¿Se agota la Revolución Latinoamericana? (y V)

Bien, es hora de ir concluyendo con esta serie de artículos que venimos desarrollando desde hace algunos días para plantear ciertos necesarios debates en la izquierda latinoamericana, partiendo sobre todo de lo que observamos en Venezuela, que es nuestra única referencia directa. La gama de problemas que se nos presentan en medio de la actual, intensa y relativamente exitosa contraofensiva imperial-burguesa apunta a distintos temas. Resumamos para abreviar:

En lo económico: graves consecuencias de la crisis mundial estructural y aparentemente terminal del capitalismo, sabotajes diversos de las élites desplazadas, ataque a precios de materias primas, falta de planificación asertiva de los gobiernos progresistas, despilfarro en época de bonanza, baja productividad endógena, cierta incidencia de corruptelas, indefinición del modelo a construir, ausencia de estudio serio sobre el carácter actual de los sistemas económicos en cada país.

En lo político: persistencia de la institucionalidad burguesa y del tipo de elecciones que le son propias, así como de los vicios, limitaciones e incompetencia del Estado burgués. Partidos políticos de izquierda convencionales y afines al partidismo tradicional, elitismo político, avance demasiado lento de las formas democráticas participativas

En lo social: notable debilidad del Poder Popular, permanencia en demasía del tipo de sociedad no participativa, no democrática (en un nuevo sentido del concepto), en la que las decisiones siguen siendo tomadas con un estilo cupular y excluyente, ausencia casi total de la participación de los trabajadores en el desarrollo de políticas, planes, ejecutorias y control de los entes y empresas del Estado, con preeminencia de las relaciones de trabajo propias del capitalismo

En lo cultural-comunicacional: enfrentamiento a un enemigo poderoso y experimentado, apelando a un discurso que tiende a agotarse, y a hacerse estático y anacrónico, falta dc creatividad, innovación y audacia en la comunicación, poca fuerza en la proyección de nuevos valores, generación de nuevos dogmas y mitos que sirven al afianzamiento del statu quo.

Lo ideal sería poder ensayar la aventura de abordar cada uno de esos territorios con un debate libre, amplio, democrático, igualitario, fraterno, crudo, productivo. Sin embargo, los mismos factores que hemos señalado son fuertes obstáculos para que se produzca tal debate, el cual aparece como absolutamente necesario para que la Revolución Latinoamericana pueda avanzar, fijarse nuevos objetivos tácticos y estratégicos, proponer nuevos métodos de trabajo y comunicación, ensayar cambios en las relaciones entre vanguardia y pueblo, entre Gobierno y trabajadores y entre los distintos factores que actúan en la sociedad. Los enemigos de los pueblos siguen trabajando intensamente y encuentran en nuestros errores e inconsecuencias catapulta para sus planes retrógrados y criminales. Estamos en peligro de caer en un retroceso doloroso y largo.

Los distintos problemas nos dificultan el camino de los cambios. La urgencia de lo económico tiende a imponer un pragmatismo que si bien tiene que haberlo, ya que las dificultades son graves, no puede convertirse en un pretexto para que los errores generales sigan prolongándose sin las necesarias revisiones y rectificaciones. Las trampas de la institucionalidad burguesa, incluidas sus elecciones, nos llevan a confiar en formalismos y métodos burocráticos, electoralistas y hasta oportunistas, y a alejarnos de lo que debe ser la principal fuente de energía de las transformaciones: la confianza en las capacidades del pueblo. También el burocratismo promueve la conformación de nuevas élites políticas, gubernamentales y partidistas, que se hacen reacias a cualquier cambio que ponga en peligro nuevos privilegios. Desde el punto de vista de lo cultural-comunicacional, los cambios necesarios en nuestro discurso se ven frenados por cierto exceso propagandístico que queriendo garantizar la permanencia de los gobiernos con un discurso apocado y no motivador, más bien contribuyen a que el muy poderoso y bien afinado respaldado ejército comunicacional del enemigo termine por imponerse.

Como habrá visto el lector, nos hemos cuidado de no aparecer como sabihondos que tienen la verdad en la mano y pretenden imponerla. Solo estamos proponiendo que se dé un debate verdadero que nos permita salir de cierto laberinto en el que hemos entrado y que pone en peligro logros que han costado tanto esfuerzo y tantos sacrificios.



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Néstor Francia


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