El voto castigo

Tomás Guanipa, secretario general nacional de Primero Justicia, en una entrevista que publicara la página web del periódico 2001 (http://www.2001.com.ve/en-la-agenda/113655/guanipa--ojala-no-se-les-ocurra-jugar-a-la-inviabilidad-electoral-.html) declaró, entre otras cosas, lo siguiente:

"El gobierno ha sido el gran promotor del cambio, ellos mismos han ayudado muchísimo en que la gente comprenda la crisis que se está viviendo por lo errado en sus políticas. Durante muchos años, el Gobierno hizo creer que las cosas mejorarían amén de una gran bonanza petrolera, lo que les permitió generar una suerte de crecimiento económico exponenciando el consumismo y ahora la gente no la tiene, cada día siente más como pierde poder adquisitivo."

"Yo no me creo que la gente quiera a la Unidad porque somos más populares que el gobierno, es porque sencillamente quiere un cambio para vivir mejor…"

Tomo estas declaraciones de Tomás Guanipa, porque son un lugar común en el discurso de la oposición, y en ese sentido, reflejan la concepción de la realidad política nacional del sector dirigente opositor.

Cuando Guanipa dice: "…Durante muchos años, el Gobierno hizo creer que las cosas mejorarían amén de una gran bonanza petrolera, lo que les permitió generar una suerte de crecimiento económico exponenciando el consumismo y ahora la gente no la tiene, cada día siente más como pierde poder adquisitivo." está reconociendo que esa bonanza petrolera se ha traducido durante los últimos tres lustros, en un incremento "exponencial" del ingreso del venezolano, lo que ha conducido a un incremento, en la misma magnitud, del consumo interno; y ahora que cayeron vertiginosamente los precios del petróleo, lo que conlleva una reducción importante de los ingresos del país, el pueblo siente la ausencia de aquella bonanza. Pongámoslo en un ejemplo más llano: es como que en un hogar, el padre es el proveedor y trabaja como vendedor. Resulta que el producto que él vende comienza a ser muy demandado y como él gana comisiones por las ventas, los ingresos familiares se elevan enormemente.

La casa estaba hecha un desastre, por unos inquilinos que estuvieron en la casa antes que ellos, y el padre aprovechó los ingresos para reparar la casa, comprarle ropa nueva a los miembros del hogar, satisfacer las necesidades alimenticias de la familia, le mandó a hacer lentes al abuelo, le daba dinero suficiente a los hijos para que merendaran bien en el colegio, les compraba todos los útiles escolares; la esposa iba semanalmente a la peluquería; en fin cubrían holgadamente sus necesidades, como nunca antes lo habían hecho.

De repente el precio del producto que el padre vendía cayó a menos de la mitad de lo que costaba y los ingresos se cayeron en la misma proporción, pero ya los otros miembros de la familia estaban acostumbrados a su nuevo nivel de vida… Si aplicamos el modo de pensar de la oposición venezolana, este cuento debe terminar de la siguiente manera: los otros miembros de la familia sacan a patadas de la casa al padre sin importarle todo lo que éste había hecho por ellos, y traen de nuevo a los inquilinos anteriores para que administren la casa, porque la buena vida les hizo olvidar cómo encontraron la casa cuando se mudaron y quienes la habían destrozado.

Y es en este final donde podemos encuadrar el segundo párrafo que tomé de las declaraciones de Guanipa: "Yo no me creo que la gente quiera a la Unidad porque somos más populares que el gobierno, es porque sencillamente quiere un cambio para vivir mejor…" en estas expresiones, Guanipa; está claro que la gente no ven en ellos un cambio, pero el pueblo quiere cambio; pero es un cambio de la situación, no del padre que ha velado por ellos.

Es ahí donde se equivoca la oposición, éste es un pueblo agradecido, es un pueblo consciente, que sabrá honrar a quien lo sacó de la oscuridad y lo hizo visible al mundo; quien les tendió la mano en todo momento. No me refiero a Chávez, que fue el primer padre de este nuevo hogar; me refiero al hogar mismo: a la Revolución Bolivariana. Es esta Revolución, que nos dio Chávez, y que hoy la seguimos construyendo todos: hombres, mujeres, niños, niñas y adultos mayores, la que debemos cuidar y fortalecer.

Esta historia terminará con un pueblo reparando las goteras, arreglando las grietas, limpiando la casa y diciéndole al proveedor del hogar: "Tranquilo, que juntos seguiremos avanzando".




 



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Juan Carlos Valdez


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