Pedro, ¡la tengo!



El primer álbum de barajitas que tuve, y que llené, fue el de una parejita que hacía definiciones del amor. “”Amor es...invitarla al cine”, “Amor es...un día en la playa”. Y así cientos de frases entre cursilonas y descriptivas del ideal del amor. O mejor, del ideal del amor de quien las creó. Eso fue hace tiempo, en Altagracia de Orituco, pueblo donde transcurrió mi infancia. Recuerdo que no eran adhesivas y las pegaba con la pulpa o juguito de una frutilla, parecida a una uva, llamada tarare. Con tarare también hacíamos los papagayos. Me vine a Caracas a los 16 años y desde entonces, por razones que aun no me explico, dejé de llenar álbumes.

No los llené yo, pero sí mi hija. El de “Amor es...”, no le gusta. Demasiado infantil (o cursilón) para su gusto. Y hasta ahora caigo en cuenta que esas vivencias que había olvidado, y que ahora vuelven, son las que le han permitido a María Victoria contar con una mamá entusiasta por la actividad, que pareciera para niños, niñas y adolescentes.

No por casualidad pues, esas vivencias volvieron. Volvieron y con ellas mi decidida intención de llenar el álbum del Mundial de Fútbol, que me ha llevado a establecer absurdas y desventajosas relaciones de intercambio de barajitas repetidas. Supongo será la falta de práctica. Resulta que establecí una relación de intercambio con un pana que empezó a llenarlo después que yo, lo cual me convirtió en su principal proveedora de barajitas, de mis repetidas. Le di muchas, con el compromiso de cambiarlas por sus repetidas. Pero que va, era como intentar alcanzar la edad de alguien mayor. Imposible. Tendré que ponerles precio, pues me debe más de las que me faltan.

Y no por casualidad tampoco he recordado a mi hermano Pedro. Pedro Chacín murió hace 13 años, un 1ro. de Mayo. Y nació hace 49 años, un 2 de mayo. Para quienes no lo conocen, Pedro era periodista y se hizo “famoso” escribiendo en la revista Feriado de El Nacional, una serie sobre sus “técnicas” sobre la seducción. Quiero compartir, in memorian, con ustedes un extracto de uno de sus trabajos, donde habla de barajitas. Se trata de una entrevista imaginaria a un seductor:

“-¿Hay algún tipo de clasificación física?

-Bueno, pana, te advierto que estamos hablando de chamas más o menos buenas para arriba. Las feas, o las que se consideran más feas que el promedio, son otra cosa. Aunque hay varios tipos de feas, y fíjate que yo me he empatado con un par de ellas, y te juro que son las únicas veces que me he sentido medio enamorado (...)

- ¿Y desde el punto de vista de la edad?

- Ah, eso es otra cosa panela, yo te estoy hablando de las chamitas de ventidós, ventitrés a lo sumo. De ahí para arriba el procedimiento es otro, y en lo que a mi respecta, ya me parecen viejas.

- ¿Por qué tan jóvenes?

- Porque esas son a las que le faltan más barajitas, tienen el álbum vacío.

- ¿?

- La vida es un álbum, pana, que uno va llenando poco a poco, y como en todo álbum, con el tiempo tú vas acumulando un montón de barajitas repetidas. Si tienes 30 años (el que no tenga su álbum lleno a los 30 años está jodido) te faltarán un par de barajitas y tienes un cerro de repetidas. Cualquiera de éstas se las das a una chama de 20 años y se deslumbra por ti. Total, como a todo coleccionista, lo que a uno le sobra son barajitas repetidas...

- ¿Y esas que tú llamas viejas?

- Supongamos una de treinta años, porque de ahí para arriba son abuelitas. Las de treinta tienen el álbum igual de lleno que uno. Si le salgo con una barajita repetida me va a decir “la tengo” y enseguida te manda al carajo. Son implacables. Con ellas hay que ser sincero salvo que quieras hacer el ridículo.”*

No por contradecirte hermano, pero a veces las repetidas son tantas, que se te olvidan. Un beso para ti, donde quiera que estés.





*Manual del Levante y otras pedradas, Editorial Letras, 1994


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Mercedes Chacín (*)


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