Nos vamos de la OEA

Para nadie es un secreto que desde hace bastante rato se perdió la anfictionía en el seno de la Organización de Estados Americanos (OEA) y la misma asumió el triste papel de prostituir el sentido de la verdadera unidad de los pueblos y la consolidación de los Estados latinoamericanos y caribeños. Así, vendiéndose al mejor postor la OEA se alineó con los más perversos de los poderes y desde allí, desde esa institucionalidad arremete contra los gobiernos progresistas que en las últimas décadas han venido marcando nuevas coordenadas en cuanto a paradigmas constitucionales se refiere.

Recordemos también que la OEA nació en el marco de ese entramado perverso de dominación surgido después de la Segunda Guerra Mundial, donde quedó establecido cómo y de qué manera el Estado Imperial (léase EE:UU) iba mantener el dominio sobre los pueblos y gobiernos de América Latina y el Caribe. Como instrumentos de control y sometimiento nacieron instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI) el Banco Mundial (BM), la misma Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Organización de Estados Americanos (OEA, creada en 1948). Entonces, su esencia y naturaleza jurídica y política es defender los intereses de un "Orden", pensado a puño y cálculo del Imperio norteamericano.

De allí pues que para nada debe sorprendernos esta aventura en la que anda el Secretario General de la OEA, apoyado por una veintena de países miembros de la OEA, de atentar contra la estabilidad y soberanía de nuestra querida y amada Venezuela. Por eso digo desde este espacio, pidiendo a todas y todos mis lectores que no nos hagamos eco del dolor y la muerte que quieren sembrar los enemigos de la patria cuando piden que este suelo sagrado sea intervenido y su población masacrada por ejércitos externos; porque eso es lo que andan pidiendo los miserables y detestables opositores venezolanos, quienes no descansan en su maldad de entregar la soberanía del pueblo. A todos esos traidores opositores, tarde o temprano tendrá que aplicársele el llamado juicio popular. Ya basta de tanta traición a la patria.

Todos recordamos el silencio de la OEA en casos de golpes de Estado contra los presidentes de Honduras (2009), Paraguay (2012) y Brasil (2016). Tampoco nadie olvida el silencio sepulcral de la OEA cuando la miserable oposición venezolana encabezó y dio un golpe de Estado contra Hugo Chávez Frías. En pocas palabras, la OEA terminó siendo un chivo emisario del poder imperial y después de casi 66 años no debería existir, porque para muy poco o para nada sirve. De allí que no tiene sentido la permanencia de nuestra patria en una organización donde la conspiración contra los países verdaderamente democráticos es la agenda de todos los días.

De verdad, no se puede seguir en una organización comandada por un gánster como lo es Luis Almagro, quien a fuerza de balas envenenadas quiere asesinar la revolución venezolana. Nuestra postura debe ser irnos de la OEA. No perdemos nada y todo lo ganamos. Además, tenemos UNASUR, el ALBA, PETROCARIBE y la CELA. Pero lo más importante, tenemos la razón y creemos en la verdad de los tiempos. Nos vamos de la OEA porque somos libres, tenemos dignidad y somos un pueblo chavista.



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Eduardo Marapacuto


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