El triste llamado a la desobediencia

En medio de tantos anuncios, llama la atención como un sector de la oposición apuesta por el caos total, no comprendo como una forma de lucha incluye la necesidad de exponer a los individuos a una acción fatalista. Se debe ser bien irresponsable, en insinuar que la vida de un ser humano puede tributar a un cambio de la corriente o modelo de gobierno, hay que precisar que no es un conflicto entre los habitantes del planeta martes con los del planeta júpiter. Son nuestros hermanos venezolanos lo que se están enfrentando, dejando la vida en el terreno y con ellos tantos sueños; y el fatal dolor familiar por la ausencia terrenal.

Por muy descontento que pueda estar con una forma, idea o método de abordaje político, no me creo con la potestad de conducir a mis hermanos nacidos en esta misma tierra a un enfrentamiento entre iguales. Creo que quienes piensan de esta manera juegan a un doble discurso, poniendo de manifiesto sus únicas y verdaderas intenciones de ir tras el poder, para beneficiarse de él. Yo puedo entender una convocatoria a no acudir a un ejercicio electoral, como un hecho de protesta en contra de la gobernabilidad, pero no a tener una actitud retadora en la calle en contra de los bienes públicos o privado. Para mi esta es una acción fuera de todo orden reivindicativo, si estamos en desacuerdo con algo que pudiera estar presentando fallas, la repuesta no se centra en tener actuaciones que pudiesen ser similares. Es el altruismo y las conductas serias son quienes marcaran la pauta.

Los cambios, suponen escenarios nuevos que puedan contradecir de hecho los desaciertos, en lo particular no es la mejor opción responder agresión con agresión, si llevamos esto a la ley de los signos e identificamos la agresión con el signo más; + por + es igual a +, de ser así donde está el avance. Mi país, nuestro país requiere que nos encontremos en los puntos de coincidencia, es a partir de allí donde se iniciara la nueva reconstrucción política. Hechos similares a los de Venezuela se han venido registrando en otros países de la región, y a través de los medios de comunicación internacional se siguen viendo y hasta con mayor contundencia actos de irreverencia popular, así como medidas en contra de las políticas reivindicativas de alcance social, económicas, educativas entre otras.

Quienes buscan un cambio para nuestra Venezuela, debe primero preguntarse cómo quieren ver ese cambio, en lo que a mí se refiere me rehúso a verlo en medio de la sangre y el dolor. Nosotros los venezolanos no somos así, no hemos convertidos en gente que maldicen de forma compulsiva, olvidando que en cada maldición se pone de manifiesto la alegría del rey de las tinieblas, produciendo dolor en el corazón de nuestro cristo redentor. No estamos perdiendo en ese camino oscuro de la maldad, que alegría puede dar ver a una persona quemarse, ni en esta vida y otras sietes van hacer perdonado por Dios. Esto no me alegra, genera en mí una compasión tremenda por ellos.

Yo pudiera o no estar de acuerdo con algo o con alguien, pero no tengo derecho de promover acciones que involucren la vulnerabilidad del Pueblo de Dios, consciente estoy que van a llover maldiciones sobre mí por estas líneas. Pero a todos quienes me maldigan vayan miles de bendiciones para ellos y su grupo familiar; hermanos, cristo y Venezuela les ama.



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Joselino Serrano


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