¿Qué nos pasó?

La pregunta es muy importante. Ella encierra un deseo, una intencionalidad por querer cambiar algo que ya pasó y irremediablemente ya no se puede cambiar por estar en el pasado. Sin embargo, está la esperanza por salvar ese algo. Más claro, cuando una relación afectiva se ha agotado, las dos personas reflexionarán más adelante: ¿Qué nos pasó?

Venezuela está en el síndrome del desamor. Artimañas van y vienen para tratar de sobrellevar la vida conyugal, la cual se torna más hostil y falsa día a día, sin percibir el avance del desamor. La sensibilidad por el otro se va perdiendo. Sólo se piensa y se siente para sí mismo. El egoísmo se entrona en la vida, y llega la separación definitiva con la manifestación más clara de las bajas pasiones humana: el odio, profundo abismo que aniquila al ser humano en sus entrañas.

Si la política es la contención del odio, y su desbordamiento es la guerra, entonces parece obvio que la política se está agotando en Venezuela. Así sucede en la vida conyugal, al agotarse la política de la convivencia empieza la violencia doméstica. Las artimañas populistas para mantenerse dentro de la casa ya no funcionan. Las artimañas jurídicas están descubiertas antes de ponerse a rodar. Ya no hay confianza en la pareja, no hay comunicación.

Venezuela está en un diálogo dentro de una conversación perdida. ¿Dentro del odio y de la desconfianza, de que hablar? Pues, si hay de qué hablar. Hay que hablar de la razón de la violencia: de la destrucción de lo poco que queda y salvar ese poco como bien común: la familia. Poner en suspensión el odio por el otro para salvar a los hijos siempre es una razón válida en la pareja que está próxima a ser expareja.

La suspensión del odio y el reconocimiento de la nueva situación es la esencia para un nuevo comienzo. Sin embargo, el odio despertado en nuestra alma venezolana es inmenso. Padecemos bajo el influjo de la ceguera espiritual. El agravio moral del pasado fue usado contra el otro como motor de lucha política. Hoy la esencia de aquel agravio moral está más presente que en el pasado. Venezuela se acerca a un enfrentamiento fratricida. Todo parto es doloroso y viene con sangre.

En esta sección he apelado al entendimiento de las bajas pasiones en el ser humano. Son las cosas que no vemos, que ignoramos, y por esa ignorancia nos destruimos mutuamente. Ya Bolívar (1819) nos lo decía. Cuando venga el nuevo parto no nos preguntemos que nos pasó.

"Solo el pueblo virtuoso se salva"



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Edwin Medina


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