Entre la guerra y la paz

Está visto que una de las debilidades del proceso bolivariano es la de no haber contado desde sus inicios con una oposición que le hiciera de contrapeso y que, en base a ello, en circunstancias determinadas, pudiese haberse erigido en una opción de alternabilidad en el ejercicio del poder del país, tal eventualidad, que, sería posible en las peculiares condiciones en las que fue concebido e ideado el novedoso proceso revolucionario venezolano, liderado por Hugo Chávez, en el marco de las reglas de la democracia política burguesa, requeriría que la oposición venezolana se amoldara al juego democrático, pero no, como está suficientemente testimoniado, la vocación de esta oposición ha sido la de optar por pretender retomar el poder por la vía de la fuerza obviando los mecanismos democráticos que les brinda la vía electoral.

Expectativas populares evaporadas

Quienes, en lo fundamental, se opusieron al proyecto chavista eran, en esencia, los mismos sectores oligárquicos que venían detentando, históricamente, el poder en Venezuela, particularmente durante los últimos cuarenta años del régimen cuarto republicano que tantas calamidades le produjo al pueblo venezolano; las expectativas populares de redención social y política que se había creado con la caída de la dictadura perezjimenista rápidamente se evaporaron con la nefasta, entreguista y represiva gestión de los gobiernos puntofijistas adeco-copeyanos.

Dichos sectores, desalojados del poder político por el huracán bolivariano, no estuvieron en condiciones de concebir ni presentar, para la consideración de los venezolanos, un programa alternativo a la propuesta chavista bolivariana, de por sí, revolucionaria, que recogía: por un lado, tanto las preteridas esperanzas libertarias y telúricas del pueblo venezolano que venían siendo postergadas, no sólo por el puntofijismo, sino, desde la época misma de la primera independencia y de la guerra federal, cuando los antecesores oligárquicos traicionaron tempranamente la vocación independentista y de desarrollo nacional y nuestroamericanista de los padres fundadores de la Patria, como, por otro lado, una visión de la nueva sociedad enmarcada en la geometría de poder que se avizora en el escenario mundial contemporáneo.

Penoso programa neoliberal

Esta manifiesta limitación opositora se refleja, en los 18 años que lleva el período bolivariano, en que no han podido delinear una propuesta que les permita abrir la posibilidad cierta de retornar al control político del país; pues, el programa que penosa y muy discretamente se han atrevido a asomar no es más que el consabido y manoseado recetario neoliberal, ya conocido, rechazado y repudiado por el pueblo venezolano por su definida orientación netamente privatizadora de la economía, cercenadora del papel relevante del Estado en la redistribución de la riqueza nacional y su tendenciosa inclinación a invisibilizar y desconocer al pueblo organizado como sujeto político y social. Y, mucho menos, han podido desarrollar una ejecutoria política que pusiera seriamente en cuestión al modelo chavista, siendo más que evidente, los muchos dislates que han cometido a largo de todo este período y, todo indica, que persistirán en esa acometida, por demás, errática.

Ahora bien, no es que no hayan tenido y no mantengan esferas de poder en la sociedad, por el contrario, es ostensible que en los ámbitos económico, comunicacional y, sobre todo, en lo ideológico-cultural mantienen, la primacía hegemónica, además, del control político que tienen en espacios estadales y municipales y del que, lograron, recientemente, en la Asamblea Nacional.

Sumisión al imperialismo

Y, por si fuera poco, como es público y notorio, cuentan con el apoyo condicionante del gobierno estadounidense y de la derecha internacional, lo que implica el manifiesto aporte financiero, mediático y geopolítico que, naturalmente, los dota de capacidad beligerante, tanto interna como externamente.

Pero esta condición, que es su fortaleza, al mismo tiempo, pone de relieve, si acaso, su mayor debilidad estructural, como lo es la relación de sumisión y dependencia que mantienen con los dictados que provienen de los centros imperiales, que los imposibilita para desarrollar acciones e iniciativas propias y les perturba la conexión, que pretenden, con las exigencias y necesidades de la población mayoritaria venezolana.

Esta relación de sumisión no hace sino expresar la histórica dependencia que como clase social apátrida han mantenido con el imperialismo, en detrimento, claro está, de los intereses de la nación venezolana en su conjunto.

