Mi palabra

¡Duro, como Maduro!

"Los valientes también temen.
Pero siguen avanzando"
José Narosky

La panadería se encontraba repleta, casi eran las seis de la tarde, cuando se hizo presente un señor, con el rostro risueño, feliz, totalmente despreocupado; apenas entró se le acercó uno de los presentes, le tendió la mano, saludándolo con mucho respeto: ¡hola, profesor! ¿Cómo está? La respuesta fue muy rápida sin apartar la sonrisa: ¡Duro, como Maduro! Todos se vieron las caras; unos sonrieron; otros, no podían ocultar la rabia; un encolerizado se soltó hablar sin medir las palabras, tratando de alterar a los demás compradores; compró una cajetilla de cigarrillos, y se marchó muy enojado.

El movimiento de consumidores no cesaba, para adquirir el anhelado pan, haciendo insuficiente el espacio; los ánimos se caldeaban, por la tardanza del producto; esto lo aprovecho un joven, recién llegado para empezar a descargar todas sus angustias y frustraciones contra Maduro, sin saber, que ahí se encontraba un señor, todo lleno de elogios y exaltación hacia el Presidente; este lo miró, con mucha atención, para finalmente aconsejarlo, como un padre al hijo, terminando con un apretón de mano.

El educador, se fue adueñando de la escena; parecía un actor de teatro con su prédica, resaltando la valentía y el coraje de Nicolás, al soportar a toda una jauría desatada por ver la presa desgarrada, en medio del charco político. Las palabras las soltaba mirando un “marroncito”, el cual saboreaba muy despacito: “A Nicolás, lo atacan propios y extraños, sin dar soluciones ¡ninguno las tienen bien puestas, como él!”. Un señor, con un “canilla” en la mano, próximo a marcharse, al oír la defensa al presidente, se detuvo, para apoyarlo: ¡Eso es verdad! ¡Nadie aguanta ese chaparrón, día y noche!

Las palabras del señor, al salir, dejaron un fuerte murmullo, y una profunda reflexión: ningún Presidente, ha sido atacado y vilipendiado, como lo han hecho con Maduro; ha demostrado temple de acero, para enfrentar la grave crisis del país. Tenía razón el Comandante Chávez, cuando aquel día, con la serenidad, propia de un estadista, se dirigió al país, en cadena de televisión, convencido de lo que venía, para finalmente anunciar a Nicolás Maduro, como el candidato a ocupar su puesto.

Todo esto la sabe la oposición venezolana, acompañada de un grupo de trasnochados del exterior, más los “nuevos” contrarios, creyéndose más revolucionarios que el propio “che” Guevara; cada momento juran: ¡Nicolás Maduro, es el culpable de todo el desastre! coinciden en la crítica enfermiza: ¿Qué diferencia existe entre la verborrea de Ramos Allup, con los “nuevos” opositores, o las insistentes declaraciones del Presidente argentino? ¡Ninguna! lo atacan ocultando el pasado; los problemas, nacen con el calor nauseabundo del capitalismo en la “cuarta República” desbordada de vicios, y corruptelas.

El conflicto económico por el cual atraviesa el país, tiene raíces muy profundas, con el oportunismo, y la violencia al acecho; los reclamos con o sin razón no cesan, como el caso de una articulista, quien hace poco, con cierta ingenuidad le pedía al Presidente, una lista de los siguientes productos, que le faltaban en su despensa; leche, arroz, azúcar, pasta, mayonesa, salsa de tomate, mostaza, aceite, margarina, vinagre, papel higiénico, champú, jabón de baño, azul, y en polvo, y pare de nombrar; um inventario malintencionado, olvidando, que la fiera herida del capitalismo, se defiende creando la crisis (Escasez) para anarquizar los precios, golpeando a los consumidores sin excepción.

La situación es compleja; la corrupción, y la delincuencia no perdonan; en muchos casos están férreamente ligados. Las cárceles se encuentran abarrotadas, y siguen llegando “inquilinos”, perdiéndose vidas, y dinero, que pueden servir para sacar el país del marasmo capitalista, en el cual se encuentra.



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Narciso Torrealba


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