Simón Bolívar rechazado por la oligarquía colombiana latifundistas (III)

La lucha que tuvo que desarrollar Bolívar para lograr la libertad de los pueblos de América del Sur, de cierta forma fue más fuerte y difícil con las personas civiles nativas de estos países que contra los soldados españoles enemigos en los diversos combates bélicos en que participó, como también fue difícil el trato con los extranjeros que se decían eran sus aliados o manifestaban sus neutralidades en esta guerra independentista. Tal sucedió con los gringos por su hipócrita neutralidad, pues las autoridades gringas permitían a sus connacionales la venta de armas y pertrechos a las tropas realistas, pero prohibían, perseguían y castigaban a las personas que pudiere hacerlo en favor de los patriotas, para ello los gobernantes gringos lograron poner en vigencia una Ley que llamaron, Ley Madison, la cual fue aprobada en el año 1817, ella contemplaba un castigo por 10 años de cárcel y 10 mil dólares de multa al ciudadano estadounidense que fuese sorprendido vendiendo armas a los insurgentes de la libertad del Sur del Continente. Fue esta desleal, injusta e interesada Ley la que provocó que Simón Bolívar manifestara: "Jamás política ha sido más infame que la de los norteamericanos con nosotros"

Mientras los resentidos terratenientes criollos y la jerarquía eclesiástica protestaban por la abolición de la servidumbre de los esclavos y por las medidas de justicia agraria que devolvía las tierras a los indígenas del lugar, esta rica y alta clase social causaron violentas manifestaciones públicas y reclamaban a Bolívar el por qué quería enaltecer a las "heces de la sociedad" Para los santanderista, los humilde y pobres del pueblo era gente baja, o simplemente una manada de animales de 2 patas, en cambio para Simón Bolívar, a quien estos oligarcas y curas llamaban caudillo de los desventurados, asimilaba lo que aquellos creían lo ofendía profundamente. Bolívar proscribió las distinciones y trató de erradicar los privilegios, y argumentaba: "Tales son nuestros liberales: crueles, sanguinarios, frenéticos, intolerantes y cubriendo sus crímenes con la palabra libertad; que no temen profanar cuantas veces se enfurecen" El Libertador pensando en el pueblo, en su dignificación, consulta a su maestro Simón Rodríguez. Bolívar declara la educación como la primera necesidad de la República y decretó que ésta debía ser gratuita, laica y generalizada; y para ello no se cansó de fundar escuelas, colegios y universidades en toda la extensión de los países libertados por su espada portentosa.

A los congresistas oligarcas tampoco le gustaba Bolívar, siendo el principal motivo para ello el haberle rebajado de un solo tajo a la mitad sus escandalosos sueldos, con la finalidad de levantar los fondos públicos y que no se ofendiera a otros trabajadores oficiales por la escandalosa diferencia en el sueldo; ello ofendía y hacía minimizar la utilidad y valor del trabajo desempeñado por un empleado público. Bolívar reflexionaba "Piensan que la voluntad del pueblo es la opinión de ellos", y al final dijo el Libertador. "Tengo mil veces más fe en el pueblo que en sus diputados" Bolívar combatió con carácter a los ladrones del Estado, a los corruptos, a quienes comparó con las sanguijuelas que le chupan la sangre y hasta el alma al pueblo. Bolívar les decía de frente a los congresistas: "veo vuestras leyes como Solón, que pensaba que sólo servían para enredar a los débiles y de ninguna traba a los fuertes" mientras Santander exigía obedecer las leyes "aunque se lleve el diablo a la república"; desconociendo que es el pueblo la fuente de las leyes. ¡Qué les iba a gustar a los predicadores del libre comercio la prohibición de las importaciones de manufacturas de rublos que se producían en el lugar y que propiciaba el no desarrollo de la industria nacional! Como la oligarquía no albergaba en su ser ningún sentimiento de patria y soberanía, lanzaron contra Bolívar sus maldiciones, cuando tomó la decisión de nacionalizar las minas y el subsuelo. Si, el proyecto social del Libertador que flameaba como bandera al viento, había enardecido a la oligarquía criolla y la había empujado a la conspiración desesperada.



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José M. Ameliach N.


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