y por rebelarse contra el sistema.
Los que ayer militamos en la izquierda y creemos en la lucha armada para llegar al poder pero hoy planteamos las vías democráticas y pacífica para reivindicar al pueblo debemos apoyar a los movimientos progresistas, ser solidarios y rechazar la persecución política, los apresamientos y el sabotaje contra los líderes progresistas de AL.
El camino es largo, lleno de tropiezos y lleno de errores, batallas y victorias pero de una cosa debemos estar claro, la democracia participativa o el socialismo del siglo 21 aunque reconoce la existencia de la burguesía y la oligarquía, está dispuesto a llevar esta lucha al terreno que lo empuje el imperio sin perder el norte ni los objetivos de conquistar el camino de un cambio social verdadero.
Los gringos que saquen sus manos de Latinoamérica y respeten la soberanía y la autodeterminación. Si bien hemos aceptados la democracia burguesa que explota a los desposeídos, también se debe respetar la democracia que limita a los ricos y beneficia a los pobres.
Mientras los políticos tradicionales siguen a Lampedusa. Los progresistas que amamos la patria debemos seguir a Bolívar, a Martí, a Caamaño y a Chávez quien no solo nos dejó el más grande de su legado de integración de los pueblos sino también sus discursos.
La única fórmula para derrotar a la burguesía es profundizando los cambios revolucionarios. Aquí no hay medias tintas. Con esta burguesía apátrida, con esos grupos fascista no hay acuerdo posible. Es una lucha de clase. No hay otra alternativa. Hay que arroyar la contrarrevolución pero no podemos seguir siendo pendejos. (Chávez)