La rebelión de las entrañas, el ocaso de la dirigencia

Martí dijo: "Viví en el monstruo y le conozco las entrañas". Se podría parafrasear al Apóstol y decir: "Gobierno y oposición viven ignorando las entrañas de la sociedad". Redujeron el mundo a sus querellas verbales, a sus mutuas acusaciones, a los retruécanos ingeniosos. En ese torneo de manipulación, de autohipnosis, ignoran la realidad; no les preocupa, lo importante para ellos es elaborar mentiras que la cubran.

Hoy la realidad habla, y esas señales se ahogan en el mar de falsedades: los saqueos, sobre todo los nocturnos; los ataques a blancos injustificables, los encapuchados espontáneos, los motorizados que actúan por su cuenta, los tiros locos, las agresiones espontáneas; todas esas señales son aprovechadas para imputar al contrario, no se escuchan sus mensajes. Veamos.

La agudización de la confrontación, que debió suceder luego de la caída en combate del Comandante Chávez, fue pospuesta, sustituida por la complicidad de la democracia burguesa, las elecciones condonaron la batalla. No obstante, en la historia, como dijo el clásico "tarde o temprano las batallas suceden, no es posible eludir una confrontación, sólo posponerla". Entonces, las cuentas sin saldar del magnicidio aparecerán de varias formas en la historia de este país.

Luego del asesinato del Comandante, y por los errores horrorosos del gobierno, la masa tal como en la época del 27 de febrero se quedó sin dirección, se refugió en su duelo silencioso. Ese vacío político lo llena el individualismo, la pandilla sustituye a la organización política, el pran al líder, la reacción espontánea que drena la rabia suplanta la acción política organizada.

Es así, vivimos un 27 de febrero por cuotas. No hay, por ahora, una única explosión, sino múltiples estallidos menores. Se asalta un camión, se saquea un negocio, un pequeño 27 en un pueblo, en un sector de la gran ciudad, miles de pequeños atracos, secuestros; todo se inscribe en una sociedad sin rumbo, vacía de razones sagradas, con rabia acumulada, estafada por la dirigencia.

En estas circunstancias dos son las posibilidades mayores. Que aparezca un liderazgo que salde las cuentas pendientes por el asesinato físico y espiritual del Comandante y retome con fuerza su legado, limpie la casa de tanta mentira, de toda manipulación, cambie todo lo que debe ser cambiado, y devuelva la esperanza. La otra posibilidad es un gobierno fascista que, tal como se hizo en pequeño con el "operativo de liberación del pueblo", ubique la solución a los males en la represión, en las razzias, y así coseche momentáneamente el apoyo de los incautos.

La tercera posibilidad es menor, sería restituir mediante el diálogo un pacto socialdemócrata. Es remota, las triquiñuelas de la politiquería están agotadas, los dirigentes están desteñidos, y no se ve un Caldera con su extraordinaria visión, capaz de aglutinar, de ser creíble en un intento de resucitar el pacto socialdemócrata.

Caldera, es oportuno recordarlo, luego del 4 de febrero, supo ver el momento histórico. Y mientras morales bello llamaba a muerte, y otros líderes condenaban a Chávez, Caldera criticó a la democracia y aquello fue un relámpago que lo llevó a la Presidencia a intentar lo imposible.

Ahora, ¿quién sabrá entender el momento histórico?, ¿quién tendrá la visión del grito, de la crítica oportuna?



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Toby Valderrama y Antonio Aponte

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