Dilema vandálico

Si queremos menospreciar alguna acción humana es probable que la palabra mejor aplicada sea vandálica. Faena por la cual, usando conductas indefendibles, una “persona” produce destrucción intencionada de prójimos o bienes públicos, cuyo destino es beneficiar la comunidad.

Es acto indeseable como el que presenciamos el día miércoles doce, cuando una concentración la emprendió contra instituciones publicas, y bienes con desastrosos resultados.
Este testimonio produce dolor, y gran frustración, por cuanto quienes los originaron, fueron jóvenes y peor aún, estudiantes y mas grave todavía, alumnos de nuestras universidades, básicamente privadas y colegios de confesión religiosa, (condición que no invalida sus acciones por cuanto la misma Constitución así los ampara, excepto en el uso deliberado de la violencia).

El dilema surge por cuanto todo lo que hicieron o deshicieron flagrantemente, fue filmado, fotografiado y en presencia de los medios y un mundo de testigos. Inaudito. La contradicción es ¿habrá justicia que reivindique el orden y defienda a los ciudadanos indefensos que nada tienen que ver y todo lo sufren?.

Indiscutible el animo instigador de aquellos líderes que de forma incontestable impulsó los marchistas hasta el lugar adonde se desencadenó toda esa barbarie y luego cómo siempre se escondieron.
Qué hacer, ¿actuará, como es el papel del Gobierno, con el apoyo de la Constitución y la Ley, para dar inicio a un proceso judicial que determine y promueva las sanciones que está obligado a hacer cumplir¿. O, por razones, nunca justificadas, voltear para otro lado y con ello evitar las críticas que sus actos puedan producir.
Estimo que, en el momento no caben medias tintas, esto se debe someter a juicio. Aunque al hacerlo sea necesario averiguar muchos elementos concurrentes al evento, cuya legalidad está por indagarse y determinar responsabilidades. Me refiero concretamente al papel desempeñado y ampliamente registrado flagrantemente expuesto en diversos medios, de la participación de los funcionarios armados del Sebin y la terrible secuela de la muerte de tres seres humanos, dos allí mismo, en Tracabordo y otra, en la Ave. Francisco de Miranda; y mas escandaloso aún, según la investigación de los periodistas de Ultimas Noticias, ejecutados con la misma arma. Además, indagar sobre endeble y poco convincente forma de organizar la protección de los bienes del Estado por parte de autoridades del Estado.

Grave situación, por cuanto la comunidad hoy se siente a merced de la voluntad de un trio de desaforados cuyos motivos no ocultan: tumbar el gobierno. Titubear sobre la acción justa a cumplir, nos puede llevar por caminos anímicos recónditos. O actuamos con firmeza, o la flaqueza pondrá en dudas nuestra legitimidad social y moral.

Colateral a esto se produce la detención de uno de ellos, es de esperarse el inicio de otra historia que ya la prensa internacional presenta como la opereta de un nuevo “mártir”, cuya ultima y poco original frase antes de ser llevado a tribunales, pretende infelizmente parodiar la muy conocida del Libertador, sobre “si mi muerte contribuye”.
Sin duda que decidir, en un caso como este, tiene su precio,-hay que pagarlo- lo contrario hubiera sido nefasto. Se debe enfrentar como un reto responsable del Gobierno debido al respeto al orden del sistema e instituciones del Estado.
Sepamos qué, cómo dicen en el llano, de hoy en adelante, con este enjuiciado, busquemos “alpargatas por que lo que viene es joropo” en las voces de la reacción internacional. El primer aviso es la noticia desde Panamá. Adonde el: Senador John McCain pide intervenir militarmente en Venezuela.
La misma locura de siempre de los Republicanos, que consideran que todo lo resuelven con una invasión. Lo preferimos.



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Tulio Monsalve


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