Por ello, están impedidos de emprender iniciativas políticas que no hayan sido consideradas o aprobadas, previamente, por quienes dirigen el tinglado desde Washington, en donde, las élites de poder, en sí mismas, no están exentas de contradicciones, razón por la cual, las orientaciones que de allí emanan no dejan de reflejar un carácter contradictorio (algunas veces, se inclinan por el diálogo y otras son reticentes al mismo, en ocasiones se ganan para participar en procesos electorales en otras se oponen, etc.) dependiendo de las circunstancias y de quienes les correspondan fijar (águilas o palomas), en la Casa Blanca, la política opositora a seguir en un momento determinado. Aún cuando, está claro, que el propósito estratégico de los imperialistas estadounidenses es el derrocamiento y extinción de raíz de todo vestigio de la irritante, para ellos, Revolución Bolivariana (las reiteradas intimidaciones del Comando Sur y la declaratoria de Venezuela como una amenaza para la seguridad de los Estados Unidos, son hechos, entre otros, que hablan por sí mismo).

Es en este marco referencial en donde hay que ubicar e interpretar la difícil coyuntura por la que atraviesa el país, en la que se debaten dos posturas claramente contrapuestas y que, a nuestro entender, se sintetizan en la expresión: ¡guerra o paz!

Oposición terrorista

Mientras la apátrida oposición, sumisa a los dictados norteños, se empeña en pretender, de manera desesperada, el derrocamiento del gobierno bolivariano, desconociendo y violentando los mecanismos pautados en la CRBV y apelando, en consecuencia, a una burda combinación de formas de luchas, intentando compaginar acciones legales de protesta pacífica con acciones guarimbéricas, violentas y terroristas, como las que han desarrollado en los últimos cuatro meses, ocasionando más de 100 muertos y centenares de heridos, manteniendo en zozobra a la población en sitios puntuales del país, fomentando el odio entre los venezolanos y propiciando la intervención extranjera y asomando el perfil de la guerra como opción de chantaje si el gobierno no cede a sus propósitos.

Con esa orientación promovieron un plebiscito que luego llamaron consulta popular, no vinculante, sin ninguna fundamentación legal ni constitucional, en la idea de que al contar con una incorporación masiva de los venezolanos en los puntos de firmas previstos para tal efecto, podrían dar el salto en su arremetida anticonstitucional desconociendo los Poderes Públicos, exigiendo la renuncia del Presidente de la República y conminando a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana a restablecer el estado de derecho que ellos han desconocido e irrespetado permanentemente. Pero los resultados obtenidos no se correspondieron con sus cálculos previos, pues, el respaldo alcanzado se circunscribió a los consabidos ciudadanos habitantes de las zonas pudientes del país; los sectores populares, es decir, la mayoría de la población, ni se percataron de la mencionada consulta. Realidad esta, que quieran o no, los obliga a tener que reconsiderar, la obtusa política que han venido desarrollando en aras de un golpe de Estado que, ni más ni menos, sería el preámbulo, de la guerra civil, lo cual, a su vez, produciría el ambiente propicio para la nefasta intervención extranjera. .

Pueblo patriota

El gobierno bolivariano, contraria y sabiamente, ante esa embestida antidemocrática y anticonstitucional, ha levantado de manera consecuente la defensa del orden público, haciendo uso progresivo y proporcional de la fuerza para contener a los revoltosos, atendiendo con firmeza, como le corresponde, la gobernabilidad, garantizando la cotidianidad de la vida, llamando al diálogo permanente entre los venezolanos, en suma, procurando la tranquilidad de la nación y enarbolando una política de paz, condición, esta, básica, para alcanzar la convivencia humana y derrotar la intencionalidad guerrerista incubada en la intencionalidad de los opositores apátridas y de sus mandantes imperialistas.

Esta posición del gobierno bolivariano ha sido cabalmente interpretada y asumida por el pueblo patriota, de amplia vocación pacífica, que salió masivamente a participar del simulacro realizado el pasado domingo 16, a manera de ensayo, para ejercitar el voto de la elección de la Asamblea Nacional Constituyente, el próximo 30 de julio.

Propuesta de paz

Nuestro pueblo entendió el carácter de la propuesta de paz formulada por el Presidente Nicolás Maduro al convocar la ANC, dándole de esta forma un claro mentís a quienes han practicado y enarbolado la bandera del terrorismo y de la violencia, en la falsa creencia de que con la guerra económica que han inducido en contra del pueblo y con el bombardeo mediático al que lo tienen sometido, este, el pueblo bolivariano, iba a absorber cual caldo de cultivo la invocación a la guerra.

Pero no, se equivocaron de palmo a palmo, pues, la conciencia crítica cimentada por Chávez en el seno del bravo pueblo es de hondo calado y es la garantía de la permanencia y perdurabilidad de la revolución bolivariana, que, evidentemente, se habrá de expresar con el firme respaldo a la Asamblea Nacional Constituyente y a lo que esta significa en el propósito de afianzar la paz social, de transformar el Estado y de fortalecer las bases para el forjamiento de la nueva sociedad, cada vez más justa, humana y solidaria.



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Miguel Ugas

Miembro de la coordinación nacional del MoMAC

 miguelugas@gmail.com

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