Mi palabra

Carnaval y Semana santa "pa' gozá"

Conforme es el carnaval, es el cuaresmal
Proverbio español


El pasado fin y comienzo de semana, fue para agarrar palco; un verdadero motivo para los que están pendiente de cualquier celebración. Empezamos con el jueves 12, día de la juventud; pasamos directamente al sábado 14, día de los enamorados, con un agregado muy importante, para ayudar a los humanos a convivir: la reconfortante amistad, el cual se está perdiendo, como un silbido en las inmensas sabanas; luego nos metimos de lleno en la tradicional festividad, llena de colorido y disfraces: la fiesta del Dios Momo, aunque muchos no necesitan esta fecha para disfrazarse, sin embargo sirve para demostrarnos la multifacética acción del todopoderoso, está presente en todas partes. El mes de febrero, el más corto del año, contrariamente es el más alegre y bochinchero, solamente falta “plata”, como dicen los chinos, para darse un perfecto banquete, apenas comienza el año,
Todo esto transcurrió en corto tiempo, pero para echarle más ingrediente a la larga lista de asuetos y celebraciones, apenas termina el carnaval, se hace presente el día conocido, como el atravesado, para darle inicio a la cuaresma, tiempo litúrgico de preparación, desde el miércoles de ceniza, hasta el jueves santo, cuando comienza la penitencia, aunque esto me suena más a un recordatorio, un aviso a los seguidores de Jesús de Nazaret, cuando fue llevado a la cruz, siendo atormentado y crucificado, porque sencillamente lo veían, como el verdadero salvador de aquellos tiempos, tan confusos y preocupantes, como los que estamos viviendo.

Esto me trae a la memoria a un viejo amigo argentino, ya fallecido, quien repetía en cada conversación, cuando tocaban el tema de las celebraciones: “Este país, necesita un calendario más largo o le ponen más horas al día” Al pedirle una explicación siempre largaba una carcajada, cargada de mucha ironía, con argumentos para reafirmar lo dicho: “Los venezolanos les encanta una fiesta, por eso viven de bonche en bonche”. Siempre terminaba alzando la voz, para desahogarse ¡El día, que este país lo arreglen, yo me marcho!

Hacen varios años, que nuestro amigo se marchó a la tierra, que lo vio nacer, pero también lo vio morir. Los problemas siguen cruditos y parece interminable la larga lista de fiestas. El mundo se encuentra atrapado por una realidad difícil de esquivar, las celebraciones en medio de grandes contradicciones; hasta en nuestro entorno se viven algunas experiencias de manera intensa, a veces sirven como ejemplo, aunque causen risa, como la mía: “Mientras mi hija y su compañero se encuentran haciendo postgrado, deseando que los próximos tres años pasen rápido; de mi parte, desearía detener el tiempo, por una razón muy sencilla, tengo 65 años y sin querer los días del calendario, van cayendo, como las hojas de los árboles, cuando se van secando antes el imponente verano; el tiempo nos va arropando, para enseñarnos las leyes de la vida”.

Terminó la mascarada por este año, para dar paso a una “fiesta” religiosa, teniendo como protagonista principal a Jesús de Nazaret. Son momentos propicios para buscar la esencia de la verdad en medio de las grandes polémicas ¿Quién fue Jesús? de lo contrario, la semana santa, seguirá en el almanaque, como una fecha más, para continuar con la parranda, en medio de las protestas de los comerciantes del licor, quienes solamente piensan en las ganancias, sin importarles los saldos negativos con muertos y heridos a lo largo y ancho de nuestro país.

Estoy totalmente convencido, que sin la verdadera orientación en las celebraciones, es imposible crearle conciencia a un pueblo para conseguir su verdadero destino. Las únicas quejas que se escuchan son precisamente de los comerciantes, tanto pequeños, medianos, como los grandes empresarios, quienes solamente paran la comercialización, para acaparar y esconder los productos, para después sacarlos a la calle con los precios abultados. Es tan grande la insistencia, que apenas se acerca una fecha para celebrar se escucha la voz de los vendedores de licores, casi implorando el permiso para “trabajar”, sin importarles nada los lamentables accidentes, por culpa de la venta desmedida. Con razón un amigo, un hombre pobre, pero lleno de profunda sabiduría, me decía con mucha seguridad, producto de los años vividos, como si estuviera viendo el futuro a través de un cristal: “Está crisis definitivamente nos va a enseñar a vivir, porque la vida no puede ser, fiesta y bonche, tenemos que abrir surcos para conseguir los frutos anhelados y la base fundamental es la educación, de ahí parten los grandes logros para construir un verdadero país”


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Narciso Torrealba


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