La dictadura del monstruo Nicolás Maduro

A veces desearía tener una bola de cristal solamente para ver si lo que ocurre en Venezuela ocurre en alguno de los otros países del mundo, sí, quisiera saber si en alguna otra parte existe un régimen dirigido por un ogro como Nicolás Maduro, en la que los líderes de una oposición netamente democrática, amante de la paz, mantienen una guerra económica que busca diezmar de hambre al pueblo y ese monstruo, ese comegente hambreador que dirige la bestial tiranía en la patria de Bolívar, los enfrenta por todos los medios y enfila sus esfuerzos en llevarles una caja de comida a cada una de las familias a las puertas de sus casas.

De verdad desconozco si en algún lugar del orbe hay otro déspota que avasallado por una horrenda crisis económica sigue sumando viejitos a la Misión en Amor Mayor, aumente los sueldos para proteger a los trabajadores de la especulación inducida por los chéveres de Fedecámaras; pero es que me despierta la curiosidad saber si hay algún sitio allende nuestras fronteras, donde se le puede sacar la madre, la esposa, los hijos, a un dictador como Maduro, y al día siguiente el monstruo en un arrebato de violencia, en un acto casi de sacarles las uñas con pinza a los agresores, se arremanga la camisa, extiende la mano y pide públicamente paz, poner a un lado el odio, el rencor y trabajar unidos en beneficio del pueblo.

Tampoco sé si en otro país –como es el caso de Manuel Rosales- se permite que un ladrón de alto rango vinculado al paramilitarismo -porque debemos recordar que con este señor en la Gobernación de Zulia comenzó la penetración a Venezuela de los paracos de Alvaro Uribe Vélez- sea acusado y sentenciado en ese régimen infernal por un caso ínfimo de corrupción, cuando ese bandolero compró con el dinero que se robó de la administración pública varias de las mejores haciendas del Sur del Lago de Maracaibo. Fue tanto lo que hurtó que se mantuvo por años fugitivo en el exterior viviendo a cuerpo de rey y comprando más propiedades y haciéndose más rico.

En un país democrático, el delincuente de Rosales todavía estuviera preso, pero en la dictadura bolivariana, primero liderada por el presidente Hugo Chávez y luego por Maduro, ese hampón se fugó y, al regresar creyendo que tumbarían al Gobierno, fue preso, sin embargo, enseguida salió en libertad y no sólo anda en la calle, sino que hace campaña electoral con su esposa Eveling de Rosales, cuya corrupción en la Alcaldía de Maracaibo no soportan ni los trabajadores ni los empleados, tampoco el pueblo que sufre directamente las consecuencias de su desgobierno, de su desastre de gestión, de su ineficiencia, de su incapacidad, de la falta de dinero que le llega del presupuesto nacional y por otras vías y que enseguida desaparece.

Me anoto con el comegente, torturador, tirano que quiere el bienestar de este país y no con la democracia de los opositores vendepatria venezolanos, que luego de muchos intentos de derrocar a Chávez y a Maduro de forma democrática con asesinatos, guarimbas, incendios, bombas molotov, "miguelitos", guayas "antimotorizados", escondiéndole la comida y las medicinas a la gente, ahora están centrados en que nos invadan los gringos, en entregarle el país al imperio norteamericano. ¡Canallas! ¡Apátridas! Merecen todo el desprecio de la población. Por eso se han sepultado junto con la MUD. Y no levantarán cabeza.

Con Maduro victorioso ¡venceremos!



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Gian Carlo Di Martino

Politólogo, profesor, abogado. Ex-Alcalde de Maracaibo. Cónsul de Venezuela en Milán - Italia.

 giancarlodimartino2017@gmail.com      @gcdimartino

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