Manifiesto afrodescendiente y feminista

LA IDENTIDAD

Por muchos años de estudio los expertos en investigaciones sobre la conducta humana, han determinado que al individuo biológico se le agregan caracteres de unidad y de identidad que se asumen como contenidos sustanciales en el desarrollo del ser sociable, y de allí su consecución en desempeñar un fin máximo.

Y es así que me presento como una mujer que a inicios de su vida, el sistema me domesticó sobre ciertos prejuicios que en su momento los adopte forzosamente como identidad, al punto de negar mi propia esencia femenina por lo "complicado" que se me mostraba el ser mujer, al escuchar repetidamente, todas las reglas sociales que debíamos cumplir para complacer a la sociedad, (tienes que arreglarte, cuidar la postura, aprender a cocinar, planchar y conseguir un buen marido).

Parte de la domesticación, prosiguió con la no aceptación de mi color de piel y mis cabellos gruesos; soñaba con que inventaran una máquina para hacerme blanca y con ello no sufrir tanto maltrato en la escuela, imaginaba una fórmula para hacer de mi cabellera un mar liso y sin complejos

Seguidamente, me apenaba decir mis orígenes de pueblo, porque Caracas es Caracas y lo demás es monte y culebra; detestaba decir que vivía muy lejos y peor reconocer que mis ojos color café pertenecían a la costa.

Por mucho tiempo de mi adolescencia caminaba errante como cuerpo sin espíritu, sin identidad de mi ser, sin proyección al futuro y con la negación como mejor amiga; hasta que llegó un tal Chávez y con él un tal antes y un tal después.

Un tal Chávez, que habló de los negros, de las negras, de las indígenas, de los pobres, de las mujeres, del llano, y de los adentros, un tal Chávez que se solidarizó con lo que sufría el pueblo en silencio, que nos liberó de la opresión mental y aun cuando nada estuvo a su favor, alzó una bandera de la paz bajo una rebelión.

A ese tal Chávez, le debo todo, le debo mi vida de hoy, le debo los saberes entrando y saliendo de mi cabeza, le debo mi reconciliación como mujer, como afrodescendiente, como criada en pueblo, como dueña del buque llamado identidad.

De ese tal Chavéz, nunca tuve una beca, una casa o algún otro bien material que se desvaloriza en el tiempo; Chávez me dio un mejor regalo, que disfrutaré en la eternidad, y es que logré andar raíces sobre lo que en la humildad regaré por siempre mi identidad, pues ya no camino errante sino constante, asumiendo conciencia de mi espiritualidad, sanándome a mí misma y edificando el bienestar colectivo desde la fuerza pura del amor patrio.

 

pachecosifonte@gmail.com

 



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