Hay que dejar la anunciadera y la habladera

En algunos artículos publicados aquí en Aporrea, y en otros espacios, hemos reflexionado en torno a la muy mala gestión comunicacional del gobierno venezolano desde los tiempos  de Hugo Chávez hasta los aciagos días de  Nicolás Maduro.

Es sumamente contradictorio que siendo este un aspecto que debería ser prioritario y  estratégico  para la gobernabilidad del país, haya sido tan descuidado,  a pesar de  que no hay país en el mundo, incluyendo  Cuba,  que haya sufrido una guerra mediática tan dañina y agresiva como Venezuela en los últimos años . .

Cómo se explica que siendo la comunicación el flanco por donde los  Estados Unidos y la oposición han sacado mayor ventaja en su criminal empeño de desestabilizar económica y socialmente la nación,  la incompetencia y el fracaso del gobierno haya sido tan evidente y rotundo.

Mientras que los enemigos son  cada día más eficiente en las operaciones psicológicas, la guerra sucia y el envenenamiento de conciencias, el gobierno  es más incapaz y vulnerable, entre otras razones, porque quizás, no ha logrado una comprensión real del fenómeno para poder defenderse con cierta eficacia.

Por el ministerio de comunicación, en más de quince años, han pasado cualquier cantidad de funcionarios, unos más voluntariosos que otros, pero seguramente todos sin la autonomía suficiente para tomar decisiones,  y hacerle entender a Chávez en su momento, y a Maduro ahora, que informar siendo básicamente un acto de persuasión, como decía Aristóteles, requiere investigación, sistematización, disciplina  y uso de técnicas que cada días son más sofisticadas Por eso es transdisciplinaria y se auxilia permanentemente del resto de las ciencias sociales como la psicología y la sociología,

La efectividad  en la comunicación  depende  básicamente del análisis previo a la  estructuración de los  mensajes a través de   la semiótica y el discurso, por supuesto que eso es lo más difícil y  requiere de  un trabajo arduo  de laboratorio. No hay nada  que  haya causado más ruido en el discurso oficial, y del chavismo todo, que la improvisación y la abundancia hueca y  estéril del palabreo    

Es sumamente importante para dicha eficacia   el ahorro, la simplicidad y el equilibrio. Uno de los  peores errores del presidente Maduro ha sido el exceso y la opulencia discursiva. Hablar más no necesariamente equivale a  persuadir y convence más. La mayoría de las veces eso se convierte más bien en un bumerang, produce un efecto contrario. El gobierno del presidente Maduro  padece lo que pudiéramos definir como una sobreexposición de la imagen y la palabra.  Las consignas que legítimamente buscan posicionar el discurso  han transmutado, en clichés, lugares comunes y frases hechas. No en vano  decía Huidobro: “el adjetivo cuando no da vida mata”.

Lo lamentable es que esa abundancia no solo ha sido discursiva, sino también estructural e ineficiente. El gobierno tiene a su disposición medios de comunicación,  la mayoría de ellos con una programación y un lenguaje casi  seriado, hasta tal punto  que lo que más diferencia  el uno del otro es apenas el logo (VTV, Teves, Vive, TV, ANTV).. Son medios  que reproducen, cada uno a su manera el mismo formato, la misma estructura,  el mismo discurso y hasta la misma política editorial. Así también sucede  en radio emisoras, periódicos y medios electrónicos. Es indispensable una ética, pero también una estética del mensaje.

Sería interesante que el nuevo ministro Luis José Marcano, y el equipo  que lo va a  acompañar, entre los que. Por cierto,  hay algunos amigos como Harim Rodríguez, a  quien estimamos por su constancia y profesionalismo, hiciera un esfuerzo por alcanzar cierta discrecionalidad en la toma de decisiones, y tratara de convencer al presidente Maduro de  la imperiosa necesidad de hacer cambios radicales  en la forma y el contenido del discurso del gobierno. Eso es fundamental. Ahora menos hay que temerle al cambio, al  verdadero.

Por poner un pequeño  ejemplo,  es imprescindible que el Presidente y los ministros  dejen  la sempiterna  anunciadera y opten  más bien por informar los resultados concretos de la gestión. No se puede seguir prometiendo  cosas que no se cumplen o se cumplen a medias, como el caso de los famosos taxis, porque no hay nada más terrible en política que empeñar la palabra en el vacío, eso puede ser “políticamente correcto” en una contingencia o coyuntura política, pero  el costo que acarrea  es altísimo: incredulidad, desilusión y desesperanza en el pueblo.

A propósito, es tal la subestimación de lo comunicacional como algo estratégico, que entre los motores anunciados recientemente  por el presidente Maduro a raíz  de  la emergencia económica, no aparece el “motor comunicacional”..

Para fortalecer los argumentos esgrimidos en este artículo  a  continuación transcribimos algunas  unas ideas del actual ministro Luis Salas expuestas  en un lúcido ensayo titulado:, “Recuperar la confianza y las expectativas. Recomendaciones de comienzo de año para la política económica”:

 “La vocería económica debería acompañarse de una campaña comunicacional en materia económica que la refuerce, pero que además mande mensajes a la población que sirva para recuperar sus expectativas positivas sobre el país y el futuro sin por ello dejar de ser realista ni mentir. Esa campaña debe ser convocante y amplia, que no se abandone a nuestros sectores más duros pero que busque interlocutores con sectores medios y profesionales que se han visto beneficiados por las políticas del chavismo, y luego la oposición los capta, al tiempo que nosotros le damos la espalda”.

Agrega Luis Salas esta perla: Evitar los falsos positivos de anuncios de medidas que no se anuncian, finalmente atacando la confianza, autoridad y seriedad del gobierno.



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Jhonny Castillo

Periodista, presidente de la Fundación Lectura Crítica de Medios.

 jhocas10@hotmail.com      @heraclitando

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