Caractericemos el momento actual (como debe ser)

Desde el punto de vista de la lógica del capital, cualquier tipo de alteración del status quo debe ser atacada y, de ser posible, pulverizada en lo inmediato, sea cual sea el instrumento a utilizar para lograr tal propósito. De este modo, toda tentativa -por muy cándida que pueda parecer- ha sucumbido ante quienes (desde las trincheras del capitalismo) hacen esfuerzos por legitimar y mantener intacto el sistema de cosas imperante, por lo que muchas iniciativas, proyectos y reivindicaciones sustentadas en la necesidad de crear condiciones materiales que dignifiquen la vida de las personas son ahogadas por el interés de una minoría. Al ocurrir alguna insurgencia popular, sea de carácter político o social, que resulte incontenible, se activan de forma urgente los mecanismos de dominación, acabando luego todo en un simple reformismo, alimentando entre los sectores populares una ilusión de armonía social, sin cambios revolucionarios significativos. Sin embargo, tal fatalismo bien pudiera revertirse si quienes tienen la enorme responsabilidad de propiciar los cambios revolucionarios que amerita la sociedad en un momento histórico determinado son capaces de asumirla sin personalismo alguno, conscientes de la transcendencia de sus acciones -sean acertadas o erradas-, especialmente cuando se trata de deslegitimar y de erradicar el capitalismo como sistema dominante de la humanidad, por muy limitadas que puedan ser tales acciones.
            En el caso de la construcción del socialismo inevitablemente vamos a tropezar con los aportes ideológicos de Marx, Engels, Lenin, Trotsky, Rosa Luxemburgo, Mao, Mariátegui, Che Guevara y otros teóricos de la izquierda revolucionaria que mantendrán su plena vigencia en tanto exista la desigualdad y la explotación impuestas por la lógica capitalista. No sería factible, entonces, la construcción socialista de una sociedad distinta a la capitalista desconociéndose a rajatabla estos importantes aportes, aun cuando hayan sido producidos en épocas totalmente diferentes a la nuestra, salvo que se aspire sencillamente a implantar una socialdemocracia.
Por tales motivos, es fundamental caracterizar debida y críticamente el momento por el cual atraviesa el proceso revolucionario bolivariano socialista y no quedarse nada más que en el señalamiento de las fallas y las desviaciones que ocurren al nivel de gobierno, desviándose lo que es pertinente en este caso. Para los revolucionarios y chavistas, la táctica del  momento tiene que enmarcarse en una lucha frontal contra el burocratismo y la corrupción administrativa, esta última manifestada en el negocio de las divisas y el acaparamiento, la especulación y el contrabando de productos, elementos que han provocado no solamente impotencia sino también decepción y desencanto entre muchos venezolanos que no se pueden ocultar.
            Por lo tanto, cualquier medida a implementar por el Presidente Nicolás Maduro Moros y la dirigencia política del chavismo tiene que basarse, forzosamente, en la confianza en la capacidad del pueblo organizado y consciente para asumirla, estableciéndose desde ya una estrecha vinculación entre el gobierno, las organizaciones políticas y los sectores populares, lo que implicará movilizar a toda la fuerza de la revolución bolivariana y, en consecuencia, hacer permanente la democracia participativa y protagónica, en una articulación efectiva de una alianza patriótica, de alto contenido bolivariano, antiimperialista y revolucionario. Como debiera ser.-

 



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Homar Garcés


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