Haciendo turismo en Margarita

Después de 3 años sin poder viajar en vacaciones, a las que como miembro de la clase media tuvimos derecho casi que constitucional en la cuarta república, logré irme a la isla de Margarita.

Nadie crea que fue al viejo resort de la familia, a ese que después que el loco Chávez dio unos dólares viajeros olvidamos para irnos a hacer turismo internacional subsidiado. Que años aquellos en los que pude ir a 11 países haciendo una "caricatura de turismo", comiendo sanduches y encerrado en hoteles de cuarta para estirar los 400 dólares y traer algunos en el bolsillo y revenderlos para sobrevivir hasta que cadivi otorgara los del siguiente año. Más que turismo ese fue un rebusque que nos obligó a viajar por el mundo, hasta que llegó Maduro a acabar con todo esto.

Las condiciones en las que Maduro tiene el país obligaron a que mi estancia en la isla estuviera costeada por familiares y que no pudiera hacer, en 12 días, ni siquiera una comida en restaurant pagada de mi bolsillo. Apenas me permití costear barquillas de Mac Donald en un centro comercial, mientras recordaba la Venezuela dorada de la cuarta en la que Margarita fue la Miami venezolana a la que asistíamos algunos a proveernos de Wiskies, quesos y chocolates baratos, mientras otros recorrían el mundo haciendo turismo verdadero, siempre gracias a la riqueza petrolera que en aquellos tiempos repartida menos equitativamente, favorecía más a unos pocos, pero como los favorecía.

Volviendo a mis días en la isla, por supuesto que al lugar más costoso al que fui también tuve que hacerlo subsidiado, entradas de cortesía y cancelando 50% de 3 de ellas; de 245.000 Bs, apenas pagó alguien que no fui yo 55.000 Bs. Me dice una fuente confiable que al Parque en esta temporada asisten entre 1000 y 1200 personas diarias, la entrada tiene un costo de 35.000 Bs, saquen la cuenta y vean como rueda el real en este país.

Aparte del Parque ya referido fuimos a las playas, los toldos en 10.000 Bs cada día, esos corrieron por mi cuenta, entre las cocadas de la playa a 8000 y las de la orilla de la vía a 2.500 ya todos se imaginaran cual elegimos, esas también las pagué muy gustoso.

Comí langosta en dos ocasiones, ambas en casa. La primera preparada en una exquisita ensaladilla y la otra apenas con limón, que sabrosura.

Aparte de los helados que pagué me brindaron unas "paletas" que son una exquisitez, cada una cuesta 7.500 Bs. pero aparte de los helados de la Coromoto, en Mérida, creo que son los mejores que he comido en mi vida. Allí fue necesario hacer cola, la única aparte de la del Aeropuerto que hice durante estos días.

Ya al final de la jornada fuimos a ver la puesta de Sol a Juan Griego, un breve pero bello paseo que nos permitió disfrutar de esa magia que ofrece un atardecer en la Bahía.

Como íbamos cortos apenas compramos insumos para comidas en casa, pero nos encargaron 2 cajas de wiskis del que puede beber ocasionalmente la clase media que Maduro quiere eliminar, así que terminamos comprándolas, casi como para que mientras regresábamos no sintiéramos tanta nostalgia por aquella Margarita de la cuarta.

Después de superado el cansancio que me dejaron los dos últimos días en la isla, quizás les cuente detalles del vainón que nos echó la Aerolínea cuando intempestivamente declaró suspensión de operaciones por lo que debimos permanece casi dos días de infortunio en el Santiago Mariño.



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Juan González


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