La ceguera selectiva que impide la paz y nos está llevando a una guerra

El pasado Domingo pudimos apreciar, de manera contundente, cómo es posible que en la misma Venezuela existan dos inmensos grupos de personas, que hacen vida política de manera apasionada, pero que son incapaces de reconocerse los unos a los otros.

Siempre se habla de que Venezuela es un país sumamente polarizado. Inclusive, en los últimos tiempos, los analistas coinciden en señalar que la política está dominada por los extremistas. Pero este domingo, la evidencia fue todavía más significativa. Pudimos ver a miles y miles de personas haciendo cola, con la intención de expresarse políticamente de la manera que mejor les parecía, pero con posiciones diametralmente opuestas.

CIFRAS IMPRESENTABLES

Cada grupo se atribuye una victoria contundente. Los voceros de cada uno de los sectores dicen que los resultados superaron ampliamente las expectativas que tenían, pero lo cierto es que, seguramente, nunca sabremos las cifras reales.

En el caso de la oposición, se debe a que el plebiscito que convocaron no tenía ningún tipo de rigor, ni control de ninguna clase en cuanto a la contabilidad de los votos, por eso rueda un video en las redes en el que quedó en evidencia que era muy fácil que alguien votara varias veces, puesto que una persona se grabó a sí misma haciéndolo para demostrarlo. Por si fuera poco, los voceros oficiales de esta actividad opositora tampoco han logrado ponerse de acuerdo en cuanto a las cifras, y unos dicen una cosa y otros otra. Y los propios rectores de las Universidades, que fueron nombrados por la oposición como una especie de CNE paralelo, públicamente y ante la mirada de desconcierto de los periodistas, se desmentían entre sí, mostrando desacuerdo en este punto.

Por el lado del gobierno, tampoco se dieron cifras oficiales porque, por tratarse de un simulacro, no se consideró necesario.

TODOS QUIEREN PAZ, PERO SOLO CON SU GRUPO

Lo cierto es que, en este caso, cuántas personas hayan ido a votar por un lado o por el otro realmente no es lo más importante. Lo que sí es significativo es que fueron cientos de miles de personas las que dijeron, con su presencia, que quieren soluciones democráticas y pacíficas para nuestro país. Los violentos, quedaron de lado, y lo que la gran mayoría de las encuestas han señalado, quedó demostrado en esas dos jornadas de este domingo 16: que la gente quiere paz.

El problema, es que no existe ningún tipo de paz posible si cada uno de los sectores no reconoce y respeta al otro. Y eso también, lamentablemente, quedó evidenciado el domingo. Cuando los medios de comunicación entrevistaban a cualquier persona, independientemente del sector por el cual estuviera participando, se mostraban sumamente emocionados por estar en su actividad, pero desconocían por completo que, del otro lado de la acera, también estaba otra parte del país, en actitud democrática, expresando su opinión.

Esto es lo lamentable. Pareciera que sólo somos capaces de vernos el ombligo. Que todos sufrimos de una gran miopía y que no somos capaces de ver más allá de nuestra nariz. Que sólo vemos a lo que están a nuestro lado, que sólo somos capaces de reconocer a los que están de acuerdo con nuestra posición, pero que existe algo inmenso, colosal, que nos impide ver a los contrarios, que nos imposibilita reconocerlos, y peor todavía, respetarlos, aceptarlos como venezolanos, con derechos igual que los nuestros.

DECLARACIÓN DE GUERRA

Y mis peores temores se hicieron realidad, cuando este Lunes los voceros de la MUD declararon al país que esta semana montarían un gobierno paralelo y que convocarían a un paro "que cada quien haría como mejor le pareciera: quedándose en su casa, con trancazo, plantón, protesta de calle (entiéndase guarimba) o como quisieran".

Creo que a estas alturas no hay que explicar que esto es una declaración de guerra. Es decir, hicieron el famoso plebiscito para justificar, ante la opinión pública internacional, que tienen permiso de su gente para dar un golpe de Estado y derrocar a Maduro. Frente a esto, no se puede esperar que la otra parte del país espere pasivamente a que los miembros de ese supuesto "gobierno paralelo", vayan a Miraflores a sacar al Presidente.

Es triste, pero es cierto. La ceguera de los dirigentes nos está llevando a una guerra. Y parece que los seguidores, de cada lado, no somos capaces de darnos cuenta que solo con el reconocimiento, el respeto y el diálogo, pudiéramos tener la posibilidad de resolver nuestras diferencias en paz. Ojalá me equivoque. Le pido a Dios, con toda mi alma, estar equivocada.



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Mary Pili Hernández

Ex-ministra de la Juventud, ex-viceministra de Relaciones Exteriores para América del Norte, y ex-concejal por el Municipio Libertador. Cristiana, Periodista, Socialista, Bolivariana, Antiimperialista y Chavista.

 mphopinion@yahoo.com      @marypilih

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