Proletarios del mundo, uníos[1]

Principalísimos cogolpistas fueron los dueños de RCTV, según relatos periodísticos y televisivos. El gobierno esperó pacientemente que se le venciera el contrato sujeto a renovación a conveniencia de ambas partes involucradas, y procedió en consecuencia.

El Dr. y fiscal Danilo Ánderson ingenuamente creyó que el gobierno podía tener control sobre los perros gordos que desde la mismísima Colonia siguen mandando en estas tierras y valles mal habidos sin solución de continuidad, por ahora, y cometió el mundano sacrilegio de sentar en el banquillo de los pendejos a una de esas "intocables" prosopopeyas de la aristocracia burguesa.

La comisión de tamaño irrespeto a un poderoso le costó su voladura en vivo, el resto de sus colegas pusieron sus barbas en remojo, y los gobernantes al respecto han hecho otro tanto, más allá de tomar sólo timoratas medidas superficiales e intrascendentes a fin de conservar lockianamente la avenencia gobierno político a medias con pleno gobierno económico, una asimetría a todas luces abismal que sólo viene demostrando la ineficiencia oportuna de una de las partes mientras la otra se regodea de su infinito e internacional poder burgués, comercial, fabril y financiero, y frente al cual el conuco y algunas empresas de mediana y baja monta resultan evidentemente ineficientes y destinadas a desaparecer tan pronto ella, la otra parte, así lo decida ya que sin leyes burguesas que frenen los desafueros de esa poderosa parte, no podría haber otro mecanismo diferente a la inconveniente guerra civil que más tarde o temprano llegaría, básicamente, por causa de un gobierno cargado de muchísimos frenos y atavismos alienantes para aplicar las leyes, único camino pacifista, paradójicamente, para doblegar a sus violadores y aplicar sanciones ejemplares que, por lo menos, amedrenten al comerciante más pendejo que ya sería bastante.

El gobierno se viene enfrascando más en una guerra mediática que de partida está perdida mientras el poder económico que nos asfixia a cada segundo no cesa en seguir usando eficazmente el arma más poderosa de toda economía burguesa, esto es, las mercancías (células de toda economía capitalista) de las que tanto fabril como comercial y financiera dispone a su antojo hasta con ilegales formas mono y paramonopólicas que, supuestamente, están prohibidas en la mismísima Constitución popular que esa poderosa parte ha venido usando como reemplazo del escaso papel higiénico para baños y con las desfachatada impunidad que hasta ahora la protege.

Como quiera que los trabajadores siguen desobedeciendo la invitación de Marx y Engels, "Proletarios del mundo, uníos", y así, unidos en cada empresa, bien podrían frenar los desafueros patronales durante la presente "guerra".

Claro que más allá del bla, bla, bla, no se quiere o no puede avanzarse positivamente, pero, en cambio, bien podría tomarse pequeñas medidas como la de revisar la ratificación de los permisos comerciales a todo aquel comercio que no se adecue a las exigencias arquitectónicas actuales. Locales más amplios, más cajeros, mayor estacionamiento para sus clientes, y así se abandone la vieja estructura de los tiempo cuando se usaba el burro y el caballo con los cuales cabían 4 y hasta 6 clientes frente a cada bodega, tienda y afines. El comercio que siga empecinado en irrespetar las leyes y ordenanzas sencillamente le cabría la terminación de su permiso para seguir ejerciendo como comerciante.

25/11/2016 6:27:27 a.m.


[1] Es pertinente aclarar que esa invitación no es para que todos los trabajadores del planeta se unan en un solo bloque, no; de lo que se trata es de que donde haya una empresa capitalista e independientemente del número de trabajadores, estos deben mantenerse unidos en frente a ese patrono en particular, y no convertirse en esquiroles o en adulantes los unos y protestatarios otros. Lo mismo debe regir para los funcionarios públicos.

 

 

 

 



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Manuel C. Martínez


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