El Puntofijismo y la masacre de Cantaura

Era el 4 de octubre de 1982, cuando aviones de la Fuerza Aérea Venezolana, cuatrocientos hombres de la Fuerza Armada Nacional y decenas de efectivos de la Disip, procedieron a atacar un lugar donde 40 ciudadanos efectuaban una reunión, La reunión se efectuaba cerca de la población de Cantaura, en el estado Anzoátegui, oriente de Venezuela. Actualmente el Gobierno Bolivariano de la República de Venezuela, lucha de manera tajante con la finalidad de esclarecer no solo lo ocurrido en Cantaura, sino otros hechos lamentables que están presentes en la memoria del pueblo. La Ley contra el Olvido, es un instrumento legal tiene como meta resarcir histórica, moral y públicamente a las víctimas de las violaciones de los derechos humanos cometidos contra los movimientos sociales durante los gobiernos de Acción Democrática y Copei, Este será un texto de carácter histórico para las futuras generaciones, ya que dejará huella ante las injusticias ocurridas en la vida política de Venezuela, cuando miles de ciudadanos fueron torturados, asesinados y desparecidos por los cuerpos policiales y los llamados teatros de operaciones en los gobiernos puntofijistas, El texto prevé la creación de la Comisión de la Verdad y la Justicia, un organismo de investigación que estará integrado por ocho personas en representación de diversas instituciones del Estado con competencia en el tema y nueve del Frente de Familiares y Amigos de las víctimas de los crímenes de Estado en el período 1958-1998, hasta ahora no hay responsables jurídicamente de los crímenes, por lo que el Estado tiene una deuda pendiente con la investigación de los hechos, establecer las responsabilidades y rescatar la memoria de lo sucedido y que los culpables paguen por sus delitos.

Han transcurrido 35 años de aquel amanecer que se convirtió en muerte y ese es el tiempo de espera de justicia, que parece eternidad. En las sabanas y matorrales cercanos a la apacible Cantaura despuntaba el alba de aquel 4 de octubre del año l982. La agradable mañana se recibía con el cafecito y la prometedora reunión de unos 40 invitados para discutir alternativas, líneas de acción política y propuestas. De pronto ocurrió lo sorpresivo. Apenas eran las 6 de la mañana y ni siquiera dio tiempo para saborear el café. El rugido de los aviones camberras y el trueno de bombas y metrallas caían como torrenciales chaparrones sobre la humanidad del grupo. Aquellos montes conocidos como Mare Mare o Los Changurriales, a pocos kilómetros de Cantaura fueron el escenario de una nueva masacre de los partidos del puntofijismo, representados por AD y Copei. Toda la furia y el odio de un gobierno opresor y miserable descargó sus armas para acabar en minutos con 23 vidas de jóvenes venezolanos. No hubo compasión. Nadie la pidió. Fue una masacre. Un acto cruel. Propio de los gorilas militares que se habían apoderado de nuestra América. Una vil y sangrienta emboscada planificada y ejecutada por los miembros de la DISIP: Remberto Uzcátegui, Henry López Sisco y Arpad Bango. El Ministro de la Defensa era el general Luis Narváez Churión y presidente de la República, Luis Herrera Campins. Han trascurrido 35 años de la masacre de Cantaura y hasta hoy no hay justicia. No hay culpables. No hay presos. Lo que hay una completa impunidad.

En la memoria de la Venezuela Bolivariana están presentes 23 nombres. Compañeros que regaron con su sangre el suelo patrio al igual que otros mártires de los años 50, 60, 70 y 80, para quienes también pedimos justicia. No olvidemos a Cantaura y su juventud asesinada. En esta Venezuela de cambios están con nosotros, a nuestro lado, en la marcha, en el barrio, en el partido, en cualquier parte, construyendo patria. Aquí están, para no olvidarlos: Sor Fanny, Diego, Eusebio, Carmen Rosa, Beatriz, María Luisa, Jorge, Emperatriz, Mauricio, Luis José, Julio César, Roberto Antonio, Nelson, Enrique José, José Miguel, Rubén, Baudilio, Antonio María, José Isidro, Itamar, Carlos, Carlos Alberto y Euménides. También pedimos justicia para los desaparecidos y asesinados en los años 60, 70 y 80. Unidos contra la impunidad y la complicidad que siguen siendo un nudo en la garganta… ¡La lucha sigue!

De todos estos crímenes anda por allí un comprometido terrorista adeco que se llama Henry Ramos Allup, uno de los más rancios partidario del régimen puntofijista y connotado criminal que marcha por la patria como Pedro por su casa, haciéndole daño a Venezuela y diciendo. YO NO FUI. Pero otra vez no y no volverán.



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José M. Ameliach N.


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