La Pandora del TSJ

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Pandora es la mitológica mujer creada por el dios Zeus. Atenea, la diosa suprema de la sabiduría, le concedió sus gracias y Zeus le otorgó una cajita (un ánfora realmente). Su marido, hombre de pensamiento lento según la mitología Griega, abrió la cajita provocando consecuencias fatales. De ella se escaparon todos los bienes y los males de la humanidad. Sin embargo, en el fondo de la cajita quedó algo: La esperanza.

En la compleja situación que vive el país, los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia han improvisado controversiales decisiones judiciales que elevaron la confrontación entre los Poderes Públicos. A quienes corresponde dirigir nuestro máximo órgano de justicia parece ser que, por obra y gracia divina, se les ha otorgado algo parecido a la “caja de Pandora” de la cual sacan decisiones que desatan los males, suprimen la esencia de la Constitución Bolivariana y facilitan las acciones de una conjura internacional sin precedentes. En el fondo, sobrevive la esperanza y la fuerza moral de quienes creemos en una autentica revolución. La esperanza de un pueblo noble y trabajador que mantiene intacta su fuerza crítica y creadora para enfrentar los desvaríos de una burocracia ineficiente y corrupta que se mantiene a fuerza de improvisaciones.

Aunque a algunos moleste y a otros indigne, al extremo de proferir amenazas, tenemos la obligación de repetir lo que antes hemos dicho: La intermitencia de políticas públicas matizada con la improvisación e ineficiencia de una burocracia altamente corrompida está destruyendo el carácter transformador de un proyecto de país inédito con profundo contenido humano. Están destruyendo la esencia de la Revolución Bolivariana. La vocinglería diplomática no sirve para atender la compleja articulación de nuestras relaciones internacionales y sólo ha servido para estimular una confrontación que está llevando el país a un aislamiento progresivo de la sociedad internacional. MERCOSUR y la OEA se han convertido en escenario de debates muy mal conducidos aunque sigamos gritando victorias que no existen. En la UNASUR hemos perdido presencia y respeto y la CELAC se torna inerme ante los cambios geopolíticos. Nuestro liderazgo internacional ha disminuido dramáticamente por los nefastos efectos de una vocinglería diplomática que carece de iniciativa política y audacia diplomática para enfrentar con la seriedad y la densidad requerida la conjura contra la Patria.

El discurso contra la “guerra económica” fue banalizado por la oposición y la burocracia que se apoderó de las instituciones. Ese discurso fue abandonado para terminar entregando las pocas divisas de nuestras menguadas Reservas Internacionales a un grupo de empresarios que fomentan el desabastecimiento y la especulación. En esa tregua le entregamos las divisas, el discurso contra la “guerra económica” y abrimos cauce a la especulación con la liberación de precios. Ahora, la dinámica económica de Venezuela la marca un MERCADO subsidiado por el Estado venezolano. Subsidiado con la renta petrolera y, contradictoriamente, invocando el fin del rentismo. El viejo modelo de acumulación de capital sigue su curso y los esfuerzos de Chávez por la transformación económica fueron lanzados al vacío.

La lucha entre los Poderes Públicos no contribuye a superar la situación económica del país. Esa batalla es absolutamente burocrática, no tiene nada que ver con los intereses, aspiraciones y expectativas de la población. Esa controversia entre el Poder Legislativo y el Poder Ejecutivo no sólo se presenta como dañina, sino que al mismo tiempo desnaturaliza la función de determinadas instituciones, desnaturalizando la Democracia Participativa y Protagónica y termina haciéndole el juego a una oposición apátrida, sin ningún arraigo popular, pendenciera y postrada a los pies del capital transnacional. Perder una batalla con esa oposición luce penoso para cualquier movimiento político.

La improvisación y el anuncio de decisiones que no se cumplen, se cambian repentinamente y/o posponen indefinidamente generan desconfianza en las instituciones. La Democracia Participativa y Protagónica se hace vulnerable. Carecer de credibilidad en sus instituciones y especialmente en la administración de justicia deja una puerta al totalitarismo. Lo que ha ocurrido con el Tribunal Supremos de Justicia acelera la desconfianza en las instituciones. Abrieron la “caja de Pandora” y en 48 horas promulgaron decisiones sin evaluar su contenido y sus consecuencias. Admitieron su terrible error y trataron de enmendar el entuerto jurídico, pero resulta muy difícil enderezar las consecuencias políticas y contener la peligrosa agresión internacional estimulada por el Departamento de Estado.

En concordancia con el panorama institucional, podemos insistir en la urgencia de buscar alternativas para construir un nuevo consenso nacional utilizando el Dialogo Nacional como instrumento para concertar políticas institucionales que nos permitan salir del atolladero y retomar el rumbo de los cambios políticos y la transformación social. Seguros estamos, que esos planteamientos no pueden salir de la “caja de Pandora” aunque estamos claros, que en el fondo permanece intacta la ESPERANZA…



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Darío Morandy


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