Mi palabra

La suegra: antichavista y religiosa

El chisme agrada,

pero el chismoso enfada.

Proverbio español.

Mi amigo, es sumamente alegre, comedido y comprensivo, simpatiza desde el mismo comienzo con el proceso venezolano, algunas veces se convierte en un propagandista y defensor de todas las cosas buenas hechas por el gobierno –Chávez-Maduro– pero, nunca falta un "pero", como decía un visionario comerciante larense. La suegra, es por demás antichavista –casi nada– desde niña asiste todos los domingos a misa, incluso ayuda en muchas actividades de la iglesia. De un tiempo para acá, regresa muy motivada, porque el cura de su parroquia, "aliña" el sermón con unos ácidos comentarios contra el gobierno, y como si esto fuera poco, la señora se divierte con un chisme, algo totalmente contrario a la moral de un verdadero católico.

En el barrio, todo el mundo la conoce, es un correo, no pierde una oportunidad de llevar y traer; cualquiera noticia la riega, con tanto interés, y habilidad, que el yerno se queda asombrado. Cuando no aparece algo para despertar la inquietud, y la zozobra en la comunidad, la inventa para después culpar al gobierno. Vive pensando en la caída de Nicolás Maduro, con tanta desesperación, como una María Corina Machado, Ramos Allup, o cualquier guarimbero graduado de terrorista. Repite falsedades con mucha facilidad. Tiene el "olfato" para saber, lo que más crea preocupación en los vecinos; en días pasados empezó a propagar, una de las tantas lucubraciones de su "enfermizo" cerebro, la supuesta falla del servicio eléctrico en horas de la noche, se acercaba el momento de recogerse la mayoría de las mujeres del barrio, para sentarse frente al televisor y disfrutar la telenovela.

A pesar de todas esas "ocupaciones" de la suegra, su yerno, mantiene la compostura, y la ecuanimidad en la relación familiar, para él, no existe la política en el hogar, sin embargo, no puede evitar los cuestionamientos, y burlas de algunos vecinos, quienes saben del daño de cualquiera persona dedicada a esa función, muchas veces aprendida en la televisión –noticiero, novela o programa de opinión– y ahora en las redes sociales.

En los últimos días, las provocaciones han aumentado tratando de interrumpir el periodo presidencial de Nicolás Maduro; muchos se acuestan, pero no duermen, y cuando logran dormir, se despiertan sobresaltados, porque no lo han tumbado, y esa frustración la llevan encendida en los ojos; ni siquiera los ratos en misa, apaciguan ese malestar, por eso la suegra, regresa de la iglesia, pensando para seguir hablando, pero no para difundir el mensaje de Jesús de Nazaret, sino lo que dice el sacerdote "enfermizo", como ella: todo lo que vaya en contra del gobierno.

Todo esto ha venido agudizando los choques verbales, cada quien, defiende hasta donde puede, pero muchos no respetan la relación familiar –sobre todo en el seno del hogar– la imprudencia se hace presente, y hasta aparecen en algunos videítos para después difundirlos, creyéndose actores de cine, porque no falta alguien con la misma "enfermedad" para aplaudirlo, y estimularlo en la "lucha". La suegra, no llega hasta allá, por razones tecnológicas, como bien lo dice el yerno, con la voz muy pausada, con algo de comprensión y satisfacción: "Menos mal, que la suegra, no tiene WhatsApp, o twitter, porque, sino quema a Maduro adentro de Miraflores". Por algo Alfred Joseph Hitchcock, dijo: "La televisión ha hecho mucho por la psiquiatría: no sólo ha difundido su existencia, sino que ha contribuido a hacerla necesaria". De las redes sociales, podemos decir algo parecido con el permiso de este extraordinario productor de cine, ya fallecido, quien, nos dejó una alerta para entender, como nace el odio a través de estos medios: "Ver un asesinato por televisión puede ayudarnos a descargar los propios sentimientos de odio. Si no tienen sentimientos de odio, podrán obtenerse en el intervalo publicitario".



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Narciso Torrealba


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