¡Leguleyos!

A mi me encanta, luego no digan que aquí no hay una lucha de clases, como declaran nuestros queridos enemigos. El fútbol, a excepción de los estados occidentales, es un deporte que la oligarquía ha convertido en elite. Es probable que el "vino tinto" se esté convirtiendo en un punto de honor de los nacionalistas y esto, guste o no, se le debe a nuestro comandante Chávez (fanático beisbolista y magallenero pa' desgracia de los caraquistas), que ha aupado a nuestra selección.

Jesús Loreto, abogado de Gonzalo Feijoo, ilustre golpista de pelo en pecho pero cagón a la hora de las citaciones, usó como ejemplo un partido de fútbol. Dice, textualmente que "uno de los equipos escogió su arbitro y le prohibió al otro equipo tener portero y los 10 jugadores están tratando de ganar el partido conforme a lo que establece el reglamento". En términos de béisbol, este abogaducho, está tratando de ganarnos en la novena entrada, uno a uno, cero outs, tres en base y al turno el cuarto bate y novio de la madrina. ¡Así cualquiera!. Yo recuerdo aquellas "caimaneras" en la plaza de mi barrio. El marcador 5-0 a favor de nosotros, con tres en base y bateando un coño que no pelaba un pichéo. De repente el juego se acababa por que el dueño de la pelota, el bate y los guantes, se arrechaba y decía: Cojo tierrita y no juego más. Lo curioso de este amigo de infancia, es que escogía a los mejores jugadores. Pero, le salía un trabuco en medio de los pendejos. Y eso que la pelota era de goma y los bates unos palos de escoba robados de las escobas de su mamá. Los guantes eran de plástico y repletos de sueños a Tamanaco.

Mueve a risa toda esta basura leguleya sobre las actuaciones en contra de los golpistas. Estaban acostumbrados a llevar un fajo de billetes y repartirlo a nuestros connotados escribientes, empleados y jueces de la república, para "asegurar" que la decisión estuviera "ajustada a derecho". No es que haya dejado de circular el dinero en medio de los escritorios de los tribunales. Sigue circulando; ahora en mayor cantidad. Pero, el pendejo sigue creyendo en la justicia y espera que, ¡Ojo, Comandante!, no quede impune ningún delito. Recuerdo, en mis tiempos de asalariado de confianza, como venía de Caracas un "representante legal", profesor vergatario de la Santa María, a solucionar los entuertos tribunalicios empresariales, repartiendo unos miles por aquí y otros por allá. No solo me asqueaba su actitud; me llenaba de indignación la actitud de escribientes, empleados, aquellos que saben mejor que un juez, los vericuetos de las demandas que allí estaban vegetando. Ese prominente abogado, alcohólico, vagabundo que pedía a sus alumnas pruebas "extra-ordinarias", aún sigue creyendo en las bondades de la interpretación legal.

Juan Fernández y su camarilla, han disfrutado de este "beneficio procesal". Se creen intocables y asumen que la ley es vulnerable a la interpretación de los mercaderes del derecho. No es para menos; la justicia en este país ha estado vulnerada por la libre interpretación de las leyes y el albedrío final de las emociones que provocan los fajos de billetes. Por ejemplo: Si yo voy con una pistola y le apunto al gallego del mercado de la esquina y le digo: ¡Dame a acá esos reales, cabrón!. Por lógica, debo pagar mi violación a la ley. Pero, ¡que arrechos son los abogados!, me pedirán unos cuantos miles de ese botín que tengo enconchado y por un "breve error judicial", llámese procedimiento o por que el fiscal pendejo se le olvidaron mis antecedentes psicológicos, me declaran loco e' bola o alguna vaina rara que me libere de esa ilegalidad penal. Juan Fernández y su gang, sabotearon la empresa petrolera. Obligaron a millones de venezolanos a hacer una cola injusta en las estaciones de servicio. Nos jodieron las hallacas, cuando conspiraron con los empresarios de los alimentos. Hicieron que la nación perdiera miles de millones de dólares que podían utilizarse en viviendas, servicios y beneficios para el pueblo. Sabían y estaban claros de las repercusiones de sus acciones. Pero, hoy sus abogados hablan de "ilegalidad" en los procedimientos.

¡Presos, Carajo! ¡Presos es que deberían estar! No en su casa, como el conspirador vagabundo Carlos Fernández. En la penitenciaría con los presos comunes y sin más opciones que las que cobijan a los presos comunes. ¡Presos, Carajo! Son delincuentes comunes. Vagabundos estafadores, jodedores del erario público. ¡Presos, Comandante! ¡Presos! Y quien trate de malinterpretar nuestras leyes, debería ir preso también por sinverguenza.

El pueblo exige justicia. No hay paz sin justicia. No hay revolución sin justicia.


msilvaga@yahoo.com


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Mario Silva Garcia

Comunicador social. Ex-miembro y caricaturista de Aporrea.org. Revolucionó el periodismo de opinión y denuncia contra la derecha con la publicación de su columna "La Hojilla" en Aporrea a partir de 2004, para luego llevarla a mayores audiencias y con nuevo empuje, a través de VTV con "La Hojilla en TV".

 mariosilvagarcia1959@gmail.com      @LaHojillaenTV

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