Justificar la violencia con mentiras

A escala global, es asombrosa la ligereza con que los medios
corporativos estadounidenses falsean y tergiversan realidades en
función de sus fines, generalmente retorcidos y siempre a favor del
capital y adversos a los pueblos.

Son capaces de convertir la imagen de un líder popular en la de un
brutal dictador en cuestión de días, aunque se trate de un dirigente
aclamado por su pueblo y repetidamente votado en elecciones de
incuestionable limpieza. Pueden transformar la imagen pública de
fanáticos religiosos en prototipos de respetuosos demócratas y las de
gobernantes tiránicos en nobles activistas por los derechos humanos.
Cualquier nación del Tercer Mundo que fortalezca sus defensas ante
amenazas de intervención imperialista en sus asuntos puede convertirse
a los ojos del norteamericano común en un potencial agresor peligroso
para sus vecinos.

Para que se cierre el círculo, se requiere una masa preparada
debidamente para asimilar tales manipulaciones. El gran desarrollo de
los métodos de propaganda, de las relaciones públicas, la publicidad y
la comunicación en general –internet incluido–, conforman un escenario
idóneo para que ello ocurra en Estados Unidos. Bienaventuradamente no
es así en todas partes.

Tras aceptar que el ataque de Estados Unidos contra una base de fuerza
aérea Siria constituyó una violación de la soberanía siria y del
derecho internacional, un profesor de derecho de una acreditada
universidad de Estados Unidos declaró a la prensa que, no obstante
ello, él consideraba justificable el premeditado ataque. El profesor
comparó la acción con una simple falta de no acatar una señal de pare
en un semáforo por una circunstancia de emergencia.
El destacado analista marxista estadounidense de problemas
internacionales Zoltan Zigedy relata lo anterior como una prueba del
colosal nivel de hipocresía en que se han hundido las élites
intelectuales estadounidenses.

"Lamentablemente, Washington ha tenido éxito en lograr que sus
agresiones sean vistas como intervenciones humanitarias, el
equivalente moderno de la civilización de salvajes en el siglo XIX."
"Dado que hacer aceptables sus fechorías se volvió más sofisticado y
los perpetradores resultaban cada vez más exitosos, disminuyó la
necesidad de contar con aliados. Tras desaparecer la URSS, Estados
Unidos comenzó a utilizar a Naciones Unidas para estas trastadas,
inventando "coaliciones de amigos dispuestos a ayudar" como máscaras
para intervenciones en el Medio Oriente; y en años más recientes
utilizó repetidamente el escudo de la OTAN. Ahora, Washington actúa
unilateralmente, descaradamente".

Se aprovecha de oportunos incidentes en torno a los cuales promueve
simpatías a favor de alguna de las partes y apronta un llamado a la
intromisión en función de sus intereses hegemónicos.

Por supuesto, las falsas provocaciones no son estratagemas nuevas. La
entrada de Washington en conflictos por provocación artificial se hizo
presente en los albores del siglo XX, en un acto que marcó el
nacimiento del imperialismo estadounidense: el hundimiento del
acorazado Maine en el puerto de La Habana.

Con la ayuda de William Randolph Hearst y Joseph Pulitzer, dos iconos
contrapuestos del periodismo en Estados Unidos, el incidente sirvió
para que Washington "justificara" su declaración de guerra contra
España, sin que hasta hoy se haya podido confirmar que realmente
fueron las autoridades coloniales que mandaban en la isla las
causantes de aquel crimen calificado de autoagresión por los
historiadores más objetivos.

Puede afirmarse que, desde entonces, todas las guerras de Estados
Unidos han comenzado con una gran mentira ajustada a necesidades
internas de la superpotencia, dirigidas a acomodar al Congreso, la
opinión pública nacional, la extranjera, o a intereses específicos de
algún sector del imperio. En todos los casos, la cúpula imperial ha
utilizado el control que ésta ejerce sobre los medios fundamentales de
información (mainstream media) y todos los recursos del gobierno para
apoyar esas fabricaciones.

Fueron abrumadoras mentiras las que enmarcaron los embates que
acabaron con la soberanía de la antigua Yugoslavia, de Irak y de
Libia, para no hablar de numerosas acciones encubiertas de Estados
Unidos contra naciones del Tercer Mundo prácticamente en todo el orbe,
siempre asentadas en falsedades que, dada la disparidad de capacidades
informativas se convierten en guerras de "león contra mono amarrado".

La vergonzosa agresión de que está siendo víctima Venezuela es, por sí
sola, muestra de esta doble moral. Incapaces de lograr una victoria
por las urnas, la oposición pro imperialista patrocina una toma del
poder mediante la violencia. Estados Unidos acusa al país de no tener
democracia pese a que allí se han realizado veinte elecciones desde
1998 que varios organismos internacionales -OEA y Unión Europea
incluidos- han calificado de transparentes y que el ex presidente de
Estados Unidos Jimmy Carter ha valorado el sistema electoral
venezolano actual como "el mejor del mundo".



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Manuel Yepe

Abogado, economista y politólogo. Profesor del Instituto Superior de Relaciones Internacionales de La Habana, Cuba.

 manuelyepe@gmail.com

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