Queremos una ciudad sin Guarimba

Si se revisa el discurso opositor con detenimiento y con la lupa de la verdad, vamos a encontrar novedades perversas que rayan en los esquemas de lo destructivo y lo siniestro. Muchas de esas voces genuflexas se arrastran por el polvo de las miserias y los conceptos cloacales de la mentira y la manipulación, dañando todas las posibilidades de avanzar en propuestas reales y creativas que permitan vislumbrar la ciudad que queremos y con la cual todos soñamos. No una ciudad carcomida por el odio y el discurso opositor cuya retórica es vacua e insolente, vacía de contenido y de sustancia, que lo hace extremadamente débil a la hora del fuego sagrado de cualquier debate.

En el caso del Táchira y su ciudad capital, la práctica política y la práctica discursiva opositora se juntan en los planes perversos de dañar la ciudad, destruirla, incendiarla, quemar más universidades y más edificaciones y saquear instituciones del Estado. Son sus planes, son sus frustraciones por andar fuera de la razón constructiva y por más que se escondan en la oscurana, siempre serán derrotados. Ya sean blancos, verdes o amarrillos, son de la misma camada, los herederos directos de la democracia corrupta de la Cuarta República. Por ello es que se alegran de las colas, la aúpan para que allá violencia y saqueo; se deleitan con la escasez y el acaparamiento de los principales productos de la Cesta Básica, se regocijan porque no llega el papel tualé, ni las toallas sanitarias, ni los pañales. Así, como unos verdaderos miserables y gozosos del bachaqueo van repartiendo café de cola en cola como si la vaina se tratara de un velorio.

En realidad se trata de unos señores, bien sea distribuidores y dueños de supermercados, abastos e inclusive bodegas, que van colocando los productos en sus respectivos anaqueles por rubros retardados. En tanto y cuanto y por lo mismo tanto, se van haciendo las colas, donde no sólo va la gente que de verdad necesita el producto para llevarlo a la casa, sino que también hacen cola algunas alimañas tales como los bachacos, las hormigas, los gusanos, las avispas y hasta el zángano que espera por allí a que le lleven los productos. Para completar el cuadro dantesco, aparecen los llamados "justicieros amarillos" con franelitas raras repartiendo café a todos los que hacen la cola y en voz baja van atizando la llama de la violencia y provocando a los cuerpos de seguridad. No nos caigamos a mentira, esa es la verdad señores.

Creo que ya basta de tanto discurso opositor dañino y perverso. Ya basta de tanto discurso opositor cómplice de los daños que causan los guarimberos, que destruyen, saquean e incendian. Queremos una ciudad sin Guarimbas, queremos una San Cristóbal tranquila, donde todos podamos salir a trabajar y estudiar sin saltar barricadas. No puede ser que 15 estudiantes aquí, 20 estudiantes allá y 10 estudiantes más allá, generen una situación de caos general y le metan miedo a toda una sociedad. Sobre esto, los flamantes "dirigentes" opositores, opinadores de potrero, no cuestionan nada sino mas bien que aúpan y los financian, tal como lo hicieron en febrero del año pasado cuando Nerón y sus secuaces quisieron incendiar la ciudad. ¿Qué ciudad queremos? ¿Una ciudad violenta impulsada por el fascismo opositor o una ciudad de paz y tranquilidad? No hay opción: o estamos con la violencia o estamos con la paz. Digan ustedes.



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Eduardo Marapacuto


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