Simón Rodríguez, revolucionario bolivariano (1/3)

Don Simón Rodríguez nace en Caracas, Venezuela, el 28 de octubre de 1769. Sin duda que el desprendimiento, actitud socialista y revolucionaria del inminente pedagogo, que hoy habría que calificar de izquierdista, influyó en gran medida en el hombre que representa ser el máximo exponente del carácter predominante de nuestro pueblo; Simón Bolívar el Libertador. Simón Rodríguez fue uno de los intelectuales americanos más importantes de su tiempo, destacando en su profundo conocimiento de la sociedad hispanoamericana lo cual posteriormente trasmitirá a Simón Bolívar, al desempeñarse como su maestro y mentor. En mayo de 1791 el Cabildo de Caracas admite a Don Simón Rodríguez para ejercer el cargo de maestro en la escuela de primeras letras para niños, lugar al que llegará al año siguiente Simón Bolívar para iniciar su educación. En junio de 1793 Simón Rodríguez se casa con María de los Santos Ronco, acto en el cual se declaró "Expósito de esta feligresía", término que se solía utilizar para designar a aquellas personas abandonadas por sus padres. En 1794 presenta al Ayuntamiento sus Reflexiones sobre los Defectos que vician la Escuela de Primeras Letras de Caracas y el Medio de lograr su Reforma; se trató de un planteamiento crítico de la enseñanza colonial. En 1795 cuando el niño Simón Bolívar se fuga de la casa de su tutor es enviado a vivir en la casa del maestro Simón Rodríguez.

Simón Rodríguez se encargará definitivamente de la formación del niño Simón Bolívar. Durante este tiempo Rodríguez fue ganado a la causa independentista por lo que en 1797 se vincula al proyecto de emancipación inspirado por el pedagogo mallorquín Juan Bautista Picornell en asociación con los venezolanos Manuel Gual y José María España. Luego del fracaso de esta primera tentativa revolucionaria, Rodríguez es expulsado de Venezuela. Al trasladarse a Kingston, Jamaica, donde vivirá algún tiempo, se cambia de nombre por el de Samuel Robinson. Posteriormente viaja a Estados Unidos donde vive en el estado de Baltimore y allí trabaja como cajista de imprenta hasta finales de 1800, en abril de 1801 viaja a Francia desembarcando en Bayona y luego pasando a París, ciudad en la cual se residencia. Allí traduce al español la novela Atala, de Chateaubriand. En estos años acontece el ascenso rápido de Napoleón Bonaparte. Simón Bolívar, ya viudo, llega a París en 1804 y casualmente maestro y alumno se reúnen, siendo allí donde nace una hermosa, sólida y franca amistad, y ella le permite a Don Simón Rodríguez influir de manera decisiva en el espíritu libertario y revolucionario de Bolívar. En abril de 1805 parten estos 2 amigos juntos en viaje a Lyon y Chambery, Francia, y de allí atraviesan Los Alpes para entrar a Italia y, al pasar por Milán rumbo a Roma, tienen la oportunidad de presenciar la coronación de Napoleón Bonaparte como rey de Italia. Finalmente llegan a Roma donde el 15 de agosto de 1805, Bolívar, cumplidos solo los 23 años de edad, junto a su maestro Simón Rodríguez y Fernando del Toro, también venezolano, jura dedicarse por completo a la causa de la independencia de Venezuela. Es por la gran retentiva y por la admiración que le tiene a su alumno, que Don Simón Rodríguez recuerda, literalmente, las palabras utilizada por Simón Bolívar: "Juro delante de usted; juro por el Dios de mis padres; juro por ellos; juro por mi honor, y juro por mi patria, que no daré descanso a mi brazo ni reposo a mi alma, hasta que no haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español" Luego de una breve visita a Nápoles, Italia, retornan a París a fines de 1805; separándose algún tiempo después. En 1806 Simón Rodríguez inicia un largo peregrinar por Europa, vive en Italia, Alemania, Prusia, Polonia y Rusia y este peregrinar concluye en 1823 cuando Simón Rodríguez retorna a América entrando por Cartagena de Indias. Cuando Bolívar se informa que su maestro está en Colombia le escribe una hermosa y muy sentida carta, que por lo respetuoso y efusivo de su texto se reproduce integra y exactamente igual a la escrita por nuestro Libertador, Simón Bolívar.

En nuestro próximo escrito usted tendrá el gustazo de leer, lo que cualquier literato podría calificar de fantástico, de majestuoso en la literatura continental. Mi humilde recomendación es que usted tiene que leerla despacio para ir analizando cada palabra y darse cuenta del valor de aquellos dos hombres, uno, en plena posesión de la gloria por haber desarrollado una gesta bélica y política sin parangón en el mundo entero; y el otro un sencillo y humilde hombre del pueblo pero con un valor intelectual y espiritual inmenso.



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José M. Ameliach N.


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