Maduro: la opción democrática amenaza del imperio

No fue fácil para los revolucionarios aceptar la despedida del Comandante Chávez aquel 08 de diciembre de 2012 en lo que sería su última proclama. Obligado por las circunstancias, producto de la enfermedad que padecía, de la entrega sin medidas a su patria y del sobreesfuerzo impartido durante su definitoria campaña electoral, nos dejó una orden y al mismo tiempo un gran compromiso: elegir a Nicolás Maduro como presidente de la República Bolivariana de Venezuela. A pesar de que el desempeño de éste en la cancillería fue muy brillante, la mayoría de los bolivarianos no se imaginaban que Chávez propondría a Maduro como su sucesor, pues siempre se estimó que su seguidor sería Diosdado Cabello, incluso algunos diputados chavistas así lo manifestaron en público. La imagen de Chávez, su carisma, su liderazgo, su sensibilidad por su país y la de los pueblos del mundo (especialmente los de América del Sur y de África), su voz ante el mundo contra el imperio y sus reyes, y más allá de estos atributos, fueron factores determinantes para conquistar a los venezolanos y aceptar sus mandatos. En ese entonces Maduro ya se había fogueado en la mejor escuela de Hugo Chávez, haber asumido varios cargos públicos le ayudaron a conocer los verdaderos enemigos del país; pero aun así estos no fueron suficientes para una derecha elitesca que lo discrimina solo por el hecho de no poseer un título universitario, tener como procedencia ser un obrero asalariado de la IV República y ser hijo de migrantes colombianos. De manera burlesca fue señalado él —y aun así lo califica— por la burguesía como el presidente Maburro, comparándolo con un animal al que vulgarmente por ignorancia se le asocia al ser humano como bruto e ignorante, pero en realidad este animal supera la inteligencia humana y su rendimiento físico es superior al del caballo.

A pesar de los grandes eruditos que conforman la MUD (ahora Frente Antidemocrático), unido a los sabios del Grupo de Lima y del imperio, junto a las grandes corporaciones mediáticas, no han podido tumbarlo. Maduro ha dado muestras de ser un hombre con una gran inteligencia, de tener habilidades para dirigir y enfrentar a los opositores y ser un gran estratega para enfrentar situaciones adversas y tomar decisiones oportunas, lo cual molesta a la extrema derecha, porque "maburro" resultó ser más inteligente que todos ellos juntos. Sin embargo, la guerra psicológica de la derecha no cesa. Ha pretendido generar una confusión entre los chavistas, entre los chavistas light y los indecisos en cuanto el pensamiento de Chávez que es la misma ideología y proyecto de Simón Bolívar, tratando de establecer una barrera interna en el seno de la revolución, creando ellos mismos la existencia de dos corrientes: el chavismo y el madurismo, a los efectos de que los seguidores de Chávez se identifiquen más con el comandante que con el obrero, para que repitan que Chávez "era único e irrepetible, "era otra cosa" y no apoyan al "madurismo" debido a que el "chofer del metro" desvió el proyecto y puso la torta. La derecha ha penetrado de manera silenciosa en las bases de las filas revolucionarias y no nos hemos dado cuenta, o en su defecto se le permitió deliberadamente socavando así la matriz de nuestros principios revolucionarios. Decir "yo soy chavista y no madurista" es una contradicción ideológica revolucionaria socialista bolivariana. Se es chavista porque se es bolivariano, por lo tanto no existe ninguna corriente madurista. Existe sí un presidente obrero en cuya responsabilidad se le legó una misión: la continuidad de un proyecto que inició un hombre bajo juramento; pero que debido a las circunstancias, a los planes suicidas del imperio, no fue posible continuar. En esta línea hasta el presidente Maduro debe estar claro y si los amigos camaradas no lo han entendido así, pues es muy lamentable, por allí muere la revolución. Además, hay que reconocer que, ni sumando todos los ataques que se hicieron contra Chávez en sus casi 12 años gobernando, éstos no se comparan con los que ha sufrido Maduro; en tan poco tiempo ha vivido peores agresiones por la ultra derecha venezolana e internacional.

Ahora bien, Maduro es la opción democrática amenaza del imperio, porque éste sabe lo que él representa: la continuidad de un proyecto humanista socialista, integrador, multipolar, que puede hacer terminar de tambalear un sistema dominante y una estructura hegemónica de mucho poder económico, ya que no tendría el control sobre los principales recursos energéticos, petroleros y minerales que tanto ha aspirado en estos veinte años. En este caso el candidato Maduro es quien más se aproxima al ideario bolivariano. No me explico cómo el candidato de la derecha, Henri Falcón, quien prestó servicio en nuestra Fuerza Armada Nacional, pretenda entregar nuestra soberanía si llegara a ser presidente, permitir además la ayuda humanitaria cuando los bancos gringos tienen represados nuestros activos ($1.200.000.000) y pretender ser el nuevo cachorro del imperio que le moverá la cola a Trump, el personaje más oscuro y nefasto que ha tenido los EE.UU. Así las cosas, Falcón sería una verdadera vergüenza para la FAN y para el país, un indigno hijo de los libertadores que lucharon contra la esclavitud del imperio. En este sentido, no es el hombre al que ataca el imperio, no es a Maduro, es a un proyecto de país. Podemos estar en desacuerdo o llenos de ira porque algunas acciones gubernamentales son lentas, por los errores que se han cometido, por las distintas sombras corruptas que aún le hacen lobby al presidente; no obstante esto no puede ser causal para ir en contra de mi país; para arrodillarme a Trump, a la UE, a Santos o a cualquiera que le dé la gana de mancillar mi patria; o peor aún para ir en contra de mi pueblo para destruirnos o matarnos unos contra otros; o para aceptar como borrego una crisis impuesta desde afuera con la anuencia de quienes se autodenominan defensores de la libertad cuando en nombre de ella la han prostituido. Es la hora de Venezuela, el momento de la hermosa mujer que nos acobijó en esta tierra de gracia para llevar su luz, su aroma en la piel y el cuatro en el corazón con mis hermanos del Sur.



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Esmeralda García Ramírez

Licenciada en Administración Articulista

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